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LOS HIJOS DEL HALCÓN
"Los Nephilim estaban en la
tierra en aquellos días, y también después, cuando los hijos de Dios se unieron
a las hijas de los hombres y ellas les dieron a luz hijos; estos son los héroes
de la antigüedad, hombres de renombre". 16
Génesis 6: 4
Unas pocas semanas
después, fui enviado a Aset-Je (Dendera). Nebet-Aha, la matriarca del dominio,
me había ordenado que venga a buscar a mis dos protegidas que había salvado de
las garras de mi tío. Claramente, había un problema. ¿De qué orden?, no tengo
ni idea, sobre todo porque cuando dejé a Meri, me dijo con un tono alegre que
me esperaba un gran día. La magia de nuestra reina se me escapa. ¿Ella
realmente percibe el futuro o bien percibe cosas que luego interpreta?
Cuando llegué, me
encontré un cadáver envuelto en la entrada del dominio. Una sacerdotisa
esperaba mi llegada cerca de la puerta; ella me aconsejó no acercarme al cuerpo
y me guio hasta la matriarca. Nebet-Aha estaba orando en una oscura celda del
templo. Un olor extraño y familiar encantaba el lugar, era el de Benben y las
piedras negras de A'akhet. Sentí un soplo de calor. Cuando la matriarca salió
de su retiro, ella tomó un tono autoritario:
- ¡Aquí llega al
fin! La próxima vez que me pida que de hospitalidad a extranjeras, asegúrese de
que estén sanas.
-Por La Fuente, ¿qué
ha sucedido?
-Una de sus
protegidas era la portadora de un mal, un mal que ha puesto a nuestro dominio y
a su santuario en peligro. No hemos podido salvarla.
- ¿Altin?- Le
pregunté con ansiedad.
- No, Altin está
viva, pero sigue estando frágil. Tú vas a llevártela hoy, junto con el cuerpo.
- ¿Por qué no me
contactó antes?
- Por razones de
seguridad, pedí el confinamiento de nuestro santo dominio durante varias
semanas. El mal ha sido eliminado y todo desplazamiento es nuevamente posible,
yo le mande a buscar. Usted no podría haber hecho nada de todos modos.
El trato entre la
matriarca y yo nunca fue bueno. No puedo explicarlo; hay algo que no funciona
entre nosotros. Desde que traje a mis tres concubinas a Aset-Heh, el tono de
Nebet-Aha es aún más quebradizo. Creo que mi tía Nebet-Hut y ella habían ideado
un plan que no les salió según lo planeado. Pero ¿cuál? Esta pregunta me
preocupó durante algún tiempo. Pero no creo que esta visita me traiga la
respuesta.
Le pregunté a
Nebet-Aha si hubo más pérdidas que lamentar, y ella dijo que no, que ella había
reaccionado a tiempo, pero que Altin había sido afectada ya que estaba con la
víctima. Por consiguiente fue difícil de tratar. Me di cuenta en ese momento
que Seyhtanri (Seth), sin duda había contaminado a la humana destinada a una
ejecución pública. ¿Pero por qué sacrificarla si había sido infectada
previamente?
Altin vino a nuestro
encuentro, escoltada por una sacerdotisa humana. Su tez estaba pálida y su
marcha inestable. Se arrojó a mis brazos.
- Encontré todas mis
fuerzas en cuando te vi, mi príncipe -Me dijo ella.
- ¡Que conmovedor!
-Replicó la matriarca con un tono irónico- Hijo de Meri, espero que no vaya a
insultar a su madre mezclándose con una humana y en el trono de Kemet... Voy a
dejarle manejar la situación, y conducir su destino. Altin quiere ir a casa, yo
no sé dónde, en el Este, entre los salvajes. ¡Que así sea!
Cuando nos dejaba,
Netbet-Aha se volvió hacia mí y me recordó que no me olvide de llevarnos el
cuerpo con nosotros. ¿Qué debía hacer? Altin me sacó fuera del templo, quería
salir de allí rápidamente. Al salir, escuchamos una flauta haciendo eco en la
distancia. Su fina sintonía era exquisita. “Me recuerda el sonido de los
pájaros Bulbul” comenté. Altin me preguntó qué era un Bulbul. Le respondí
que no existían en su hogar, que era una especie de ave de Kankala (África),
también presentes en la A'amenptah (Atlántida) en la época de mi padre.
Estábamos cerca del
cuerpo de la infortunada. Altin me dijo que fue ella la que había pedido a la
matriarca recuperar el cuerpo.
- ¿Sigue siendo
contagiosa?
- No, yo no lo creo,
pero las sacerdotisas se mantienen cautelosas -Respondió Altin.
- Tú sabes, sería
más prudente no llevarla con nosotros. Deberíamos incinerarla ahora...
- ¡Sabia decisión,
hijo de Meri!- Dijo una voz detrás de Altin.
Fue Mersegrit, una
de mis ex concubinas. Llevaba un abrigo inmaculado que destacó su piel
aceitunada. Su andar era elegante y silencioso. Mersegrit era la más temeraria
de mis tres pretendientes. Era la única que se me había impuesto a tomarla por
detrás. Su cola se había elevado y envuelto alrededor de mi cuello, con la
amenaza de asfixiarme si no le brindaba satisfacción...
- Este cuerpo aun
parece contagioso -Reanudó Mersegrit- Sería más seguro que el hijo de Meri no
se acercara.
- ¡No! tenemos que
llevarla -protestó Altin.
- ¿Por qué, joven
humana?
- Para regresarla a
su familia y colocarla en su tumba.
- No voy a permitir
que nuestro futuro rey sea contaminado por tu culpa, pequeña imprudente.
-No te preocupes por
mí, Mersegrit, tengo piel gruesa -Le respondí- Gracias por tu preocupación.
- Partamos ahora -me
pidió Altin- ¡Que estaré en medio de mi pueblo antes del atardecer!
Asentí con un
movimiento de la cabeza. Mersegrit gruñó con rabia:
- ¡¿Usted se
atreve a escuchar y a obedecer a una humana?!
- Altin posee sangre
Gina’abul, yo la respeto tanto como a ti.
- Entonces, ¡no te
hagas ilusiones, bastarda! -reanudó Mersegrit- No serás más reina de Kemet que
mis hermanas y yo. Su madre lo ha hechizado. Su Ba (alma) le pertenece.
- No la escuches,
Heru, esta celosa. Esta poseída por el poder de las piedras negras. Ella y sus
dos hermanas las manipulan en secreto en el templo. Las vi el otro día.
- ¿Las piedras
negras de A'akhet? -Le pregunté ingenuamente.
Mersegrit repitió
nerviosamente la frase:
- Las piedras negras
de A'akhet por supuesto, ¡pobre ingenuo! Gracias a ellas, lo sé todo, ¡y tú
nada! Deberías mezclarte de nuevo conmigo, tendría mucho para enseñarte acerca
de ti mismo y de tu destino. ¿Te acuerdas de nuestros intercambios voluptuosos?
Del poder divino que me has concedido y que me ha sumergido en una marea
creciente. ¡Esta marea no baja, hijo de Meri!
- ¡Suficiente! -
intervino una voz detrás de mí.
La matriarca
apareció, estaba enfadada con Mersegrit. Netbet-Aha le ordenó regresar de
inmediato al templo, y preparar la oración. Ella volvió a hablar, dirigiéndose
a mí:
- Le ruego que
disculpe su conducta, Nebraska (señor). Ella aspira a convertirse en su reina,
eso es todo.
- Ella no soporta el
poder de mi Niama (fuerza vital). Todo esto es mi culpa ...
- ¡Ella y sus
hermanas lo sabían! Ellas sobrevivieron, y yo voy a ayudarlas.
- ¿Desde cuándo se
acercan ellas a las piedras sagradas?
- No te preocupes,
recientemente. Cuando usted las frecuentaba, ellas todavía no las tocaban. A su
regreso, las tres solicitaron el derecho a manipularlas. Debido a que son
talentosas y dedicadas, concedí este derecho a dos de ellas. Tefnut pronto
podrá manipularlas a su vez.
- ¿El cuerpo de la
difunta aun es contagioso?- Le pregunté.
- Yo no lo creo,
porque la he impregnado con mi medicina. Tu protegida quiere repatriarla a su
país, es por eso que estoy a cargo de la descontaminación hasta su venida. Yo
hubiera deseado colocarla en mi camilla para embalsamar lo antes posible, pero
Altin ha preferido mantener su cuerpo tal como está. Sin embargo, siga siendo
prudente, hijo de Meri.
Ante esto
salimos, la matriarca salió con paso
rápido hacia el templo dedicado a mi madre y a mi abuela.
- La sacerdotisa le
teme -Dijo Altin.
- ¿A mí?
- No sé por qué,
pero te tiene mucho miedo. Ten cuidado con ella, hijo de la gran Tanrica
(diosa). Por el contrario, ella fue sincera acerca de este asunto.
- ¿De qué me estás
hablando?
- Debes utilizar
mejor tus poderes de lian (serpiente), habrías entendido bien lo que yo estaba
tratando de hacerte comprender en secreto. La fallecida no ha sido
envenenada por el Seyhtanri, sino aquí.
- ¡Eso es imposible,
no en Aset-Heh! ¿Por qué?
- Para eliminarnos,
a ella y a mí. Excepto que yo no bebía el agua que me traían cada
día. Yo bebía la del gran pozo. Si digo la verdad, tú y tu madre
están en peligro. Ella urdió su complot en su templo principal. Yo
guardé este cuerpo para que puedas hacerlo inspeccionar por tu madre, la
hechicera.
- Vamos a evitar
implicarla en esta historia. Yo le informaré si lo que dices es
cierto. Sé a dónde ir. ¿Tú vives muy al Este, en las montañas?
- Sí.
- Ese será ahora
nuestro camino.
Tras estas palabras,
traje mi Geghu cerca de la entrada del dominio para meter el cuerpo en la
bodega. Así entonces dejamos atrás a Aset-Heh y tomamos la dirección
noreste hacia Igi-Ra (el ojo que mide), la montaña de
Serkit-Ninmah. Cuando llegamos, aterrice mi Geghu tras una nube de
polvo. Me bajé de la nave y me reencontré con los Adinu. Los guardias
me miraron. Ellos cambiaron la expresión extrañamente al ver a Altin, y se
inclinaron para saludarla.
Un camino
pavimentado nos llevó hacia la casa de mi tía. "Nunca había sido
tan bien recibido aquí", le dije a Altin con humor. Un guardia
golpeó la puerta de madera de Serkit y dijo: "Semhaza, una sorpresa
para ti". Entramos. Mi tía tenía un aire de aturdida:
- Estás aquí, ¿eres
tú?
- Sí, mi
tía...
- No, tu no, Altin
Altin se arrojó a
los brazos de Serkit. Obviamente, ellas se conocían. Mi tía me
explicó que mi protegida había estado aquí y que había desaparecido hacía
varios meses.
- No he tenido la
oportunidad de formularte los otros días en A'amenptah: mis felicitaciones por
tu hazaña en la batalla de Mafke't (Sinaí) -Me felicitó Serkit.
- Nosotros tuvimos
suerte porque éramos superados en número. Afortunadamente mi Geghu estaba
allí. Quizás no tengamos tanta suerte la próxima vez...
- No subestimes tus
capacidades, Heru, como la de los diferentes Shemsu -Agregó.
Altin entonces
relató su historia reciente a la soberana de los Adinu que luego ordenó a
varios de sus guardias que le trajeran el sospechoso cuerpo. Altin le dijo
que pensaba que había sido envenenada.
- Otra historia de
veneno, decididamente, ¡me van a estropear, tu madre y tú! -Se quejó Serkit en
un tono casi divertido.
Cuando depositamos
el cuerpo en la casa de la reina, esta última nos despidió, citando el hecho de
que tenía que trabajar sola y en paz. Mi tía le dio a Altin una manta de
piel de oveja para abrigarse. Así que fuimos a tomar aire; el cuerpo olía tan
mal que el viento fresco nos hizo bien. Las calles estaban casi vacías.
El día ya declinaba y los rayos solares daban un tono naranja a la cadena
montañosa que nos rodeaba.
-
No me gustan las montañas -Le dije.
-
Yo las conozco de memoria; aquí es donde vivo, mientras que tú eres un Tanri
(dios) de los grandes ríos, de las llanuras y desiertos. Estas habituado a
horizontes muy distantes.
-
Probablemente tendremos que pasar la noche aquí, a menos que aceptes volar de
noche -Añadí.
-
No, vamos a salir mañana, cuando tengamos la respuesta a este enigma. Si
los traidores circulan libremente en tu círculo íntimo, es importante que los
sepas.
-
¿Por qué haces esto?
-
Tú me salvaste la vida, hijo de la Tanrica (diosa). Entre los nuestros, no
nos gustan los traidores.
-
Entre los míos tampoco. Nuestra familia ha sido traicionada más de una
vez. Mi padre murió a causa de una traición.
-
¿Qué sabes tú sobre ese asunto? -Me preguntó.
-
Nosotros no sabemos mucho. Mi padre Asar había reclutado a Shemsu del Este
entre su guardia personal, y tuvo que ser entregado al enemigo por uno o más de
ellos. Es por eso que hubo después una división dentro de los tres
principales clanes Shemsu. El territorio de mi padre fue atacado un día en
que gran parte de sus guarniciones habían sido enviadas a un frente
vecino.
-
¿Estos seguidores del Este que estaban con tu padre, era los de Ra, o los de
aquí, los Adinu?
-
Ambos clanes tienen orígenes similares, había seguramente de los dos. De
todos modos, nunca encontramos a los culpables. No hubo ningún
sobreviviente luego del ataque contra Ta-Ur (Abydos).
-
Si, ¡los hubo!
-
¿Qué sabes tú?
-
Mishak estaba entre ellos.
-
¿El herrero que tu antiguo dueño asesinó? Pero era un ser humano, no un
Neter (dios). Mi padre no alistó a seres humanos en su custodia. Es
más, si es así debería haber muerto hace mucho tiempo, todo esto se remonta a
varios cientos de años.
-
No, él era parte de los Dogan, fue uno de los que llaman Neferu
(Nephilim).
-
¿Cómo sabes que los Neferu lucharon con mi padre? -De repente comprendí lo que
Altin me escondía: no era una humana provista con genes Amasutum, sino una
Nefer. Ella ocultó este hecho desde el principio.
-
¿Por qué me has ocultado algo así? -Le pregunté con rabia.
-
Te ruego que no me culpes, pero tuve que poner a prueba tu virtud. La zona
donde vivo está oculta. Nadie, incluso entre tu gente, sabe dónde
vivimos. Sólo tu tía Semhaza lo sabe.
-
¿Cómo se llama este lugar?
-
¡La región de la Doble Verdad! Debes saber que el herrero Mishak fue uno
de mis tíos y un hermano del rey de los Dogan. Yo soy la sobrina de
nuestro soberano. Nuestro rey no tiene más hijos; todos ellos murieron en
diversas batallas. Siendo la mayor de mi familia, yo soy la heredera de
los Dogan. ¿Tú querías reunirte con ellos? Bien, yo puedo
ayudarte.
-
¿Qué sabe tu pueblo sobre mi padre?
-
¡Mucho! Mucho más de lo que piensas.
Altin
se había deslizado bajo mis brazos. Hacía frío. Estaba atrapado en
un momento de vacilación. ¿Qué iba a pedirme a cambio? Se dio
cuenta de mi vergüenza y me dijo que mantenerla caliente no me comprometía a
nada.
-
Yo nunca te pediré nada, somos nosotros los que te debemos mucho -Me
dijo- Y nunca omitiré esto: yo soy una futura soberana, la de un pueblo
orgulloso llamado Dogan, ya no puedo ocultarlo más, ellos están impacientes por
conocerte. Los Dugan (''que portan el combate"), de acuerdo con el
idioma de mis antepasados, o Dogan.
Le
pregunté otra vez qué significaba Dogan en su idioma. Ella respondió:
-
¡Halcón! No me preguntes por qué, tú lo verás por ti mismo.
Dada
la hora, le propuse a Altin abrigarse en mi nave, afirmando que podría pasar la
noche allí. Cuando nos acercamos a Geghu varios Adinu nos
interceptaron. Nos ofrecieron unirnos a ellos. La futura reina de los
Dogan fue a Igi-Ra, y ella tenía por aliado al hijo de Meri. Tal cosa
parecía increíble para sus ojos. Fuimos invitados bajo la gran cúpula,
donde la lente se mueve día y noche sobre el cielo. Gran parte de los
Adinu estaban allí. Nos recibieron fraternalmente. Todo el mundo
conocía a Altin, la Nefer de los Shemsu del Este. Su alegría estaba en su
apogeo. Hubo música, canciones, bailes y comida. En un momento, nos
olvidamos de todas nuestras preocupaciones. La cerveza fluía a flote, y
yo bebí un poco de más.
Al
día siguiente, Serkit tenía los resultados de su autopsia y se puso en contacto
con nosotros. Yo tenía un fuerte dolor de cabeza. Mi tía había
trabajado toda la noche. El cuerpo presentaba rastros radiactivos
anormales. Le pedí a Serkit si podía especificar lo que eso
significaba:
-
No sé más que eso, Heru, sólo puedo comentar sobre lo que es visible. Pero
estas radiaciones no son la causa de su muerte.
-
¿Cuál fue la causa, entonces? -Le pregunté.
-
Altin estaba en lo cierto, es un poderoso veneno que no se encuentra de forma
natural en este planeta. Yo no pude descifrarlo totalmente, porque ha sido
capturado un momento por las trazas radioactivas, pero ese veneno es conocido
por cualquier Ninti (sacerdotisa de la vida).
-Serkit parecía avergonzada. Ella pidió a Altin que saliera de la casa por unos instantes. Nuestra conversación continuó:
-Serkit parecía avergonzada. Ella pidió a Altin que saliera de la casa por unos instantes. Nuestra conversación continuó:
-
¿Qué ocurre, tía?
-
Este veneno es casi idéntico al que se le administró a Her-Ra en la tierra de
la batalla de Mafke't (Sinaí).
-
¡Es imposible!- Protesté.
-
Lo dudo, Heru. Conozco el secreto de tu madre, y los tuyos. No te
preocupes, seguirá siendo guardado por mí. Admito que los dos me han
entretenido. ¡Ra recibió una buena lección! Pero este caso es
diferente. No puedo ver a tu madre envenenando a una residente de
Aset-Heh (Dendera).
-
Sobre todo porque nunca pone un pie allí -Añadí- Creo saber quién es la
culpable, mi tía. Mersegrit, una de mis tres concubinas que vive en
Aset-Heh, tiene una cola, al igual que mi madre solía tener...
-
Sí, ¡al igual que yo! Sólo las Amasutum antiguas disponen de este apéndice
y, por tanto de un veneno, el mismo veneno al que tu antiguo yo se enfrentó en
la iniciación del fuego del As en Margid'da (Osa Mayor) [[1]]. Si
lees los anales del gran Sa'am, era Sé'et quien poseía tanto el veneno como el
antídoto. Volviendo a nuestro asunto, es obvio que es esta Mersegrit, o
una de sus hermanas, que sin duda envenenó a esta pobre mujer. ¿Sabes por
qué?
-
¡Seguramente por venganza! Ni ella, ni sus hermanas me llamaron la
atención como futuras esposas.
-
Eso está arreglado. Ahora puedes hacer entrar a Altin.
-
¡No, aún no! Si me lo permites, voy a beneficiarme de este momento de
pedirte algo más. Después de la batalla de Mafke't, los Urshu de mi
hermano y yo hemos visto a la guardia personal de Ra.
-
¿Y?- Me dijo ella interrogativa.
-
Eh bueno, estos soldados no eran Nungal-Shemsu...
-
¿Que eran entonces?
-
... ¡Eran Kingu-Babbar!
- ¿De los
reales? Eso es preocupante. Te puedo asegurar que yo no sabía nada. Pero
esto puede explicar tal vez la sorprendente paz que hemos conocido por siempre
con los reales, mientras que estos últimos están en conflicto abierto con los
Anunna. Hay, sin duda, un elemento que se nos escapa y debe estar
relacionado con el tratado firmado en el Abzu (el mundo subterráneo) entre Nut
(Nammu), Neret (Neith-Dim'mege) y los Kingu. [[2]]
- Tú eres consciente
de eso, ¿verdad?
- Te olvidas que
Asar y yo fuimos íntimos durante mucho tiempo antes del regreso de tu
madre. Tu tía Neret, que elevó a Her-Ra, debe haber concluido un acuerdo
especial con los reales, esto se vuelve claro. ¿Cuál? Tal vez
se pueda saber algún día. Traté de averiguarlo hace mucho tiempo, pero
Neret no quiso decirme nada.
Terminamos nuestra
conversación confidencial y Altin pudo regresar a la casa de mi tía. ¿Cuál
era el reporte final de la relación entre las trazas radiactivas encontradas en
el cadáver y su muerte? Serkit orgullosamente respondió que esto
demostraba que la persona que había envenenado a la humana manipulaba
sustancias radiactivas. Estas sustancias provenían, por supuesto, de las
piedras negras, las de A'akhet (la colina en el horizonte). Después de
haber completado su tarea, Serkit quería descansar. Ella nos preguntó si
queríamos recuperar el cuerpo y Altin contra todo pronóstico, respondió que
ella no conocía a la mujer. Mi tía se ofreció a hacerse cargo de los
restos y nos invitó a reanudar nuestro viaje. Los saludos fueron
expeditivos.
Así que retomamos el
camino al cielo para reunirnos con los Neferu Dogan, los "halcones",
según la traducción que Altin me había dado sobre esta palabra. Altin me
pidió que tomara la dirección de la antigua casa de Serkit. "¿El
antiguo Kharsag, el territorio maldito?" le pregunté. Ella me lo
confirmó con una inclinación de cabeza. Me sorprendió.
Nuestro viaje fue
rápido. Cuando llegamos a la antigua Kharsag, Altin me pidió que
aterrizara un poco más al norte, "¿Ves esa depresión de allí, en forma
de peces gordos? Ahí es donde tenemos que bajar", dijo.
- ¿Ahí? ¡Estoy
soñando! ¿Aquí es donde ustedes viven?
- Yo te dije que era
la región de la Doble Verdad... [[3]].
De acuerdo con nuestras tradiciones, se dice que tu padre estaba enojado
y que él un día puso su nave estelar aquí, y habría creado esta marca en el
suelo.
- Sí, tenía que
aterrizar cerca de Kharsag varias veces, pero jamás haría una marca de este
tipo en la roca; Además, es demasiado grande en comparación con su Nisighu
(pájaro azul). [[4]]
Geghu aterrizó en un
remolino de polvo pesado y húmedo. La región de la Doble Verdad estaba
bañada por la luz dorada de la mañana. El sol brillaba como mil
luces. Nos bajamos de la nave y la princesa de los Neferu examinó el
paisaje. Luego puso sus manos alrededor de su boca para comenzar un
chillido que me recordó el del halcón. Altin lo hizo en varias ocasiones
hacia los cuatro puntos cardinales; el eco hizo el resto. Mientras
esperábamos, le pregunté por qué su pueblo se había refugiado aquí. Ella
respondió que era el último lugar donde Seyhtanri vendría a cazarlos...
Era un entorno
desértico. La estrella del día se elevó en silencio y ya iluminaba el
hueco de las montañas con su cálida y relajante luz. Escuchamos un
grito similar al de Altin. Siluetas aparecieron en la distancia. A
medida que se aproximaban, pude ver que estos seres eran altos y
atléticos. La joven mujer entrecerró los ojos y dijo en tono
divertido:
- Ah, quieren
impresionarte: ¡llevan puestas sus máscaras!
- ¿Cómo saben quién
soy?
- Ellos conocen tu
nave. Supongo que ha pasado un tiempo desde que la vieron circular en el
cielo.
- Has escondido muy
bien tu juego, Altin... Tú sabías quien era yo desde el principio.
- Sí, es verdad, sin
los poderes de Seyhtanri, te habría reconocido de todos modos. Mi gente te
conoce muy bien.
Altin suspiró y un
escalofrío recorrió todo su ser.
- ¿Qué
ocurre?- Le pregunté.
- Hace casi un año
que no he visto a los míos. En este momento que hablo contigo, ellos no dudan
que soy yo, ¿pero me aceptaran?
- ¡Pero, por
supuesto...!
- He cambiado, tú lo
sabes. He cambiado a causa de tu tío y el terrible poder que inculcó en
mí. Tuve que hacer estas cosas, allí, para sobrevivir...
- Tú no tienes obligación
de decirles lo que te pasó; ¿me entiendes Altin? -Le dije, agitando su brazo-
Yo no diré nada. Pero tendré que improvisar, porque están
llegando...
Era un grupo de diez
personas. Las máscaras de metal que llevaban eran de plata y reproducían
las características del halcón. Sus espaldas eran impresionantes. Sus
alturas también, porque eran cerca de una cabeza y media más altos que
yo. Llevaban una armadura hecha de diferentes metales. Los Neferu
sostenían en sus manos arpones y lanzas de metal, probablemente de
hierro. Me quedé muy impresionado. Uno de ellos levantó su máscara,
revelando sus ojos azules. Él miró a Altin con una mirada que expresaba
desconfianza.
- Bueno, mi prima,
¿de dónde vienes? Nosotros hemos estado buscándote por todas partes.
Altin tartamudeó,
buscando las palabras, pero la inspiración no vino a ella. El "primo"
no se veía cómodo. Yo tomé la palabra:
- Ella aún está
conmocionada. Tuvo que caminar durante meses en el desierto. Yo la
encontré hace más de ocho semanas en la orilla oeste de Kem-Ur (Mar
Rojo). Ella estaba tratando de escapar de una división Anunnaki...
- Nosotros tenemos
centinelas allí, y no han visto nada.
- Yo tampoco he
visto a tus centinelas -Le contesté.
- Es que ellos son
más eficaces que los de clanes Khentamentiu y los Shemsu-Ra juntos.
El Nefer miró a
Altin detenidamente. Terminó diciendo:
- Bienvenida, mi
prima, nuestro futura soberana.
El Nefer hizo una
señal a sus compañeros. Uno de ellos intentó vendarme los ojos. Saqué
a Uatch de su vaina, pero Altin me calmó y me señaló que estaba justificado.
Ellos me llevarían a su retiro escondido, y como yo era todavía un desconocido
para ellos, no querían correr riesgos. Les dije que no quería dejar mi
nave al descubierto. El Nefer me dijo que iba a ser vigilada, y que de
todos modos, ninguna nave enemiga sobrevolaba esta región.
Una vez con los ojos
vendados, los soldados me hicieron girar sobre mí mismo, y tomamos la
carretera. La marcha duró una hora, y pasamos por los fuertes ascensos y
descensos agudos. Finalmente llegamos a nuestro destino cuando comencé a
escuchar que nuestros pasos resonaban en cuevas misteriosas. Nos hundimos
bajo la roca. El choque de las armas de los Neferu que acompañaron mi
viaje en silencio se hizo más marcado. Altin estaba cerca de mí, sentí su
olor; ella me susurró: "Estos túneles no son naturales, fueron
excavados por tu padre Asar". Yo temblaba en silencio porque
estaba muy impresionado por esta reunión. Tuvimos que pasar varios
guardias y nos acercamos poco a poco. Un alboroto que se convirtió en un ruido
ensordecedor. Entonces percibí las voces elevándose y proclamando de
corazón: "Asar; Asar; Asar; Asar; Asar...". Hicimos un
par de pasos más, y uno de los soldados me quitó la venda de los ojos. Yo
estaba frente a una sala monumental tallada en la roca. El aire allí era
sofocante. Los grandes candelabros se balanceaban al ritmo del techo. Una
enorme multitud estaba allí, aclamando el nombre de mi padre quien era el gran
ausente de mi existencia. Sin embargo no era a Asar a quien ellos
glorificaban, era más bien a mí. Tuve que levantar mi mano para
responderles. Extraña sensación la de ser entregado a la mirada de
extraños que parecen conocerte. Ni siquiera sabía por qué estaba
allí.
Los clamores se
prolongaron durante un tiempo que pareció considerable. Cuando terminó el
aplauso, un guardia me dio una palmada en el hombro y me invitó con una señal a
encontrarme con su soberano Saglam, que significa "a la cabeza de
muchos" en el idioma de mis antepasados. Altin estaba detrás de mí.
Me explicó que su nombre significaba "sólido" en su
idioma. Ella y algunos soldados luego me guiaron hacia su soberano.
Los pasillos eran del mismo tipo que los de la sala de Setes y de los
diferentes Kedjiu (vigilantes) de Kursig (Capadocia).
- Ah, ahí estas al
fin, hijo del grande. ¿Fuiste tú quien encontró a mi querida
sobrina?
El rey Saglam, el
sólido, no era tan grande como la mayoría de sus soldados. A pesar del
hecho de que él estaba sentado, parecía tener mi altura. ¡Pero era gordo!
Saglam insistió en arreglar los pliegues de su gran capa ocre que le
servía de hábito. Sus manos corrían por sus muslos y su vientre, nunca
encontrando los pliegues rectos para esconder su barriga. Su largo cabello
castaño dorado era suave y terminaba en rizos sobre sus hombros. Sus
pequeños ojos claros eran tan maliciosos como los de una comadreja.
- Sí, señor, soy yo
-Le contesté.
- ¡En buena
hora! ¿Así que eres tú, joven halcón, quien tomará la mano de Altin?
Tenía que encontrar
una excusa y actuar como si nada hubiera pasado:
- Ay, mi corazón ya
está tomado, gran Rey.
- ¿Tu corazón ya
está tomado? Pero, si es así... ¡por el cuerno de la cabra que comí
ayer!
- Es un secreto que
no puedo confiar a nadie en este momento, pero eso será revelado a usted antes
que a nadie, se lo prometo.
- Bien, bien.
Cuento contigo, ¿sí? Pero este terrible anuncio eclipsa el regreso
de nuestra futura reina amada. Eso es lamentable. ¿Estás seguro de
que esa joven vale la pena?
- Sí, así lo creo,
señor.
- Bien.
Entonces, ¿tú querías reunirte con nosotros para hacer negocios?
- Definitivamente no
puede ocultar nada a usted, gran Saglam.
- Y es por eso que
yo soy el rey -Dijo divertido.
- Por desgracia,
tengo malas noticias para usted, Señor. Yo tenía una cita importante con
uno de los suyos, pero llegué demasiado tarde. Fue asesinado por el
Seyhtanri de Kursig.
- Tu tío, ¿es eso
cierto?
- Sí.
- ¿Quién era este
Dogan que asesinó ese monstruo?
- El herrero Mishak.
- ¡Por mi barba que
me corté hace tres lunas! Era uno de nuestros mejores espías, y sobre todo
un buen amigo. Lo habíamos enviado en busca de mi querida sobrina y lo
habíamos perdido poco tiempo después. Pero prosigue, por favor.
- El Poder de Kemet
está en mis manos. En nombre de la antigua alianza que unía a mi padre con
su gente, estoy a punto de recuperar las tierras robadas a Asar y de vengar su
nombre...
- ... Pero te
falta un ejército -Continuó.
- Sí, eso es
correcto. Un ejército de mercenarios dispuestos a todas las hazañas.
- La gloria, los
honores, riquezas, mujeres... Pero, joven Heru, ¿cómo te puedo conceder mi
apoyo militar mientras que tu corazón este tomado y nuestra alianza no pueda
ser fortalecida? ¿Qué tienes para ofrecerme en compensación?
- ¿Qué deseas, noble
rey? ¿Tierras? ¿Nebu (oro)?
- Su elección será
la mía. Se generoso y elige bien, como lo harías por ti mismo. Tu
sabiduría se reconoce en todos los países occidentales.
- Bueno,
señor.
- Deja de llamarme
así, querido. Llámame Saglam como antes. Me produce una sensación
divertida volverte a ver.
- ¿Volverme a
ver? ¿Nos conocemos?
-
¡Entiendo! Sin embargo, los rumores sobre ti se confirman, volviste de
entre los muertos a través de la montaña de Aset, pero no recuerdas
nada... ¡Destino cruel! Sin embargo, tienes el mismo
aspecto. Nunca podría olvidarlo.
- ¿Usted conoció a
mi padre?
- He luchado a su
lado, tan cerca como estoy de ti ahora.
Los ojos de Saglam
se llenaron de lágrimas. El rey se puso nostálgico y sus ojos no dejaron
de inspeccionarme. Saglam se levantó, casi tambaleándose, debido a una
agitación repentina, a menos que fuera por su edad. Por último, me tomó
por los hombros y me apretó contra él. Dijo con la voz ahogada por la
emoción y las lágrimas:
- ¡Tú estás aquí,
por fin! Te tengo en mis brazos otra vez, mi buen rey...
El soberano me
abrazó aún más fuerte. Por un breve momento, me pareció ver la cara de
Saglam frente a mí, pero más joven, como una visión que habría llegado a través
de las edades. Yo estaba tumbado en el suelo. El cielo era de un
azul profundo, pero columnas de humo negro se levantaban del suelo. Nubes
blancas inmaculadas pasaban muy por encima de nosotros. Las vestimentas de
Sağlam estaban ensangrentadas. Él me sostuvo en sus brazos. La sangre que
manchaba su uniforme y sus armas no parecía ser suya, sino mía. Saglam
reanudó:
- ... Traté de
cerrar la herida abierta con mis manos. Te rogué que te quedaras conmigo,
pero te habías ido, mi rey.
- Tú no podías hacer
nada más, Saglam -Le respondí- Tú eras parte de la guardia personal de
Asar. Tú estabas allí cuando ocurrió el ataque sorpresa en Ta-Ur (Abydos),
¿no es así? Viste partir a Asar, mientras él estaba en tus brazos.
El rey confió en mí
mientras me mantenía apretado. Nuestros ojos no se cruzaron, lo que hizo
su confesión probablemente más fácil:
- ¡Sí! Como tú
has perdido tu memoria, mi rey, yo voy a
contarte lo que pasó. Yo estaba a la cabeza de los Neferu, yo era el líder
de los "muchos", nadie sabía qué hacer con nosotros, salvo nuestro
buen rey y nuestro soberano. Asar y Aset siempre han tenido un gran afecto
por nosotros. En ese día por siempre fatídico, éramos un blanco fácil para
las fuerzas enemigas, porque el amado Asar había enviado casi todas nuestras
tropas a Ta-Ur junto a Kem-Ur (Mar Rojo), donde nuestros enemigos se habían
desplegado con furia. Era una trampa, y nuestro rey había sido mal
asesorado. Sólo éramos una docena los que nos habíamos quedado con Asar
en Ta-Ur, todos los Neferu, hijos de los Shemsu del Este. Éramos parte de
su guardia personal y habíamos sido elegidos por nuestro tamaño y
fuerza. Nuestros oponentes llegaron en la noche por sorpresa. Normalmente
no nos arriesgamos mucho, gracias a los altos muros que rodean las dos
residencias reales, pero había traidores entre nosotros, porque las pesadas
puertas de nuestra zona estaban abiertas. Uno de los delincuentes fue
asesinado por mis soldados, y eso es lo que nos alertó. La llegada
repentina de nuestros enemigos había creado una confusión total, y los
partidarios de Setes tomaron ventaja de nuestra
desorganización. Rápidamente nos vimos obligados a escondernos detrás de
los muros de Per-Urshu (la casa de los vigilantes) [[5]],
ya que eran muchos.
- Nos dijeron que
eran 72...-Le mencione.
- Sí y no. ¡Esa
es la leyenda para subestimar nuestra derrota! Solo Aset sabe la verdad,
porque yo se la conté más tarde. Sí, 72 adversarios tenía la primera
formación de la milicia de Setes. Voy a explicarte cómo me enteré de esto
más tarde. Setes había decidido poner fin a Asar. Lideró el primer
grupo de élite. Antes de llegar a nuestras fortificaciones, ya habían
sacrificado a casi todos los aldeanos que vivían alrededor del santo dominio. Algunos
sobrevivientes vinieron a nuestras puertas buscando resguardo: esto te dice
hasta qué punto Asar fue amado por su pueblo. Pero pronto sucumbieron en
las manos de los partidarios de tu tío. Los soldados de Setes quemaron
todas nuestras reservas. Toda nuestra zona estaba envuelta en llamas, y
parecía aumentar la intensidad del fuego. Nos mantuvimos
valientes. Nosotros escondimos a nuestro rey en el Enkhu'ur, su hogar
acuático. Por suerte, sólo un Abgal había quedado con él ese día, estando
los otros en Kankala (África), en cumplimiento de una misión civilizadora para
los seres humanos. Muy rápidamente llegaron los refuerzos Shemsu,
alertados por las llamas. Se trataba de nuestros guerreros que se
encontraban en los dos puestos ubicados en las estribaciones de Ta-Ur. Cuarenta
guerreros como máximo. Pero otros partidarios de Setes también
llegaron. Los Anunnaki eran tan numerosos que el suelo tembló bajo sus
pies. Ningún poder habría sido suficiente para detenerlos. Nuestros
guerreros habían cerrado filas y resistió hasta el final, a pesar de todos
estos intentos. Estábamos acorralados contra nuestros muros, pero
eliminamos a muchos. Sí, ¡hemos aplastado los huesos de muchos de
ellos! Por último, Asar salió de su refugio y se mezcló en la batalla. Fue
un acto heroico apelando a todos los honores y a la mirada de la
posteridad. ¡Luchó como un león!
Él nos dio la fuerza
para ir más allá de nuestros límites, a pesar de que todo estaba
perdido. ¡Si no lo hubiera hecho, yo no estaría aquí para contarte
esto! Yo salí detrás de él. Otros, más rápidos, se unieron a él para
protegerlo. Asar no tenía en sus manos el cristal Ugur, puesto que ya no
lo tenía en ese entonces, pero su hoja estaba desgarrando al enemigo como nunca
lo había visto antes. Él, ¡el peleador más humilde y más bajo de
nosotros! Él con sus propias manos derramó la sangre de nuestros enemigos
como ningún otro. Pero, dado su creciente número, nos habían logrado
masacrar; vi partir a dos de mis hermanos y varios primos esa fatídica noche. Pero,
inevitablemente, el golpe mortal lo impactó. Sa'am-Asar cayó: había
recibido una lanza por la espalda, sin que yo supiera de dónde venía.
- Nos dijeron que
fue Setes...
-No, ¡eso es
falso! Setes no se encontraba en combate cuerpo a cuerpo, se mantenía a la
distancia; el merodeaba alrededor de los restos de Asar. Nuestro rey fue
arrastrado por dos Anunnaki hasta la colina que cubre el templo
Enkhu'ur. La lanza todavía estaba atrapada en su hombro. Yo los seguí
gateando entre los cuerpos de mis compañeros. Fue llevado ante el traidor
Setes que estaba cerca de Enkhu'ur. Este último rompió la lanza,
asegurándose de dejar el hierro insertado en el hombro de nuestro soberano para
atormentar su carne. Setes había cortado uno de los árboles sagrados que
estaba en la santa colina. Luego ataron a nuestro rey en el árbol.
Fue entonces cuando Setes le habló a Asar, parecía hacerle
preguntas. Estaba demasiado lejos como para oír. Él estaba fuera de
sí. Como Asar no le respondía, el hipócrita lo golpeó una vez, dos veces, tres
veces en la cara y la cabeza, pero nuestro rey permaneció digno. Entonces,
el zorro de Setes tomó un cuchillo y le abrió el pecho. Asar gritó de
dolor. Un grito que recordaré toda mi vida...!
La voz de Saglam se ahogó
en una serie de sollozos. El gobernante de los Neferu estaba llorando como
un niño, pero le pedí que continuara en el nombre de Asar, lo cual hizo:
- ... Setes rio
y rio sin parar... Su victoria fue total. Todo el mundo había caído a
mí alrededor. Ni un solo guerrero estaba de pie. Yo estaba allí, en
medio de esta terrible pesadilla, recostado como todos mis compañeros, ¡y yo no
podía hacer nada por él sin poner en riesgo mi propia vida! Lloré de
rabia. Varios Anunnaki pasaron alrededor de la zona en llamas, con sus
lanzas en mano. Cuando tenían dudas en cuanto a la condición de un cadáver,
le clavaban las lanzas en la cabeza. La victoria fue completa, pero todos
estaban muy nerviosos. No hay dudas de que no volverían. La
carnicería duró hasta bien entrada la noche. Tuve la suerte de no ser víctima
de una de sus lanzas. Setes metió la mano en el cuerpo de nuestro rey,
yo... yo no sé lo que hizo. Asar se derrumbó, pensé que estaba
muerto. Luego me quedé dormido, agotado por la fatiga y la angustia, y
cuando me desperté, el árbol y el rey no estaban allí... Era de día, el sol
se había levantado. Me enderecé en silencio. No se oía nada, ni
siquiera las quejas de eventuales sobrevivientes. Me arrastré como un Ilan
(serpiente). Recorrí las dos moradas de rodillas. A continuación,
finalmente encontré el cuerpo de nuestro rey tumbado en el Gran Canal.
Estaba a medias sumergido en el agua y bañado en su propia
sangre. Tuvieron que exhibirlo y hacerle dar la vuelta por nuestros
dominios como un trofeo antes de dejarlo ahí, como una rama rota por los
vientos. Miré a mí alrededor y lo retiré del líquido elemento. Por la
gracia de la Fuente, y contra todo pronóstico, aún estaba vivo...
- Nos dijeron que
murió ahogado -Le dije sorprendido.
- ¡Otra mentira para
minimizar su sufrimiento! De todos modos, sabes como yo que él era Abgal
(anfibio). Escupió el agua y la sangre, ¡y yo recuperé la
esperanza! Asar era un Neter. Con las últimas fuerzas que me
quedaban, arrastré dolorosamente a nuestro rey y al tronco varios Remenu
(codos). Encontré un arma no muy lejos de allí, y la utilice para
separarlo. Las ataduras estaban fuertemente apretadas y habían marcado su
carne. Cuando empecé a deshacerme de las cuerdas, la herida abierta en el pecho me fue
revelada. ¡Por la Fuente! No lo podía creer: creo que Asar no
tenía corazón, pero no estoy seguro. Sí, me has oído bien, ¡sin embargo,
él todavía estaba vivo! No pude ver el corte por mucho tiempo, ya que me
aterrorizaba. Quería hacerle creer que todo estaba bien. Rápidamente
traté de cerrar la herida abierta con mis dos manos. Desee que pudiera
darme su magia para hacerlo... Él era un Neter, ¿por qué no? Él negó
con la cabeza y me hizo señas para que me vaya. Vi sus suaves ojos
carmesí, escuché su voz en mi cabeza: "Déjame amigo mío. Los
soldados de tu reina están en camino. No puedes hacer nada por mí.
Ellos me encontrarán". Hubo un sonido cerca, como una
conversación que el viento me había traído. Pensé primero que era nuestro
rey, que seguía hablándome, pero en realidad eran nuestros enemigos. Me
quedé unos momentos con Asar, abrazándolo con fuerza, pero él ya se había ido
hacia "el otro lado". Algunos partidarios de Setes seguían allí,
nunca dejan sobrevivientes. Así que me recosté rápidamente, me arrastre
por nuestros dominios en toda su longitud para dirigirme a las
alturas. Pude ver desde arriba el rastro sombrío que dejó el fuego de
nuestros enemigos. Esto se veía de lejos en el frescor de la mañana y
mostraba la carnicería que había sufrido Ta-Ur. Yo me acomodé para esperar a
los nuestros, escondido en la parte superior de la Pega (pasaje) que se
introducía en la montaña, pero de repente me encontré con dos sobrevivientes de
la matanza, dos Neferu. Uno de ellos era el herrero Mishak. El
segundo estaba en shock y nos incitó para que vayamos hasta los túneles del
Duat para llegar al Gigal y la ciudad santa. Teníamos que proteger nuestros
subterráneos lo antes posible y decirles a nuestros compañeros lo que
había sucedido. Así que huimos a través de las montañas para llegar al
Duat subterráneo de Kemet y su red de túneles. Pero durante nuestro paso
en el camino a lo largo de uno de los afluentes del Urenes (el Nilo
subterráneo), Mishak y yo comprendimos que nuestro segundo compañero era el
traidor que había vendido a nuestro rey a Setes. El traidor Shemsu fingió
estar lastimado y ralentizó nuestro progreso. Él había dejado marcas a lo
largo de nuestro recorrido subterráneo para que nuestros enemigos nos
encuentren y descubran el camino que lleva a la ciudad santa de los
Urmah. Lo torturamos para que nos revelase todo lo que
sabía. Estábamos dispuestos a pasar horas haciéndolo, ¡pero una sola fue
suficiente! No puedo explicar lo que le habíamos hecho para hacerlo
hablar. Finalmente confesó y nos habló de los 71 cómplices de Setes que
formaban el batallón de élite, y de sus dos cómplices que estaban entre
nosotros en Ta-Ur. Él y sus dos socios habían abierto en secreto las puertas de
nuestro dominio durante la noche. Los tres delincuentes habían traicionado
a Asar y a nuestros hermanos por algunas tierras y mujeres... Por lo
tanto, tuvimos la tarea de masacrar a uno de los traidores de nuestro rey,
Mishak se dio cuenta, que se revelaría el camino que conducía a la ciudad
santa, conocido por unos pocos iniciados. Una vez que obtuvimos la
información, le dimos de comer grandes piedras, y arrojamos su cuerpo en el
agua. Borramos muchas huellas que había dejado en las paredes, hechas a
poca distancia de nuestras huellas en el suelo, y tapiamos el pasaje a pie que
conectaba a Ta-Ur con Nashareth gracias a un desplazamiento de la
tierra. Aset conoce toda la historia. Cuando llegó de la A'aménptah
para recogerlo en Ta-Ur, y se estableció luego en Nashareth, fuimos a verla y
le contamos todo. Ella entonces me dejo a cargo de los Dogan porque yo era
el último en haber visto a Asar con vida ya que él había muerto en mis brazos. Nunca
volví a la santa morada de Nashareth ni a Ta-Ur. Me da vergüenza, mi rey, estoy
avergonzado de que los traidores se hayan infiltrado entre los míos. Toda
mi gente sufre el deshonor por aquella noche maldita.
Saglam "el
sólido", estaba a punto de caer a mis pies cuando terminó de evocar su
historia. El séquito del rey, así como Altin y sus parientes estaban todos
llorando. Los Neferu (Nephilim) llevaban una carga muy pesada sobre sus
hombros a causa de estos tres traidores. Los Shemsu del Oeste, los ancianos
del clan Khentamentiu, les habían hecho pagar fuertemente la desaparición de
Asar, mientras que ellos lucharon con él hasta el final, hasta la muerte.
- Levántate, mi
orgulloso Saglam -Le dije- Me toca a mí sostenerte en mis brazos, noble
guerrero de Asar.
Pero Saglam estaba
muy débil. La evocación de ese terrible momento lo había
agotado. Entonces le di un abrazo fraterno y lo reinstaure en su trono de
madera. Reanudé:
- ¿Qué puedo hacer
para aliviar tu sufrimiento?
- Nada, señor de
Kemet. Tu presencia entre nosotros es inesperada.
- Igualmente lo es
tu llegada a mi vida y a mi corazón. Gracias a ti, comprendo muchas
cosas. Si tú piensas que yo soy Asar, tu antiguo rey, sabes que no tienes
que ser perdonado por nada. Voy a hablar en tu nombre en Nashareth, y
volverás allí con la cabeza en alto. Mi madre te dará la bienvenida con
los brazos abiertos.
- Yo dudo tener la
fuerza y el coraje. Si el clan Khentamentiu debe algún día darnos la
bienvenida, lo harán por ellos mismos.
- Vamos a encontrar
una solución para que se sepa la verdad sobre ti y sobre los tuyos.
- Una verdad
revelada, pero oculta, oh … -dijo Saglam- El único consejo que me permito
darle, mi rey, es no confiar en Her-Ra (Horus el viejo). Ya no es el Neter que
era desde la muerte de Nut (Nammu). ¡Él hizo un pacto con el mal!
- ¿Con los hijos de
la oscuridad, los Anunna?
Al ver que no
obtenía respuesta, entendí lo que quería decir.
- Tú te refieres a
los reales; acabo de descubrirlo hace poco -Le contesté- Su morada está
llena de Kingu y su guardia personal se compone solamente de Babbar
(albinos). ¿Conoces los términos de este pacto?
- ¡Es
complicado! Pero solo te puedo decir lo que hemos aprendido a través de
Asar. Fue él mismo quien me lo dijo una tarde, durante una de nuestras
reuniones al pasar... Pero lo que sé se lo debo a nuestros progenitores
Adinu, que te recuerdo, conocen bien a Her-Ra. Hace mucho tiempo que Ra
está relacionado con los Kingu, no sabemos desde cuándo, pero sí que hace mucho
tiempo. Es por esto que los tuyos y nosotros nunca hemos tenido ninguna
queja sobre los reales. Ellos son más discretos, pero sólo en
apariencia. Siempre y cuando no marchemos en sus tierras y no metamos
nuestras narices en sus negocios, no tenemos nada que temer...
- Ellos también se
mueven en las dimensiones de KUR: es difícil marchar en ellas -Le dije.
Saglam estaba muy cansado, su respiración era entrecortada, probablemente por la emoción y el esfuerzo que tuvo que hacer para proporcionarme todos los detalles de ese fatídico día. Mientras se disculpaba, le hizo un gesto a Altin para proseguir con la discusión. Me dijo que ella sabía tanto como él. La futura reina de los Neferu reanudó de la siguiente manera:
Saglam estaba muy cansado, su respiración era entrecortada, probablemente por la emoción y el esfuerzo que tuvo que hacer para proporcionarme todos los detalles de ese fatídico día. Mientras se disculpaba, le hizo un gesto a Altin para proseguir con la discusión. Me dijo que ella sabía tanto como él. La futura reina de los Neferu reanudó de la siguiente manera:
- Puede ser, pero
eso no les impide tener guaridas por todo el mundo subterráneo. Como nos
hemos ocultado bajo tierra de la misma forma que ellos, ya hemos tratado con
los reales. Ellos no son complacientes, no más que sus hijos Imdugud. Los
Shemsu y los Neferu son sólo bastardos a sus ojos, ¡pero sabemos que nos
temen!
- ¿Qué es lo que
quieren?
- Ellos hacen
negocios, está es su casa. Ellos estaban aquí antes que nosotros, mucho
antes de que tu abuela Nut (Nammu) descubriera su presencia.
-
¿Negocios? ¿De qué tipo y con quién?
- Negocios con
engendros exteriores que no conocemos. Su interés se centra
particularmente en la raza humana y su funcionamiento, y más en los humanos
Babbar (albinos) ya que poseen sus genes. Cuando tu tía Serkit comenzó a
trabajar en el tipo humano Babbar, los reales mantuvieron una estrecha
vigilancia sobre esta creación dado que comparten los genes de los Adam Min
(Homo sapiens) y los suyos. Creemos que los Kingu-Babbar prevén invasiones
de la especie humana-Babbar sobre las instalaciones Anunnaki, como la de Kalam
(Sumeria).
- Pero para esto,
deben maniobrar en secreto. Aset trabajó en el tipo humano-Babbar con el fin de
que los Anunnaki tuvieran menos control sobre ellos.
- Sí, Aset había
creado los Annegara Babbar (Neanderthal blanco "colocado después") y
luego trabajó en los Adam Min-Babbar que Serkit había dado forma bajo las
recomendaciones de Asar. Sin embargo, los reales también han modificado
por su parte a los Adam Min. Esto nos da hoy día dos versiones de humanos
Adam Min-Babbar (Homo Sapiens blancos) similares físicamente, pero no similares
desde un punto de vista químico. Por un lado, las versiones de
Asar-Serkit-Aset, ligeramente reelaborados, y por el otro, las versiones de los
Kingu.
- ¿Cómo los
distingues? -Le pregunté.
- Por lo que
sabemos, no hay manera de diferenciarlos. La versión modificada por los
tuyos es capaz de razonar de forma inconsciente, utilizando la intuición, y la
otra sólo puede razonar de modo consciente. El hecho de razonar solamente
de manera consciente indujo a los individuos a que actúen por
cálculo. Asar había realizado la misma modificación sobre los Adam Min
(Homo Sapiens) de Kankala en la parte posterior de sus antepasados, para evitar
que el género humano se terminara matando como los Neteru (dioses).
- Esto le dio a los
mortales que lo tienen un poder sobre los demás. Mientras estamos aquí
para hacer la ley, todo va a estar bien, pero si los Neteru ya no
están...
- Eso es lo que quieren
los Kingu -Respondió Altin- Ellos nunca intervinieron directamente y
simplemente dejaron que tus antepasados se mataran. 'Nki-Asar no
reproduciría el esquema Gina'abul con la especie humana. Tal vez pensó
que los Neteru un día ya no estarían aquí y que los seres humanos tendrían que
vivir sin ellos, y fatalmente hacer frente a los Kingu.
- Por lo tanto, los
reales combaten junto a Ra. Ellos se involucran a pesar de todo en
nuestras historias.
Saglam respondió
irritado:
-Es sólo un pacto
aislado, y debe estar relacionada con un contrato entre Ra y ellos. ¡Esto
es sólo para protegerse, y sólo a él!
- El carecía de
protección recientemente -Añadí divertido.
-Sí, al parecer
-Retomó Saglam- Las noticias viajan rápido como tú sabes. Afortunadamente
para él que Aset conociera la cura.
- Volviendo a tu
pregunta -Dijo Altin- Sería necesario averiguar qué hay detrás de todo esto y
conocer el plan de los Kingu.
- ¡Yo me ocuparé de
eso! Voy a terminar descubriéndolo -Le dije.
- Haz todo con mucho
cuidado, mi rey -Reanudó Saglam- No agites demasiado ese lado. No
despiertes lo que se ha quedado dormido...
Con un gesto Saglam
pidió a dos de sus guardias que lo ayudaran a levantarse. Todavía estaba
débil.
- No te preocupes
por mí, Nebr (señor) -Me dijo- Es sólo pasajero. Guardé dentro de mí
toda esta historia por demasiado tiempo. Me hizo un gran bien poder
contártela. Sólo necesito descansar. Esperando que nuestra alianza se
materializa a través del gesto de tu elección, y para demostrar que soy el más
feliz de los Neferu, te daré un centenar de mis soldados. Gurur, mi
orgulloso apoyo, te traerá a cien de nuestros guerreros más
valientes. Todos serán voluntarios para formar los primeros miembros de
los Shemsu-Heru (seguidores de Horus).
Así fue como
conseguí mis primeros guerreros, lo que daría nueva vida a mi búsqueda de la
verdad y a la reapropiación de mis derechos familiares. En menos de una
hora, los voluntarios se presentaron ante mí en la sala principal, donde me
habían ovacionado por el nombre de mi padre. Me habían llamado Asar, que
también significa "diezmo" en su idioma. Fue efectivamente
'Nki-Asar quien tuvo que establecer las reglas de la realeza y del tributo
alimentario destinado a alimentar a los Neteru de Kharsag. [[6]]
Así que les pedí a
los Neferu, bautizados como "Shemsu-Heru" por Saglam, que caminen por
el Mehti (Delta del Nilo), y que acampen en la colina de Dep, cerca de la
colina de Pe donde se encuentra una importante concentración de miembros del
clero de Asar. Aquí es donde pasé los momentos más hermosos de mi infancia
con mi madre. Acordamos que harían contacto con el clan Khentamentiu en mi
nombre, manteniendo una buena relación con ellos y esperando mis siguientes
instrucciones.
[1] Ver
El Secreto de las Estrellas Oscuras, a partir de la página 199.
[2] Ref.
Génesis de Adán, p. 157
[3] Este
es efectivamente el nombre que la literatura egipcia atribuye al lugar de
origen de los seres halcones, los seguidores de Horus. El sitio se
encuentra al norte de la antigua Kharsag, cerca del jardín de Ninmah, llamado
hoy Eruh, un nombre que no tiene ningún significado en turco pero recuerda
claramente el nombre egipcio de Horus: Heru. Por otra parte, como hemos
visto, el término turco Dogan ("halcón"), desglosado en sumerio da DU14-GAN,
"portar el combate" o "nacimiento de guerra", lo cual es
consistente con el papel de los Nephilim, o Neferu, los hijos de los
vigilantes.
[4] Si
mis cálculos son correctos, el Nisighu debía tener entre 80 y 100 metros de largo.
[5] Recordatorio: el templo de Sethy 1° de Abydos
fue construido sobre las ruinas de esta antigua casa de los Shemsu-vigilantes
de Osiris.
[6] Recordatorio:
en El Testamento de la Virgen, se encuentra a partir de pág. 107 todo lo que se
relaciona con Asar (Osiris) y el diezmo pagado a los dioses. Por una
extraña "coincidencia" Asar significa "diezmo" tanto en
turco como hebreo...
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