jueves, 11 de febrero de 2016

T3 PII C4 LOS HIJOS DEL HALCÓN

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LOS HIJOS DEL HALCÓN

"Los Nephilim estaban en la tierra en aquellos días, y también después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y ellas les dieron a luz hijos; estos son los héroes de la antigüedad, hombres de renombre". 16 
Génesis 6: 4

Unas pocas semanas después, fui enviado a Aset-Je (Dendera). Nebet-Aha, la matriarca del dominio, me había ordenado que venga a buscar a mis dos protegidas que había salvado de las garras de mi tío. Claramente, había un problema. ¿De qué orden?, no tengo ni idea, sobre todo porque cuando dejé a Meri, me dijo con un tono alegre que me esperaba un gran día. La magia de nuestra reina se me escapa. ¿Ella realmente percibe el futuro o bien percibe cosas que luego interpreta?
Cuando llegué, me encontré un cadáver envuelto en la entrada del dominio. Una sacerdotisa esperaba mi llegada cerca de la puerta; ella me aconsejó no acercarme al cuerpo y me guio hasta la matriarca. Nebet-Aha estaba orando en una oscura celda del templo. Un olor extraño y familiar encantaba el lugar, era el de Benben y las piedras negras de A'akhet. Sentí un soplo de calor. Cuando la matriarca salió de su retiro, ella tomó un tono autoritario:
- ¡Aquí llega al fin! La próxima vez que me pida que de hospitalidad a extranjeras, asegúrese de que estén sanas.
-Por La Fuente, ¿qué ha sucedido?
-Una de sus protegidas era la portadora de un mal, un mal que ha puesto a nuestro dominio y a su santuario en peligro. No hemos podido salvarla.
- ¿Altin?- Le pregunté con ansiedad.
- No, Altin está viva, pero sigue estando frágil. Tú vas a llevártela hoy, junto con el cuerpo.
- ¿Por qué no me contactó antes?
- Por razones de seguridad, pedí el confinamiento de nuestro santo dominio durante varias semanas. El mal ha sido eliminado y todo desplazamiento es nuevamente posible, yo le mande a buscar. Usted no podría haber hecho nada de todos modos.
El trato entre la matriarca y yo nunca fue bueno. No puedo explicarlo; hay algo que no funciona entre nosotros. Desde que traje a mis tres concubinas a Aset-Heh, el tono de Nebet-Aha es aún más quebradizo. Creo que mi tía Nebet-Hut y ella habían ideado un plan que no les salió según lo planeado. Pero ¿cuál? Esta pregunta me preocupó durante algún tiempo. Pero no creo que esta visita me traiga la respuesta.
Le pregunté a Nebet-Aha si hubo más pérdidas que lamentar, y ella dijo que no, que ella había reaccionado a tiempo, pero que Altin había sido afectada ya que estaba con la víctima. Por consiguiente fue difícil de tratar. Me di cuenta en ese momento que Seyhtanri (Seth), sin duda había contaminado a la humana destinada a una ejecución pública. ¿Pero por qué sacrificarla si había sido infectada previamente?
Altin vino a nuestro encuentro, escoltada por una sacerdotisa humana. Su tez estaba pálida y su marcha inestable. Se arrojó a mis brazos.
- Encontré todas mis fuerzas en cuando te vi, mi príncipe -Me dijo ella.
- ¡Que conmovedor! -Replicó la matriarca con un tono irónico- Hijo de Meri, espero que no vaya a insultar a su madre mezclándose con una humana y en el trono de Kemet... Voy a dejarle manejar la situación, y conducir su destino. Altin quiere ir a casa, yo no sé dónde, en el Este, entre los salvajes. ¡Que así sea!
Cuando nos dejaba, Netbet-Aha se volvió hacia mí y me recordó que no me olvide de llevarnos el cuerpo con nosotros. ¿Qué debía hacer? Altin me sacó fuera del templo, quería salir de allí rápidamente. Al salir, escuchamos una flauta haciendo eco en la distancia. Su fina sintonía era exquisita. “Me recuerda el sonido de los pájaros Bulbul” comenté. Altin me preguntó qué era un Bulbul. Le respondí que no existían en su hogar, que era una especie de ave de Kankala (África), también presentes en la A'amenptah (Atlántida) en la época de mi padre.
Estábamos cerca del cuerpo de la infortunada. Altin me dijo que fue ella la que había pedido a la matriarca recuperar el cuerpo.
- ¿Sigue siendo contagiosa?
- No, yo no lo creo, pero las sacerdotisas se mantienen cautelosas -Respondió Altin.
- Tú sabes, sería más prudente no llevarla con nosotros. Deberíamos incinerarla ahora...
- ¡Sabia decisión, hijo de Meri!- Dijo una voz detrás de Altin.
Fue Mersegrit, una de mis ex concubinas. Llevaba un abrigo inmaculado que destacó su piel aceitunada. Su andar era elegante y silencioso. Mersegrit era la más temeraria de mis tres pretendientes. Era la única que se me había impuesto a tomarla por detrás. Su cola se había elevado y envuelto alrededor de mi cuello, con la amenaza de asfixiarme si no le brindaba satisfacción...
- Este cuerpo aun parece contagioso -Reanudó Mersegrit- Sería más seguro que el hijo de Meri no se acercara.
- ¡No! tenemos que llevarla -protestó Altin.
- ¿Por qué, joven humana?
- Para regresarla a su familia y colocarla en su tumba.
- No voy a permitir que nuestro futuro rey sea contaminado por tu culpa, pequeña imprudente.
-No te preocupes por mí, Mersegrit, tengo piel gruesa -Le respondí- Gracias por tu preocupación.
- Partamos ahora -me pidió Altin- ¡Que estaré en medio de mi pueblo antes del atardecer!
Asentí con un movimiento de la cabeza. Mersegrit gruñó con rabia:
- ¡¿Usted se atreve a escuchar y a obedecer a una humana?!
- Altin posee sangre Gina’abul, yo la respeto tanto como a ti.
- Entonces, ¡no te hagas ilusiones, bastarda! -reanudó Mersegrit- No serás más reina de Kemet que mis hermanas y yo. Su madre lo ha hechizado. Su Ba (alma) le pertenece.
- No la escuches, Heru, esta celosa. Esta poseída por el poder de las piedras negras. Ella y sus dos hermanas las manipulan en secreto en el templo. Las vi el otro día.
- ¿Las piedras negras de A'akhet? -Le pregunté ingenuamente.
Mersegrit repitió nerviosamente la frase:
- Las piedras negras de A'akhet por supuesto, ¡pobre ingenuo! Gracias a ellas, lo sé todo, ¡y tú nada! Deberías mezclarte de nuevo conmigo, tendría mucho para enseñarte acerca de ti mismo y de tu destino. ¿Te acuerdas de nuestros intercambios voluptuosos? Del poder divino que me has concedido y que me ha sumergido en una marea creciente. ¡Esta marea no baja, hijo de Meri!
- ¡Suficiente! - intervino una voz detrás de mí.
La matriarca apareció, estaba enfadada con Mersegrit. Netbet-Aha le ordenó regresar de inmediato al templo, y preparar la oración. Ella volvió a hablar, dirigiéndose a mí:
- Le ruego que disculpe su conducta, Nebraska (señor). Ella aspira a convertirse en su reina, eso es todo.
- Ella no soporta el poder de mi Niama (fuerza vital). Todo esto es mi culpa ...
- ¡Ella y sus hermanas lo sabían! Ellas sobrevivieron, y yo voy a ayudarlas.
- ¿Desde cuándo se acercan ellas a las piedras sagradas?
- No te preocupes, recientemente. Cuando usted las frecuentaba, ellas todavía no las tocaban. A su regreso, las tres solicitaron el derecho a manipularlas. Debido a que son talentosas y dedicadas, concedí este derecho a dos de ellas. Tefnut pronto podrá manipularlas a su vez.
- ¿El cuerpo de la difunta aun es contagioso?- Le pregunté.
- Yo no lo creo, porque la he impregnado con mi medicina. Tu protegida quiere repatriarla a su país, es por eso que estoy a cargo de la descontaminación hasta su venida. Yo hubiera deseado colocarla en mi camilla para embalsamar lo antes posible, pero Altin ha preferido mantener su cuerpo tal como está. Sin embargo, siga siendo prudente, hijo de Meri.
Ante esto salimos,  la matriarca salió con paso rápido hacia el templo dedicado a mi madre y a mi abuela.
- La sacerdotisa le teme -Dijo Altin. 
- ¿A mí? 
- No sé por qué, pero te tiene mucho miedo.  Ten cuidado con ella, hijo de la gran Tanrica (diosa). Por el contrario, ella fue sincera acerca de este asunto. 
- ¿De qué me estás hablando? 
- Debes utilizar mejor tus poderes de lian (serpiente), habrías entendido bien lo que yo estaba tratando de hacerte comprender en secreto. La fallecida no ha sido envenenada por el Seyhtanri, sino aquí. 
- ¡Eso es imposible, no en Aset-Heh! ¿Por qué?  
- Para eliminarnos, a ella y a mí. Excepto que yo no bebía el agua que me traían cada día. Yo bebía la del gran pozo. Si digo la verdad, tú y tu madre están en peligro. Ella urdió su complot en su templo principal. Yo guardé este cuerpo para que puedas hacerlo inspeccionar por tu madre, la hechicera. 
- Vamos a evitar implicarla en esta historia. Yo le informaré si lo que dices es cierto. Sé a dónde ir.  ¿Tú vives muy al Este, en las montañas?  
- Sí. 
- Ese será ahora nuestro camino. 
Tras estas palabras, traje mi Geghu cerca de la entrada del dominio para meter el cuerpo en la bodega. Así entonces dejamos atrás a Aset-Heh y tomamos la dirección noreste hacia Igi-Ra (el ojo que mide), la montaña de Serkit-Ninmah. Cuando llegamos, aterrice mi Geghu tras una nube de polvo. Me bajé de la nave y me reencontré con los Adinu. Los guardias me miraron. Ellos cambiaron la expresión extrañamente al ver a Altin, y se inclinaron para saludarla. 
Un camino pavimentado nos llevó hacia la casa de mi tía. "Nunca había sido tan bien recibido aquí", le dije a Altin con humor. Un guardia golpeó la puerta de madera de Serkit y dijo: "Semhaza, una sorpresa para ti". Entramos.  Mi tía tenía un aire de aturdida:  
- Estás aquí, ¿eres tú? 
- Sí, mi tía... 
- No, tu no, Altin
Altin se arrojó a los brazos de Serkit. Obviamente, ellas se conocían. Mi tía me explicó que mi protegida había estado aquí y que había desaparecido hacía varios meses. 
- No he tenido la oportunidad de formularte los otros días en A'amenptah: mis felicitaciones por tu hazaña en la batalla de Mafke't (Sinaí) -Me felicitó Serkit. 
- Nosotros tuvimos suerte porque éramos superados en número. Afortunadamente mi Geghu estaba allí.  Quizás no tengamos tanta suerte la próxima vez... 
- No subestimes tus capacidades, Heru, como la de los diferentes Shemsu -Agregó. 
Altin entonces relató su historia reciente a la soberana de los Adinu que luego ordenó a varios de sus guardias que le trajeran el sospechoso cuerpo. Altin le dijo que pensaba que había sido envenenada. 
- Otra historia de veneno, decididamente, ¡me van a estropear, tu madre y tú! -Se quejó Serkit en un tono casi divertido. 
Cuando depositamos el cuerpo en la casa de la reina, esta última nos despidió, citando el hecho de que tenía que trabajar sola y en paz. Mi tía le dio a Altin una manta de piel de oveja para abrigarse. Así que fuimos a tomar aire; el cuerpo olía tan mal que el viento fresco nos hizo bien. Las calles estaban casi vacías.  El día ya declinaba y los rayos solares daban un tono naranja a la cadena montañosa que nos rodeaba. 
- No me gustan las montañas -Le dije.             
- Yo las conozco de memoria; aquí es donde vivo, mientras que tú eres un Tanri (dios) de los grandes ríos, de las llanuras y desiertos. Estas habituado a horizontes muy distantes. 
- Probablemente tendremos que pasar la noche aquí, a menos que aceptes volar de noche -Añadí. 
- No, vamos a salir mañana, cuando tengamos la respuesta a este enigma. Si los traidores circulan libremente en tu círculo íntimo, es importante que los sepas. 
- ¿Por qué haces esto?  
- Tú me salvaste la vida, hijo de la Tanrica (diosa). Entre los nuestros, no nos gustan los traidores. 
- Entre los míos tampoco. Nuestra familia ha sido traicionada más de una vez.  Mi padre murió a causa de una traición.  
- ¿Qué sabes tú sobre ese asunto? -Me preguntó.  
- Nosotros no sabemos mucho. Mi padre Asar había reclutado a Shemsu del Este entre su guardia personal, y tuvo que ser entregado al enemigo por uno o más de ellos. Es por eso que hubo después una división dentro de los tres principales clanes Shemsu. El territorio de mi padre fue atacado un día en que gran parte de sus guarniciones habían sido enviadas a un frente vecino. 
- ¿Estos seguidores del Este que estaban con tu padre, era los de Ra, o los de aquí, los Adinu? 
- Ambos clanes tienen orígenes similares, había seguramente de los dos. De todos modos, nunca encontramos a los culpables.  No hubo ningún sobreviviente luego del ataque contra Ta-Ur (Abydos). 
- Si, ¡los hubo! 
- ¿Qué sabes tú? 
- Mishak estaba entre ellos.  
- ¿El herrero que tu antiguo dueño asesinó? Pero era un ser humano, no un Neter (dios).  Mi padre no alistó a seres humanos en su custodia. Es más, si es así debería haber muerto hace mucho tiempo, todo esto se remonta a varios cientos de años. 
- No, él era parte de los Dogan, fue uno de los que llaman Neferu (Nephilim). 
- ¿Cómo sabes que los Neferu lucharon con mi padre? -De repente comprendí lo que Altin me escondía: no era una humana provista con genes Amasutum, sino una Nefer. Ella ocultó este hecho desde el principio.  
- ¿Por qué me has ocultado algo así? -Le pregunté con rabia.  
- Te ruego que no me culpes, pero tuve que poner a prueba tu virtud. La zona donde vivo está oculta.  Nadie, incluso entre tu gente, sabe dónde vivimos. Sólo tu tía Semhaza lo sabe. 
- ¿Cómo se llama este lugar?  
- ¡La región de la Doble Verdad!  Debes saber que el herrero Mishak fue uno de mis tíos y un hermano del rey de los Dogan. Yo soy la sobrina de nuestro soberano.  Nuestro rey no tiene más hijos; todos ellos murieron en diversas batallas. Siendo la mayor de mi familia, yo soy la heredera de los Dogan. ¿Tú querías reunirte con ellos? Bien, yo puedo ayudarte. 
- ¿Qué sabe tu pueblo sobre mi padre? 
- ¡Mucho! Mucho más de lo que piensas.  
Altin se había deslizado bajo mis brazos. Hacía frío.  Estaba atrapado en un momento de vacilación.  ¿Qué iba a pedirme a cambio?  Se dio cuenta de mi vergüenza y me dijo que mantenerla caliente no me comprometía a nada. 
- Yo nunca te pediré nada, somos nosotros los que te debemos mucho -Me dijo- Y nunca omitiré esto: yo soy una futura soberana, la de un pueblo orgulloso llamado Dogan, ya no puedo ocultarlo más, ellos están impacientes por conocerte. Los Dugan (''que portan el combate"), de acuerdo con el idioma de mis antepasados, o Dogan. 
Le pregunté otra vez qué significaba Dogan en su idioma.  Ella respondió:  
- ¡Halcón! No me preguntes por qué, tú lo verás por ti mismo. 
Dada la hora, le propuse a Altin abrigarse en mi nave, afirmando que podría pasar la noche allí. Cuando nos acercamos a Geghu varios Adinu nos interceptaron. Nos ofrecieron unirnos a ellos. La futura reina de los Dogan fue a Igi-Ra, y ella tenía por aliado al hijo de Meri. Tal cosa parecía increíble para sus ojos. Fuimos invitados bajo la gran cúpula, donde la lente se mueve día y noche sobre el cielo. Gran parte de los Adinu estaban allí. Nos recibieron fraternalmente.  Todo el mundo conocía a Altin, la Nefer de los Shemsu del Este. Su alegría estaba en su apogeo.  Hubo música, canciones, bailes y comida.  En un momento, nos olvidamos de todas nuestras preocupaciones.  La cerveza fluía a flote, y yo bebí un poco de más. 
Al día siguiente, Serkit tenía los resultados de su autopsia y se puso en contacto con nosotros. Yo tenía un fuerte dolor de cabeza.  Mi tía había trabajado toda la noche.  El cuerpo presentaba rastros radiactivos anormales.  Le pedí a Serkit si podía especificar lo que eso significaba: 
- No sé más que eso, Heru, sólo puedo comentar sobre lo que es visible. Pero estas radiaciones no son la causa de su muerte. 
- ¿Cuál fue la causa, entonces? -Le pregunté.  
- Altin estaba en lo cierto, es un poderoso veneno que no se encuentra de forma natural en este planeta. Yo no pude descifrarlo totalmente, porque ha sido capturado un momento por las trazas radioactivas, pero ese veneno es conocido por cualquier Ninti (sacerdotisa de la vida).
-Serkit parecía avergonzada. Ella pidió a Altin que saliera de la casa por unos instantes. Nuestra conversación continuó:
- ¿Qué ocurre, tía? 
- Este veneno es casi idéntico al que se le administró a Her-Ra en la tierra de la batalla de Mafke't (Sinaí). 
- ¡Es imposible!- Protesté.  
- Lo dudo, Heru. Conozco el secreto de tu madre, y los tuyos. No te preocupes, seguirá siendo guardado por mí. Admito que los dos me han entretenido. ¡Ra recibió una buena lección! Pero este caso es diferente.  No puedo ver a tu madre envenenando a una residente de Aset-Heh (Dendera). 
- Sobre todo porque nunca pone un pie allí -Añadí-  Creo saber quién es la culpable, mi tía. Mersegrit, una de mis tres concubinas que vive en Aset-Heh, tiene una cola, al igual que mi madre solía tener... 
- Sí, ¡al igual que yo! Sólo las Amasutum antiguas disponen de este apéndice y, por tanto de un veneno, el mismo veneno al que tu antiguo yo se enfrentó en la iniciación del fuego del As en Margid'da (Osa Mayor) [[1]].  Si lees los anales del gran Sa'am, era Sé'et quien poseía tanto el veneno como el antídoto. Volviendo a nuestro asunto, es obvio que es esta Mersegrit, o una de sus hermanas, que sin duda envenenó a esta pobre mujer. ¿Sabes por qué?  
- ¡Seguramente por venganza!  Ni ella, ni sus hermanas me llamaron la atención como futuras esposas. 
- Eso está arreglado.  Ahora puedes hacer entrar a Altin. 
- ¡No, aún no! Si me lo permites, voy a beneficiarme de este momento de pedirte algo más. Después de la batalla de Mafke't, los Urshu de mi hermano y yo hemos visto a la guardia personal de Ra. 
- ¿Y?- Me dijo ella interrogativa. 
- Eh bueno, estos soldados no eran Nungal-Shemsu... 
- ¿Que eran entonces? 
- ... ¡Eran Kingu-Babbar! 
- ¿De los reales? Eso es preocupante.  Te puedo asegurar que yo no sabía nada. Pero esto puede explicar tal vez la sorprendente paz que hemos conocido por siempre con los reales, mientras que estos últimos están en conflicto abierto con los Anunna. Hay, sin duda, un elemento que se nos escapa y debe estar relacionado con el tratado firmado en el Abzu (el mundo subterráneo) entre Nut (Nammu), Neret (Neith-Dim'mege) y los Kingu. [[2]] 
- Tú eres consciente de eso, ¿verdad? 
- Te olvidas que Asar y yo fuimos íntimos durante mucho tiempo antes del regreso de tu madre. Tu tía Neret, que elevó a Her-Ra, debe haber concluido un acuerdo especial con los reales, esto se vuelve claro.  ¿Cuál?  Tal vez se pueda saber algún día.  Traté de averiguarlo hace mucho tiempo, pero Neret no quiso decirme nada. 
Terminamos nuestra conversación confidencial y Altin pudo regresar a la casa de mi tía. ¿Cuál era el reporte final de la relación entre las trazas radiactivas encontradas en el cadáver y su muerte? Serkit orgullosamente respondió que esto demostraba que la persona que había envenenado a la humana manipulaba sustancias radiactivas. Estas sustancias provenían, por supuesto, de las piedras negras, las de A'akhet (la colina en el horizonte).  Después de haber completado su tarea, Serkit quería descansar.  Ella nos preguntó si queríamos recuperar el cuerpo y Altin contra todo pronóstico, respondió que ella no conocía a la mujer.  Mi tía se ofreció a hacerse cargo de los restos y nos invitó a reanudar nuestro viaje.  Los saludos fueron expeditivos.  
Así que retomamos el camino al cielo para reunirnos con los Neferu Dogan, los "halcones", según la traducción que Altin me había dado sobre esta palabra. Altin me pidió que tomara la dirección de la antigua casa de Serkit. "¿El antiguo Kharsag, el territorio maldito?" le pregunté. Ella me lo confirmó con una inclinación de cabeza. Me sorprendió.
Nuestro viaje fue rápido.  Cuando llegamos a la antigua Kharsag, Altin me pidió que aterrizara un poco más al norte, "¿Ves esa depresión de allí, en forma de peces gordos?  Ahí es donde tenemos que bajar", dijo.
- ¿Ahí? ¡Estoy soñando! ¿Aquí es donde ustedes viven? 
- Yo te dije que era la región de la Doble Verdad... [[3]].  De acuerdo con nuestras tradiciones, se dice que tu padre estaba enojado y que él un día puso su nave estelar aquí, y habría creado esta marca en el suelo. 
- Sí, tenía que aterrizar cerca de Kharsag varias veces, pero jamás haría una marca de este tipo en la roca; Además, es demasiado grande en comparación con su Nisighu (pájaro azul). [[4]]
Geghu aterrizó en un remolino de polvo pesado y húmedo. La región de la Doble Verdad estaba bañada por la luz dorada de la mañana. El sol brillaba como mil luces. Nos bajamos de la nave y la princesa de los Neferu examinó el paisaje. Luego puso sus manos alrededor de su boca para comenzar un chillido que me recordó el del halcón. Altin lo hizo en varias ocasiones hacia los cuatro puntos cardinales; el eco hizo el resto. Mientras esperábamos, le pregunté por qué su pueblo se había refugiado aquí. Ella respondió que era el último lugar donde Seyhtanri vendría a cazarlos... 
Era un entorno desértico.  La estrella del día se elevó en silencio y ya iluminaba el hueco de las montañas con su cálida y relajante luz.  Escuchamos un grito similar al de Altin. Siluetas aparecieron en la distancia.  A medida que se aproximaban, pude ver que estos seres eran altos y atléticos. La joven mujer entrecerró los ojos y dijo en tono divertido: 
- Ah, quieren impresionarte: ¡llevan puestas sus máscaras! 
- ¿Cómo saben quién soy?  
- Ellos conocen tu nave.  Supongo que ha pasado un tiempo desde que la vieron circular en el cielo. 
- Has escondido muy bien tu juego, Altin... Tú sabías quien era yo desde el principio. 
- Sí, es verdad, sin los poderes de Seyhtanri, te habría reconocido de todos modos. Mi gente te conoce muy bien.  
Altin suspiró y un escalofrío recorrió todo su ser.  
- ¿Qué ocurre?- Le pregunté.  
- Hace casi un año que no he visto a los míos. En este momento que hablo contigo, ellos no dudan que soy yo, ¿pero me aceptaran? 
- ¡Pero, por supuesto...!  
- He cambiado, tú lo sabes. He cambiado a causa de tu tío y el terrible poder que inculcó en mí. Tuve que hacer estas cosas, allí, para sobrevivir... 
- Tú no tienes obligación de decirles lo que te pasó; ¿me entiendes Altin? -Le dije, agitando su brazo-  Yo no diré nada. Pero tendré que improvisar, porque están llegando... 
Era un grupo de diez personas. Las máscaras de metal que llevaban eran de plata y reproducían las características del halcón. Sus espaldas eran impresionantes. Sus alturas también, porque eran cerca de una cabeza y media más altos que yo. Llevaban una armadura hecha de diferentes metales. Los Neferu sostenían en sus manos arpones y lanzas de metal, probablemente de hierro. Me quedé muy impresionado. Uno de ellos levantó su máscara, revelando sus ojos azules.  Él miró a Altin con una mirada que expresaba desconfianza. 
- Bueno, mi prima, ¿de dónde vienes? Nosotros hemos estado buscándote por todas partes. 
Altin tartamudeó, buscando las palabras, pero la inspiración no vino a ella. El "primo" no se veía cómodo.  Yo tomé la palabra: 
- Ella aún está conmocionada. Tuvo que caminar durante meses en el desierto. Yo la encontré hace más de ocho semanas en la orilla oeste de Kem-Ur (Mar Rojo). Ella estaba tratando de escapar de una división Anunnaki... 
- Nosotros tenemos centinelas allí, y no han visto nada. 
- Yo tampoco he visto a tus centinelas -Le contesté.  
- Es que ellos son más eficaces que los de clanes Khentamentiu y los Shemsu-Ra juntos. 
El Nefer miró a Altin detenidamente. Terminó diciendo:  
- Bienvenida, mi prima, nuestro futura soberana. 
El Nefer hizo una señal a sus compañeros. Uno de ellos intentó vendarme los ojos. Saqué a Uatch de su vaina, pero Altin me calmó y me señaló que estaba justificado.  Ellos me llevarían a su retiro escondido, y como yo era todavía un desconocido para ellos, no querían correr riesgos. Les dije que no quería dejar mi nave al descubierto. El Nefer me dijo que iba a ser vigilada, y que de todos modos, ninguna nave enemiga sobrevolaba esta región. 
Una vez con los ojos vendados, los soldados me hicieron girar sobre mí mismo, y tomamos la carretera.  La marcha duró una hora, y pasamos por los fuertes ascensos y descensos agudos.  Finalmente llegamos a nuestro destino cuando comencé a escuchar que nuestros pasos resonaban en cuevas misteriosas. Nos hundimos bajo la roca.  El choque de las armas de los Neferu que acompañaron mi viaje en silencio se hizo más marcado. Altin estaba cerca de mí, sentí su olor; ella me susurró: "Estos túneles no son naturales, fueron excavados por tu padre Asar". Yo temblaba en silencio porque estaba muy impresionado por esta reunión. Tuvimos que pasar varios guardias y nos acercamos poco a poco. Un alboroto que se convirtió en un ruido ensordecedor.  Entonces percibí las voces elevándose y proclamando de corazón: "Asar; Asar; Asar; Asar; Asar...".  Hicimos un par de pasos más, y uno de los soldados me quitó la venda de los ojos. Yo estaba frente a una sala monumental tallada en la roca.  El aire allí era sofocante.  Los grandes candelabros se balanceaban al ritmo del techo. Una enorme multitud estaba allí, aclamando el nombre de mi padre quien era el gran ausente de mi existencia. Sin embargo no era a Asar a quien ellos glorificaban, era más bien a mí. Tuve que levantar mi mano para responderles. Extraña sensación la de ser entregado a la mirada de extraños que parecen conocerte. Ni siquiera sabía por qué estaba allí. 
Los clamores se prolongaron durante un tiempo que pareció considerable.  Cuando terminó el aplauso, un guardia me dio una palmada en el hombro y me invitó con una señal a encontrarme con su soberano Saglam, que significa "a la cabeza de muchos" en el idioma de mis antepasados. Altin estaba detrás de mí.  Me explicó que su nombre significaba "sólido" en su idioma. Ella y algunos soldados luego me guiaron hacia su soberano.  Los pasillos eran del mismo tipo que los de la sala de Setes y de los diferentes Kedjiu (vigilantes) de Kursig (Capadocia). 
- Ah, ahí estas al fin, hijo del grande. ¿Fuiste tú quien encontró a mi querida sobrina? 
El rey Saglam, el sólido, no era tan grande como la mayoría de sus soldados. A pesar del hecho de que él estaba sentado, parecía tener mi altura. ¡Pero era gordo!  Saglam insistió en arreglar los pliegues de su gran capa ocre que le servía de hábito. Sus manos corrían por sus muslos y su vientre, nunca encontrando los pliegues rectos para esconder su barriga. Su largo cabello castaño dorado era suave y terminaba en rizos sobre sus hombros. Sus pequeños ojos claros eran tan maliciosos como los de una comadreja. 
- Sí, señor, soy yo -Le contesté. 
- ¡En buena hora! ¿Así que eres tú, joven halcón, quien tomará la mano de Altin? 
Tenía que encontrar una excusa y actuar como si nada hubiera pasado:  
- Ay, mi corazón ya está tomado, gran Rey. 
- ¿Tu corazón ya está tomado?  Pero, si es así... ¡por el cuerno de la cabra que comí ayer! 
- Es un secreto que no puedo confiar a nadie en este momento, pero eso será revelado a usted antes que a nadie, se lo prometo. 
- Bien, bien.  Cuento contigo, ¿sí? Pero este terrible anuncio eclipsa el regreso de nuestra futura reina amada.  Eso es lamentable.  ¿Estás seguro de que esa joven vale la pena? 
- Sí, así lo creo, señor. 
- Bien.  Entonces, ¿tú querías reunirte con nosotros para hacer negocios?
- Definitivamente no puede ocultar nada a usted, gran Saglam. 
- Y es por eso que yo soy el rey -Dijo divertido. 
- Por desgracia, tengo malas noticias para usted, Señor. Yo tenía una cita importante con uno de los suyos, pero llegué demasiado tarde.  Fue asesinado por el Seyhtanri de Kursig. 
- Tu tío, ¿es eso cierto? 
- Sí. 
- ¿Quién era este Dogan que asesinó ese monstruo? 
- El herrero Mishak.  
- ¡Por mi barba que me corté hace tres lunas! Era uno de nuestros mejores espías, y sobre todo un buen amigo. Lo habíamos enviado en busca de mi querida sobrina y lo habíamos perdido poco tiempo después. Pero prosigue, por favor. 
- El Poder de Kemet está en mis manos. En nombre de la antigua alianza que unía a mi padre con su gente, estoy a punto de recuperar las tierras robadas a Asar y de vengar su nombre... 
- ... Pero te falta un ejército -Continuó. 
- Sí, eso es correcto. Un ejército de mercenarios dispuestos a todas las hazañas.  
- La gloria, los honores, riquezas, mujeres... Pero, joven Heru, ¿cómo te puedo conceder mi apoyo militar mientras que tu corazón este tomado y nuestra alianza no pueda ser fortalecida? ¿Qué tienes para ofrecerme en compensación? 
- ¿Qué deseas, noble rey? ¿Tierras? ¿Nebu (oro)? 
- Su elección será la mía. Se generoso y elige bien, como lo harías por ti mismo. Tu sabiduría se reconoce en todos los países occidentales.  
- Bueno, señor. 
- Deja de llamarme así, querido. Llámame Saglam como antes. Me produce una sensación divertida volverte a ver. 
- ¿Volverme a ver? ¿Nos conocemos?  
- ¡Entiendo! Sin embargo, los rumores sobre ti se confirman, volviste de entre los muertos a través de la montaña de Aset, pero no recuerdas nada... ¡Destino cruel!  Sin embargo, tienes el mismo aspecto. Nunca podría olvidarlo. 
- ¿Usted conoció a mi padre?  
- He luchado a su lado, tan cerca como estoy de ti ahora. 
Los ojos de Saglam se llenaron de lágrimas. El rey se puso nostálgico y sus ojos no dejaron de inspeccionarme. Saglam se levantó, casi tambaleándose, debido a una agitación repentina, a menos que fuera por su edad. Por último, me tomó por los hombros y me apretó contra él.  Dijo con la voz ahogada por la emoción y las lágrimas:  
- ¡Tú estás aquí, por fin! Te tengo en mis brazos otra vez, mi buen rey... 
El soberano me abrazó aún más fuerte. Por un breve momento, me pareció ver la cara de Saglam frente a mí, pero más joven, como una visión que habría llegado a través de las edades. Yo estaba tumbado en el suelo.  El cielo era de un azul profundo, pero columnas de humo negro se levantaban del suelo. Nubes blancas inmaculadas pasaban muy por encima de nosotros. Las vestimentas de Sağlam estaban ensangrentadas. Él me sostuvo en sus brazos. La sangre que manchaba su uniforme y sus armas no parecía ser suya, sino mía. Saglam reanudó:  
- ... Traté de cerrar la herida abierta con mis manos. Te rogué que te quedaras conmigo, pero te habías ido, mi rey. 
- Tú no podías hacer nada más, Saglam -Le respondí- Tú eras parte de la guardia personal de Asar. Tú estabas allí cuando ocurrió el ataque sorpresa en Ta-Ur (Abydos), ¿no es así? Viste partir a Asar, mientras él estaba en tus brazos. 
El rey confió en mí mientras me mantenía apretado.  Nuestros ojos no se cruzaron, lo que hizo su confesión probablemente más fácil: 
- ¡Sí!  Como tú has perdido tu memoria, mi rey,  yo voy a contarte lo que pasó. Yo estaba a la cabeza de los Neferu, yo era el líder de los "muchos", nadie sabía qué hacer con nosotros, salvo nuestro buen rey y nuestro soberano. Asar y Aset siempre han tenido un gran afecto por nosotros. En ese día por siempre fatídico, éramos un blanco fácil para las fuerzas enemigas, porque el amado Asar había enviado casi todas nuestras tropas a Ta-Ur junto a Kem-Ur (Mar Rojo), donde nuestros enemigos se habían desplegado con furia.  Era una trampa, y nuestro rey había sido mal asesorado.  Sólo éramos una docena los que nos habíamos quedado con Asar en Ta-Ur, todos los Neferu, hijos de los Shemsu del Este. Éramos parte de su guardia personal y habíamos sido elegidos por nuestro tamaño y fuerza. Nuestros oponentes llegaron en la noche por sorpresa. Normalmente no nos arriesgamos mucho, gracias a los altos muros que rodean las dos residencias reales, pero había traidores entre nosotros, porque las pesadas puertas de nuestra zona estaban abiertas. Uno de los delincuentes fue asesinado por mis soldados, y eso es lo que nos alertó.  La llegada repentina de nuestros enemigos había creado una confusión total, y los partidarios de Setes tomaron ventaja de nuestra desorganización. Rápidamente nos vimos obligados a escondernos detrás de los muros de Per-Urshu (la casa de los vigilantes) [[5]], ya que eran muchos. 
- Nos dijeron que eran 72...-Le mencione. 
- Sí y no. ¡Esa es la leyenda para subestimar nuestra derrota! Solo Aset sabe la verdad, porque yo se la conté más tarde. Sí, 72 adversarios tenía la primera formación de la milicia de Setes. Voy a explicarte cómo me enteré de esto más tarde.  Setes había decidido poner fin a Asar. Lideró el primer grupo de élite.  Antes de llegar a nuestras fortificaciones, ya habían sacrificado a casi todos los aldeanos que vivían alrededor del santo dominio. Algunos sobrevivientes vinieron a nuestras puertas buscando resguardo: esto te dice hasta qué punto Asar fue amado por su pueblo. Pero pronto sucumbieron en las manos de los partidarios de tu tío. Los soldados de Setes quemaron todas nuestras reservas. Toda nuestra zona estaba envuelta en llamas, y parecía aumentar la intensidad del fuego.  Nos mantuvimos valientes. Nosotros escondimos a nuestro rey en el Enkhu'ur, su hogar acuático. Por suerte, sólo un Abgal había quedado con él ese día, estando los otros en Kankala (África), en cumplimiento de una misión civilizadora para los seres humanos. Muy rápidamente llegaron los refuerzos Shemsu, alertados por las llamas. Se trataba de nuestros guerreros que se encontraban en los dos puestos ubicados en las estribaciones de Ta-Ur. Cuarenta guerreros como máximo. Pero otros partidarios de Setes también llegaron. Los Anunnaki eran tan numerosos que el suelo tembló bajo sus pies.  Ningún poder habría sido suficiente para detenerlos.  Nuestros guerreros habían cerrado filas y resistió hasta el final, a pesar de todos estos intentos. Estábamos acorralados contra nuestros muros, pero eliminamos a muchos. Sí, ¡hemos aplastado los huesos de muchos de ellos! Por último, Asar salió de su refugio y se mezcló en la batalla. Fue un acto heroico apelando a todos los honores y a la mirada de la posteridad. ¡Luchó como un león!  
Él nos dio la fuerza para ir más allá de nuestros límites, a pesar de que todo estaba perdido. ¡Si no lo hubiera hecho, yo no estaría aquí para contarte esto! Yo salí detrás de él. Otros, más rápidos, se unieron a él para protegerlo. Asar no tenía en sus manos el cristal Ugur, puesto que ya no lo tenía en ese entonces, pero su hoja estaba desgarrando al enemigo como nunca lo había visto antes. Él, ¡el peleador más humilde y más bajo de nosotros! Él con sus propias manos derramó la sangre de nuestros enemigos como ningún otro. Pero, dado su creciente número, nos habían logrado masacrar; vi partir a dos de mis hermanos y varios primos esa fatídica noche. Pero, inevitablemente, el golpe mortal lo impactó. Sa'am-Asar cayó: había recibido una lanza por la espalda, sin que yo supiera de dónde venía. 
- Nos dijeron que fue Setes... 
-No, ¡eso es falso! Setes no se encontraba en combate cuerpo a cuerpo, se mantenía a la distancia; el merodeaba alrededor de los restos de Asar. Nuestro rey fue arrastrado por dos Anunnaki hasta la colina que cubre el templo Enkhu'ur. La lanza todavía estaba atrapada en su hombro. Yo los seguí gateando entre los cuerpos de mis compañeros. Fue llevado ante el traidor Setes que estaba cerca de Enkhu'ur. Este último rompió la lanza, asegurándose de dejar el hierro insertado en el hombro de nuestro soberano para atormentar su carne. Setes había cortado uno de los árboles sagrados que estaba en la santa colina. Luego ataron a nuestro rey en el árbol.  Fue entonces cuando Setes le habló a Asar, parecía hacerle preguntas. Estaba demasiado lejos como para oír. Él estaba fuera de sí. Como Asar no le respondía, el hipócrita lo golpeó una vez, dos veces, tres veces en la cara y la cabeza, pero nuestro rey permaneció digno. Entonces, el zorro de Setes tomó un cuchillo y le abrió el pecho. Asar gritó de dolor.  Un grito que recordaré toda mi vida...! 
La voz de Saglam se ahogó en una serie de sollozos. El gobernante de los Neferu estaba llorando como un niño, pero le pedí que continuara en el nombre de Asar, lo cual hizo: 
- ... Setes rio y rio sin parar... Su victoria fue total. Todo el mundo había caído a mí alrededor. Ni un solo guerrero estaba de pie.  Yo estaba allí, en medio de esta terrible pesadilla, recostado como todos mis compañeros, ¡y yo no podía hacer nada por él sin poner en riesgo mi propia vida! Lloré de rabia.  Varios Anunnaki pasaron alrededor de la zona en llamas, con sus lanzas en mano. Cuando tenían dudas en cuanto a la condición de un cadáver, le clavaban las lanzas en la cabeza. La victoria fue completa, pero todos estaban muy nerviosos.  No hay dudas de que no volverían. La carnicería duró hasta bien entrada la noche. Tuve la suerte de no ser víctima de una de sus lanzas. Setes metió la mano en el cuerpo de nuestro rey, yo... yo no sé lo que hizo.  Asar se derrumbó, pensé que estaba muerto. Luego me quedé dormido, agotado por la fatiga y la angustia, y cuando me desperté, el árbol y el rey no estaban allí... Era de día, el sol se había levantado. Me enderecé en silencio.  No se oía nada, ni siquiera las quejas de eventuales sobrevivientes. Me arrastré como un Ilan (serpiente). Recorrí las dos moradas de rodillas. A continuación, finalmente encontré el cuerpo de nuestro rey tumbado en el Gran Canal.  Estaba a medias sumergido en el agua y bañado en su propia sangre. Tuvieron que exhibirlo y hacerle dar la vuelta por nuestros dominios como un trofeo antes de dejarlo ahí, como una rama rota por los vientos. Miré a mí alrededor y lo retiré del líquido elemento. Por la gracia de la Fuente, y contra todo pronóstico, aún estaba vivo... 
- Nos dijeron que murió ahogado -Le dije sorprendido. 
- ¡Otra mentira para minimizar su sufrimiento! De todos modos, sabes como yo que él era Abgal (anfibio). Escupió el agua y la sangre, ¡y yo recuperé la esperanza! Asar era un Neter.  Con las últimas fuerzas que me quedaban, arrastré dolorosamente a nuestro rey y al tronco varios Remenu (codos). Encontré un arma no muy lejos de allí, y la utilice para separarlo. Las ataduras estaban fuertemente apretadas y habían marcado su carne. Cuando empecé a deshacerme de las cuerdas, la herida abierta en el pecho me fue revelada. ¡Por la Fuente! No lo podía creer: creo que Asar no tenía corazón, pero no estoy seguro. Sí, me has oído bien, ¡sin embargo, él todavía estaba vivo! No pude ver el corte por mucho tiempo, ya que me aterrorizaba. Quería hacerle creer que todo estaba bien.  Rápidamente traté de cerrar la herida abierta con mis dos manos. Desee que pudiera darme su magia para hacerlo... Él era un Neter, ¿por qué no? Él negó con la cabeza y me hizo señas para que me vaya. Vi sus suaves ojos carmesí, escuché su voz en mi cabeza: "Déjame amigo mío. Los soldados de tu reina están en camino. No puedes hacer nada por mí.  Ellos me encontrarán". Hubo un sonido cerca, como una conversación que el viento me había traído. Pensé primero que era nuestro rey, que seguía hablándome, pero en realidad eran nuestros enemigos. Me quedé unos momentos con Asar, abrazándolo con fuerza, pero él ya se había ido hacia "el otro lado". Algunos partidarios de Setes seguían allí, nunca dejan sobrevivientes. Así que me recosté rápidamente, me arrastre por nuestros dominios en toda su longitud para dirigirme a las alturas. Pude ver desde arriba el rastro sombrío que dejó el fuego de nuestros enemigos.  Esto se veía de lejos en el frescor de la mañana y mostraba la carnicería que había sufrido Ta-Ur. Yo me acomodé para esperar a los nuestros, escondido en la parte superior de la Pega (pasaje) que se introducía en la montaña, pero de repente me encontré con dos sobrevivientes de la matanza, dos Neferu. Uno de ellos era el herrero Mishak.  El segundo estaba en shock y nos incitó para que vayamos hasta los túneles del Duat para llegar al Gigal y la ciudad santa. Teníamos que proteger nuestros subterráneos lo antes posible y decirles a nuestros compañeros lo que había sucedido. Así que huimos a través de las montañas para llegar al Duat subterráneo de Kemet y su red de túneles. Pero durante nuestro paso en el camino a lo largo de uno de los afluentes del Urenes (el Nilo subterráneo), Mishak y yo comprendimos que nuestro segundo compañero era el traidor que había vendido a nuestro rey a Setes. El traidor Shemsu fingió estar lastimado y ralentizó nuestro progreso.  Él había dejado marcas a lo largo de nuestro recorrido subterráneo para que nuestros enemigos nos encuentren y descubran el camino que lleva a la ciudad santa de los Urmah. Lo torturamos para que nos revelase todo lo que sabía. Estábamos dispuestos a pasar horas haciéndolo, ¡pero una sola fue suficiente! No puedo explicar lo que le habíamos hecho para hacerlo hablar. Finalmente confesó y nos habló de los 71 cómplices de Setes que formaban el batallón de élite, y de sus dos cómplices que estaban entre nosotros en Ta-Ur. Él y sus dos socios habían abierto en secreto las puertas de nuestro dominio durante la noche. Los tres delincuentes habían traicionado a Asar y a nuestros hermanos por algunas tierras y mujeres... Por lo tanto, tuvimos la tarea de masacrar a uno de los traidores de nuestro rey, Mishak se dio cuenta, que se revelaría el camino que conducía a la ciudad santa, conocido por unos pocos iniciados. Una vez que obtuvimos la información, le dimos de comer grandes piedras, y arrojamos su cuerpo en el agua. Borramos muchas huellas que había dejado en las paredes, hechas a poca distancia de nuestras huellas en el suelo, y tapiamos el pasaje a pie que conectaba a Ta-Ur con Nashareth gracias a un desplazamiento de la tierra. Aset conoce toda la historia. Cuando llegó de la A'aménptah para recogerlo en Ta-Ur, y se estableció luego en Nashareth, fuimos a verla y le contamos todo. Ella entonces me dejo a cargo de los Dogan porque yo era el último en haber visto a Asar con vida ya que él había muerto en mis brazos. Nunca volví a la santa morada de Nashareth ni a Ta-Ur. Me da vergüenza, mi rey, estoy avergonzado de que los traidores se hayan infiltrado entre los míos. Toda mi gente sufre el deshonor por aquella noche maldita. 
Saglam "el sólido", estaba a punto de caer a mis pies cuando terminó de evocar su historia. El séquito del rey, así como Altin y sus parientes estaban todos llorando. Los Neferu (Nephilim) llevaban una carga muy pesada sobre sus hombros a causa de estos tres traidores. Los Shemsu del Oeste, los ancianos del clan Khentamentiu, les habían hecho pagar fuertemente la desaparición de Asar, mientras que ellos lucharon con él hasta el final, hasta la muerte. 
- Levántate, mi orgulloso Saglam -Le dije- Me toca a mí sostenerte en mis brazos, noble guerrero de Asar.
Pero Saglam estaba muy débil.  La evocación de ese terrible momento lo había agotado. Entonces le di un abrazo fraterno y lo reinstaure en su trono de madera. Reanudé:  
- ¿Qué puedo hacer para aliviar tu sufrimiento? 
- Nada, señor de Kemet. Tu presencia entre nosotros es inesperada. 
- Igualmente lo es tu llegada a mi vida y a mi corazón. Gracias a ti, comprendo muchas cosas. Si tú piensas que yo soy Asar, tu antiguo rey, sabes que no tienes que ser perdonado por nada. Voy a hablar en tu nombre en Nashareth, y volverás allí con la cabeza en alto.  Mi madre te dará la bienvenida con los brazos abiertos.  
- Yo dudo tener la fuerza y ​​el coraje. Si el clan Khentamentiu debe algún día darnos la bienvenida, lo harán por ellos mismos.
- Vamos a encontrar una solución para que se sepa la verdad sobre ti y sobre los tuyos. 
- Una verdad revelada, pero oculta, oh … -dijo Saglam-  El único consejo que me permito darle, mi rey, es no confiar en Her-Ra (Horus el viejo). Ya no es el Neter que era desde la muerte de Nut (Nammu). ¡Él hizo un pacto con el mal!
- ¿Con los hijos de la oscuridad, los Anunna? 
Al ver que no obtenía respuesta, entendí lo que quería decir. 
- Tú te refieres a los reales; acabo de descubrirlo hace poco -Le contesté-  Su morada está llena de Kingu y su guardia personal se compone solamente de Babbar (albinos). ¿Conoces los términos de este pacto? 
- ¡Es complicado! Pero solo te puedo decir lo que hemos aprendido a través de Asar. Fue él mismo quien me lo dijo una tarde, durante una de nuestras reuniones al pasar... Pero lo que sé se lo debo a nuestros progenitores Adinu, que te recuerdo, conocen bien a Her-Ra. Hace mucho tiempo que Ra está relacionado con los Kingu, no sabemos desde cuándo, pero sí que hace mucho tiempo. Es por esto que los tuyos y nosotros nunca hemos tenido ninguna queja sobre los reales. Ellos son más discretos, pero sólo en apariencia. Siempre y cuando no marchemos en sus tierras y no metamos nuestras narices en sus negocios, no tenemos nada que temer... 
- Ellos también se mueven en las dimensiones de KUR: es difícil marchar en ellas -Le dije.
Saglam estaba muy cansado, su respiración era entrecortada, probablemente por la emoción y el esfuerzo que tuvo que hacer para proporcionarme todos los detalles de ese fatídico día. Mientras se disculpaba, le hizo un gesto a Altin para proseguir con la discusión. Me dijo que ella sabía tanto como él. La futura reina de los Neferu reanudó de la siguiente manera: 
- Puede ser, pero eso no les impide tener guaridas por todo el mundo subterráneo. Como nos hemos ocultado bajo tierra de la misma forma que ellos, ya hemos tratado con los reales. Ellos no son complacientes, no más que sus hijos Imdugud. Los Shemsu y los Neferu son sólo bastardos a sus ojos, ¡pero sabemos que nos temen! 
- ¿Qué es lo que quieren? 
- Ellos hacen negocios, está es su casa. Ellos estaban aquí antes que nosotros, mucho antes de que tu abuela Nut (Nammu) descubriera su presencia. 
- ¿Negocios? ¿De qué tipo y con quién? 
- Negocios con engendros exteriores que no conocemos. Su interés se centra particularmente en la raza humana y su funcionamiento, y más en los humanos Babbar (albinos) ya que poseen sus genes. Cuando tu tía Serkit comenzó a trabajar en el tipo humano Babbar, los reales mantuvieron una estrecha vigilancia sobre esta creación dado que comparten los genes de los Adam Min (Homo sapiens) y los suyos. Creemos que los Kingu-Babbar prevén invasiones de la especie humana-Babbar sobre las instalaciones Anunnaki, como la de Kalam (Sumeria).
- Pero para esto, deben maniobrar en secreto. Aset trabajó en el tipo humano-Babbar con el fin de que los Anunnaki tuvieran menos control sobre ellos. 
- Sí, Aset había creado los Annegara Babbar (Neanderthal blanco "colocado después") y luego trabajó en los Adam Min-Babbar que Serkit había dado forma bajo las recomendaciones de Asar. Sin embargo, los reales también han modificado por su parte a los Adam Min. Esto nos da hoy día dos versiones de humanos Adam Min-Babbar (Homo Sapiens blancos) similares físicamente, pero no similares desde un punto de vista químico. Por un lado, las versiones de Asar-Serkit-Aset, ligeramente reelaborados, y por el otro, las versiones de los Kingu. 
- ¿Cómo los distingues? -Le pregunté.  
- Por lo que sabemos, no hay manera de diferenciarlos.  La versión modificada por los tuyos es capaz de razonar de forma inconsciente, utilizando la intuición, y la otra sólo puede razonar de modo consciente. El hecho de razonar solamente de manera consciente indujo a los individuos a que actúen por cálculo. Asar había realizado la misma modificación sobre los Adam Min (Homo Sapiens) de Kankala en la parte posterior de sus antepasados, para evitar que el género humano se terminara matando como los Neteru (dioses). 
- Esto le dio a los mortales que lo tienen un poder sobre los demás. Mientras estamos aquí para hacer la ley, todo va a estar bien, pero si los Neteru ya no están... 
- Eso es lo que quieren los Kingu -Respondió Altin- Ellos nunca intervinieron directamente y simplemente dejaron que tus antepasados ​​se mataran. 'Nki-Asar no reproduciría el esquema Gina'abul con la especie humana.  Tal vez pensó que los Neteru un día ya no estarían aquí y que los seres humanos tendrían que vivir sin ellos, y fatalmente hacer frente a los Kingu. 
- Por lo tanto, los reales combaten junto a Ra. Ellos se involucran a pesar de todo en nuestras historias. 
Saglam respondió irritado: 
-Es sólo un pacto aislado, y debe estar relacionada con un contrato entre Ra y ellos. ¡Esto es sólo para protegerse, y sólo a él!  
- El carecía de protección recientemente -Añadí divertido. 
-Sí, al parecer -Retomó Saglam- Las noticias viajan rápido como tú sabes. Afortunadamente para él que Aset conociera la cura. 
- Volviendo a tu pregunta -Dijo Altin- Sería necesario averiguar qué hay detrás de todo esto y conocer el plan de los Kingu. 
- ¡Yo me ocuparé de eso! Voy a terminar descubriéndolo -Le dije. 
- Haz todo con mucho cuidado, mi rey -Reanudó Saglam- No agites demasiado ese lado. No despiertes lo que se ha quedado dormido... 
Con un gesto Saglam pidió a dos de sus guardias que lo ayudaran a levantarse. Todavía estaba débil.  
- No te preocupes por mí, Nebr (señor) -Me dijo- Es sólo pasajero. Guardé dentro de mí toda esta historia por demasiado tiempo. Me hizo un gran bien poder contártela. Sólo necesito descansar. Esperando que nuestra alianza se materializa a través del gesto de tu elección, y para demostrar que soy el más feliz de los Neferu, te daré un centenar de mis soldados. Gurur, mi orgulloso apoyo, te traerá a cien de nuestros guerreros más valientes. Todos serán voluntarios para formar los primeros miembros de los Shemsu-Heru (seguidores de Horus). 
Así fue como conseguí mis primeros guerreros, lo que daría nueva vida a mi búsqueda de la verdad y a la reapropiación de mis derechos familiares. En menos de una hora, los voluntarios se presentaron ante mí en la sala principal, donde me habían ovacionado por el nombre de mi padre. Me habían llamado Asar, que también significa "diezmo" en su idioma. Fue efectivamente 'Nki-Asar quien tuvo que establecer las reglas de la realeza y del tributo alimentario destinado a alimentar a los Neteru de Kharsag. [[6]] 
Así que les pedí a los Neferu, bautizados como "Shemsu-Heru" por Saglam, que caminen por el Mehti (Delta del Nilo), y que acampen en la colina de Dep, cerca de la colina de Pe donde se encuentra una importante concentración de miembros del clero de Asar. Aquí es donde pasé los momentos más hermosos de mi infancia con mi madre. Acordamos que harían contacto con el clan Khentamentiu en mi nombre, manteniendo una buena relación con ellos y esperando mis siguientes instrucciones.




[1] Ver El Secreto de las Estrellas Oscuras, a partir de la página 199.
[2] Ref. Génesis de Adán, p. 157
[3] Este es efectivamente el nombre que la literatura egipcia atribuye al lugar de origen de los seres halcones, los seguidores de Horus. El sitio se encuentra al norte de la antigua Kharsag, cerca del jardín de Ninmah, llamado hoy Eruh, un nombre que no tiene ningún significado en turco pero recuerda claramente el nombre egipcio de Horus: Heru.  Por otra parte, como hemos visto, el término turco Dogan ("halcón"), desglosado en sumerio da DU14-GAN, "portar el combate" o "nacimiento de guerra", lo cual es consistente con el papel de los Nephilim, o Neferu, los hijos de los vigilantes.
[4] Si mis cálculos son correctos, el Nisighu debía tener entre 80 y 100 metros de largo.
[5]  Recordatorio: el templo de Sethy 1° de Abydos fue construido sobre las ruinas de esta antigua casa de los Shemsu-vigilantes de Osiris.
[6] Recordatorio: en El Testamento de la Virgen, se encuentra a partir de pág. 107 todo lo que se relaciona con Asar (Osiris) y el diezmo pagado a los dioses.  Por una extraña "coincidencia" Asar significa "diezmo" tanto en turco como hebreo...

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