3
CAYENDO EN
EL CAOS DE LAS FORMAS
"Pero ahora, me fui abajo y llegué al
caos. Y [con] que se encuentran en este lugar, mientras yo estaba
escondida en ellos, [les] daba poder. [Y] a su imagen dado que [tienen]... Yo
hable a los Arcontes y autoridades. En efecto, he descendido a las
profundidades de su lengua y dije mis misterios a los que son míos, un misterio
oculto, (y) las cadenas y el olvido eterno fueron destruidos. Y yo les he
dado fruto, es decir, la memoria inmutable de los Eones y (la de) mi casa...
"
NH
XIII, 1 Primer Pensamiento de la Triple Forma 40,29 -40,33/ 41,24 -41,31
"El misterio de lo Inefable, saber por qué
se hizo la gravedad y por qué se hizo la misericordia; ella sabe por qué se han
hecho los reptiles y por qué deben ser destruidos, ella sabe por qué fueron
creados los animales y por qué debe ser destruidos..." "
Extracto
del Codex de Londres - Pistis Sophia
Gírkù-Tila
Nuréa / Min-ME-Es
Marcharon
a lo largo del borde del río en la oscuridad y bajo el reflejo brillante de los
restos fragmentados de la antigua luna. El grupo se enfrentó a los
insectos chupadores de sangre que atacaban sistemáticamente a los ojos y los
oídos. En las aguas profundas también se encontraban nuevos depredadores
ocultos bajo las olas. Los sentidos en alerta, no dejaban de buscar las
sinuosas colas que con fuerza generaban fuertes olas y remolinos. Otras
veces, en estas aguas oscuras, llenas de vida, surgían ojos que resaltaban
plantados sobre cabezas triangulares con dientes afilados y lenguas bífidas.
Después
de una navegación de casi dos Danna (4 horas), la balsa llegó a una enorme
laguna bordeada de arena fina. Finalmente arribaron y se deslizaron en
silencio entre las dunas donde pudieron observar el fascinante espectáculo de
ballet incesante de naves que circulaban en el firmamento. Un Diranna
(puerta estelar) se encontraba a cierta distancia en el cielo.
Concentraba el tráfico de los grandes transportes aéreos que cruzaban el
silencio. Además, hacia el horizonte, había una especie de plataforma
alrededor de la cual se arremolinaban dispositivos voladores, que se posaban y
se elevaban de sus plataformas, mientras que generaban espesas nubes de polvo.
El opaco y pesado humo, constantemente saliendo por el escape de los
motores, creaba un gran arco sombrío sobre y alrededor del sitio.
Las
naves más impresionantes se movían en silencio, mientras que otras, más
pequeñas, causaban explosiones sordas y violentas. La madre explicó a sus
niños que el fenómeno de cruzar la barrera del sonido era lo que causaba estos
ruidos fuertes comparables a los truenos. Uno de los Abgal luego preguntó
por qué las naves grandes no producían esos sonidos de tormenta. Ella le respondió
que se desplazaban distorsionando el campo gravitatorio y gracias a eso, no
sufrían la inercia. Las más pequeñas, a su vez, utilizaban un propulsor
mecánico y soportaban una tremenda presión mientras que se movían más allá de
un cierto umbral en el aire. Los Abgal entendieron que las grandes naves
distorsionan el campo gravitatorio creado aceleraciones y deceleraciones
fulgurantes sin afectar al equipo o a sus ocupantes. Estos dispositivos
también podían hacer virajes en ángulo recto sin ningún tipo de ralentización.
"Las naves de nuestros antepasados se movían de esa
manera", añadió Barbélu.
- ¿Son
naves Kingalam? - preguntó su hermano Mus'sagtar.
- No, -
respondió la madre - no parecen las de su tipo. No conozco este tipo de
embarcaciones.
La
hermana Emesir señaló que la familia Gina'abul debería disponer de este tipo de
dispositivos. Su Madre replicó:
-
Nosotros ya tenemos uno y tenemos que encontrar una manera de hacerlo
funcionar. Nuestra vida depende de ello.
Emesir
sugirió al grupo que su hermano Ía'aldabaut probablemente podría hacer que
funcione, "¿Él tiene sangre Kingalam, tal vez tiene una memoria genética
que le permita encontrar una manera de hacer que funcione?" Al no disponer
de un Kingalam caritativo, una perspectiva ilusoria, la acotación de la hembra
Gina'abul no era menos relevante.
La madre
estaba dividida entre la alegría de descubrir una vida como la que había
conocido, incluso existido en Dubkù y la amenaza que emanaba de ella. ¿Eran
descendientes de los Forjadores de Vida o razas extranjeras procedentes de las
minas de la Casa-Madre? En ese momento, uno de los Abgal descubrió varias
huellas enormes en la arena mojada. La Madre se dio cuenta de que no
pertenecían a los reptiles del proyecto Numun, sino a los guardianes Uru,
montados en el pasado por los antepasados Musidim. Varios especímenes
parecían haber sobrevivido aquí en Dubkù (la Tierra)...
Tenía
que comprobarlo ella misma. Una vez más, Barbélu tuvo que tomar la
dolorosa decisión de confiar el cuidado de sus hermanos a su hijo Mus'sagtar.
No podía correr el riesgo de ingresar en lugares desconocidos y
exponerlos a peligros de alto riesgo. Dirigió a sus hijos a la orilla de
la laguna y les pidió que volvieran al bosque a buscar refugio. Antes de
despedirse, ella insistió en las recomendaciones de prudencia, principalmente
la de no buscar alimentos al descubierto. Deberían conformarse con juntar
larvas y plantas. De sus reglas de conducta dependía su seguridad.
Si se encontraran con un Uru gigante, sin embargo, no debían huir, debido
a que estos seres fueron creados en el pasado para mantener el orden y la paz.
Emesir
le quería hablar de su visión, pero su madre, preocupada por el plan que quería
llevar a cabo, no prestó atención a la solicitud de su hija. Con el
corazón pesado, dejó a los Gina'abul prometiéndoles volver rápidamente.
La
Matriarca dio un salto y desapareció detrás de una duna. Debía llegar al
edificio antes del comienzo del día. Como esta estrategia resultó
efectiva en el bosque contra el Kingalam, planeó bajar la temperatura del
cuerpo para frustrar a los sensores probablemente ocultos para proteger el
sitio. A pesar de los pensamientos confusos que se deslizaban en ella
como un hechizo, efectuó fácilmente su progresión nocturna al primer intento.
Por encima de ella, en filas apretadas, naves iluminadas desfilaban ininterrumpidamente
en el cielo. La Madre se aproximó al enorme edificio de metal que
exhalaba un ambiente caótico. Puntuado por ruidos metálicos sordos, el
ruido infernal de las máquinas escapaba de las entrañas del edificio.
El
edificio oxidado y su entorno estaban inundados de luz. La madre debía
permanecer vigilante. Se deslizó en silencio entre las placas de una
pared de metal que conducían a una enorme sala donde inmensas naves despegaban
del suelo en silencio. Ella penetró. Para limitar el riesgo de ser
descubierta, esperó toda esta agitación terminase. La espera fue larga.
Naves emergían de forma continua desde las profundidades de la tierra
para subir a lo largo de las plataformas de despegue. Cuando la cadencia
acompañada por remolinos de aire y polvo se ralentizó, el corazón de la madre
saltó al ver las grandes manchas que se movían como moscas a lo largo de las
paredes. Eran seres vivos. Las criaturas se gritaban como si un
serio peligro las amenazara. Extendiendo sus alas, estas se abalanzaron con
determinación hacia Barbélu. "¡Son Usum (dragones)!" Se
lamentó. Sus gritos llenaron el edificio y llenaron sus pensamientos.
Debía salir de allí, no quedarse en ese lugar, su vida dependía de ello.
La Madre movilizó todos sus sentidos. Rápida como un rayo, ella
rodó por el suelo para refugiarse en una de las plataformas. Cuando se
enderezó, uno de los dragones estaba frente a ella. De color rojo oscuro,
su fea cabeza estaba adornada con cuernos grandes y formidables. Detrás
de él aparecieron otros especímenes que poseían ninguna. El adversario se
acercaba, su nariz comenzó a oler fuertemente. Aturdida, la Madre no
pensaba encontrar aquí este tipo de criatura. Había cometido el error de
volver a subir su temperatura interior y las cavidades sensoriales de su
depredador detectaron el calor de su cuerpo. Bajo la influencia de la
ira, la sangre del dragón fluyó por su largo cuello huesudo generando un brillo
era de color rojo impresionante. Esta criatura no era parte de la familia
de los Husmus (reptiles silvestres), ni siquiera Musidim; parecía venir de otro
lugar. Barbélu, horrorizada, se alejó lentamente, como si estuviera
hipnotizada por la expresión siniestra del dragón. En un rugido furioso,
el dragón rojo cargó, con las mandíbulas abiertas, revelando un ejército de
dientes afilados como dagas. La Madre esquivó justo a tiempo las garras
mortales dirigidas hacia su pecho. Desequilibrado por su impulso, la
repulsiva criatura cayó ligeramente a sus pies, listo para retomar. La
Matriarca no tuvo tiempo para reflexionar y lanzó su grito Ugmu, lleno de ira y
desesperación: la criatura siniestra se derrumbó al instante. Ella
aprovechó el estupor de sus agresores para escapar en la dirección de un túnel
a medio iluminar por largas bandas luminosas dispuestas en el suelo. Oyó
a los dragones distantes seguirle el paso, sus gorgoteos y el crepitar de sus
alas se aproximaban peligrosamente. La Madre se desplazaba al límite de
sus posibilidades. El túnel llevaba a un vasto espacio de forma circular
donde descubrió una sala de nacimientos llena de huevos enormes, una Inkubara
(nicho de incubación) como no había visto nunca. Barbélu penetró
titubeando, tratando de entender el significado de este lugar. Un aire
frío salía del techo; el aliento de luz sutilmente se extendía sobre el suelo
de tierra ocre. Esta estructura sofisticada probablemente permitía
oxigenar los embriones en este entorno artificial.
Los
dragones acudieron con fuerza justo detrás de ella. La Madre se sentía
atrapada, obviamente no había otra salida a la vista. Los dragones se
reagruparon en frente de ella. Barbélu podía ver en sus expresiones el
deleite con la que escudriñaron a su presa atrapada, sin posibilidad de
escapar. Trataron de lacerar sus piernas. Ella comprendió que estaban tratando
de hacerle daño para hacerla sangrar hasta la muerte y esperar su agonía.
Dio un paso hacia atrás con cautela.
- Si se
acercan más, los destruyo. - dijo señalando hacia los huevos.
¿Comprendieron
sus palabras? ¿Hablaban su idioma? No hubo respuesta de sus bocas. No era
posible determinar si estos dragones humanoides poseían la comprensión de los
Musidim o si pertenecían a una rama de Husmus (reptiles silvestres) del
proyecto Numun. Su fisonomía arcaica creaba dudas. Sin embargo, los
temibles dragones detuvieron su avance amenazante, lo que sugirió que la
amenaza dio sus frutos.
Al mismo
tiempo, una voz se elevó a lo lejos. Su timbre sonó en todo el Inkubara.
"No es posible, ¡esto no es cierto!" Un agudo silbido muy
desagradable obligó a los dragones a alejarse para hacer espacio a una silueta
cubierta de verde.
- ¿Tu?!
¡Yo te maté! ¿Cómo estás todavía aquí?
En ese
momento, la silueta comenzó a correr, cortando el aire con un objeto brillante
y gritando en dirección a Barbélu. ¡La sorpresa fue completa cuando se
reveló la apariencia de una Matriarca Oscura! La desconocida rugió de ira.
Ella blandió una espada de cristal que producía un sonido aterrador cuyos
clamores se parecían a un canto rabioso. Al observar esta arma Barbélu
tuvo la extraña sensación de reconocer este tipo de objeto. ¿De donde
podría venir esta impresión? ¿De uno de sus sueños? El brillante
resplandor caería sobre la Madre-Matriz que esquivó el tiro por poco realizando
un salto hacia atrás. Cuando se cayó, varios huevos se rompieron en
pedazos bajo el efecto de su peso.
- ¡Ten
cuidado! - exclamó el extraña Matriarca, - destruyes mi trabajo.
Cuando
trató de atacar de nuevo con su curiosa espada, Barbélu interpeló:
- ¿Quién
eres tú? ¿Qué quieres de mí? ¡Yo no te conozco! ¡Una Matriarca
Oscuro no puede golpear a una de sus hermanas!
- Yo no
soy una Matriarca, soy una Reverenda Agarin! Me vuelves loca al tener que
repetirlo constantemente.
En ese
momento, la Agarin extendió el brazo con una velocidad inusual. La espada
pasó por encima de la cabeza de Barbélu que resolvió tomar acciones contra su
oponente y su propio miedo. La desconocida ejecutó los carretes de su
arma afilada antes de cargar de nuevo. La Madre se dio la vuelta y
realizo un salto espectacular para aterrizar a un centenar de yardas entre dos
huevos que logró evitar por poco. La Agarin arrojó su arma con la
velocidad de un rayo; el objeto dando vueltas silbó dolorosamente antes de
tocar el hombro de Barbélu y volver a su dueña. La herida superficial de
Barbélu ya estaba empezando a cerrarse. La Madre la miró, exasperada. Ya
sin paciencia, reunió toda su concentración para propulsar a sus rivales
gracias al Niama. La desconocida fue echada hacia atrás sobre sus dragones
olorosos. Las dos adversarias estaban ahora separadas por una distancia
de no más de doscientos pies. Recuperando el ánimo, la Agarin comenzó a
gritar palabras extrañas. Una tormenta surgió en el Inkubara, forzando a
Barbélu a responder de manera similar. Los encantamientos se mezclaron
junto a los gritos estridentes. Una tormenta arreciaba. Las dos
adversarias coincidían con la maestría de su fuerza de vida. El aire
empezó a girar más violentamente obligando a los dragones a evacuar. La Agarin
se preocupó por sus frágiles brotes, los huevos se levantaban y se sacudían
peligrosamente.
- Por
Nuréa! Detente. - dijo con miedo. Esta vez, tú ganas, yo me inclino. No
te hare daño, pero no destruyas mis huevos. Bájalos suavemente, te lo
suplico.
Barbélu
se calmó. La tormenta amainó gradualmente y el torbellino terminó
depositando los huevos con cuidado, algunos terminaron rodando por el suelo.
La Agarin se acercó tímidamente.
- Es
incomprensible, - dijo ella.
- Tú
nunca habías vuelto aquí antes.
- ¿De
qué estás hablando? - respondió Barbélu. - ¿Esto es un juego? ¿Quién eres
tú?
La
desconocida se enfrentó a ella y bajó rápidamente la cabeza para presentarse.
Una cortinilla de flecos, de color verdoso, recubría su cuerpo para formar un
vestido corto, apretado, atada debajo del busto. Una fina capa de arena ocre
cubría el rostro idéntico al de Matriarcas Oscuras. Suavizando sus
gestos, ella respondió con calma:
- Yo soy
Suhia, tú debes haber oído hablar de mí en tu vieja realidad con frecuencia.
La Madre
se estremeció, su rostro se oscureció. El mal sueño se convirtió
rápidamente en una pesadilla.
- Yo soy
Barbélu, erudita del Palacio de Jade del planeta Kastu.
- Nunca
me habías revelado tu nombre hasta ahora, aunque también es verdad que nunca te
había dado el tiempo.
- Es
imposible, - respondió Barbélu totalmente decepcionada. Imposible...
- Cuando
se frecuenta las Diranna y particularmente la Sombra Ga'anzir, nada es
imposible.
- ¿Cómo
puedes afirmar eso?
- Tú
eres por lo tanto una Matriarca. Tú sabes que nuestras habilidades
naturales nos permiten ver más allá de las apariencias. Cada ser tiene su
propia resonancia. La tuya es como la mío, con independencia del cuerpo
físico. No puedo estar equivocada. Tenemos muchas cosas que decirnos.
Ven, sígueme, el tiempo es corto.
Todo el
cuerpo de Barbélu se estremeció al ritmo de los latidos precipitados de su
corazón. Ellas tomaron la dirección de la salida. La Madre observó en silencio
a los dragones que con ojos amenazantes la miraban disimuladamente. Ella
trató de recomponer su mente luchando contra estos nuevos muros infranqueables
erigidos en su cabeza. Suhia encarnaba de alguna manera a su madre ya que
era responsable del mundo de las Matriarcas Oscuras. La Madre trató de
relajarse para obligarse a dejar de pensar...
Suhia impuso un ritmo rápido. Las dos
Musidim tomaron un ascensor de metal oxidado que las llevó rápidamente hacia
las galerías subterráneas. Estando allí, varias habitaciones vacías de
diferentes dimensiones hicieron que Barbélu se perdiera en conjeturas.
Los pasillos y apartamentos se extendían en todos los sentidos de la
vista subterránea. A parte de los dragones que paseaban tranquilamente,
el lugar parecía bastante deshabitado.
- ¿Tú
vives aquí? - le preguntó Barbélu.
- Vengo
tan a menudo como sea posible por razones que vas a entender, pero vivo en
todas partes.
Ellas
entraron en una gran sala, donde diversos frutos se extendían sobre una gran
mesa de madera con incrustaciones exóticas en cristales. Suhia la invitó
a comer, pero Barbélu no tocaría la comida. Imaginarse aprovechando la
oportunidad para atiborrarse con comida mientras que en ese mismo momento, sus
hijos se encontraban abandonados a sí mismos, le resultaba literalmente
insoportable. Con un golpe de manos, Suhia pidió a uno de sus criados
traerle ropa de su armario, luego le pidió que se sentara en un amplio banco de
hierro forjado decorado con cortinas brillantes y cojines.
- Te ruego
que no te ofendas, ¿me recuerdas tu nombre?
-
Barbélu.
- No te
ofendas Barbélu, tu desnudez no me molesta, aunque creo que sería agradable
para ti vestirte. También te lo digo sin sentido de ofensa.
- Quedé
así luego de llegar a aquí. Mi traje se hizo jirones.
- Sí,
siempre llegas así.
- ¿Cuantas
veces?
- Esta
es la tercera vez...
- Es
impensable. - suspiro Barbélu.
- Y sin
embargo, cierto.
-
Entonces, ¿por qué me ahorras el tiempo?
- Una
cosa sin precedentes pasó por primera vez.
- ¿Cuál?
- Fuiste
tú quien me encontró. Desde tu segunda aparición bajo tu forma como
erudita de Kastu, tuve la sensación de que esto no se ajustaba al continuo
espacio-tiempo. Hasta ahora, mis Usum (dragones) rojos te han encontrado
consistentemente en el bosque... Ah, ahí está tu ropa. Te quedara
perfectamente ya que somos idénticas.
El
sirviente no tenía la misma pigmentación que los dragones. Su rostro
tenía un aspecto mucho mejor, al menos, mucho más amigable. Mientras que
desplegaba la túnica amarilla que le presentaba, la madre pidió a los
individuos que la rodeaban que se acercaran.
- Son
mis hijos - dijo ella, casi avergonzada.
-
¿Quieres decir que eres la madre biológica o genética?
- Les di
la vida, he puesto sus huevos. Ellos se multiplican hoy a través de la
genética.
- Tus
sirvientes poseen la piel similar a la nuestra, lo entiendo, pero los Usum
(dragones), esto no es posible, no puedes haberlos producido por ti misma.
Tiene que haber una explicación.
Barbélu
se puso la túnica en la parte superior, luego se levantó y se quedó mirando a
Suhia.
- A
menos que hubiera una mezcla con otro donante.
-
Cállate, susurró secamente Suhia mirando con ansiedad la puerta. Nadie lo
debe saber, ellos no conocen su origen. ¡No hace falta que me mires con
aires de reproche, como lo has hecho las veces anteriores! Además,
¿alguna vez mezclaste tus genes? ¿Alguna vez ha producido un ser con un
gen Kingalam?
La Madre
se llevó un susto.
- Sí, lo
hice. Pero ¿cómo lo puedes saber?
- ¡Tu
olor no es lo mismo! Hueles a Kingalam. ¿Dónde está tu
descendencia? - Suhia preguntó preocupada.
- Lejos
en las montañas, en la desembocadura del gran río. Yo lo dejé allí hace
algunas Danna (horas).
- ¡Hay
que eliminarlo de inmediato! Estará en todas nuestras vidas. Abre
tu mente para que podamos localizarlo.
Barbélu
retrocedió cautelosamente.
- No te
preocupes, yo no te hare ningún daño, te lo he prometido. Mi palabra es
igual a la tuya.
- No es
eso. ¿Qué vas a hacer con él?
- Lo
debemos exterminar, créeme. En mis diversos viajes realizados por
el Valle de la Tempestad y La Sombra Ga'anzir me dieron la oportunidad de ir
más allá del presente. He visto sus proyectos. Todos vamos a ser futuros
objetos para él; sus creaciones nos esclavizaran sin excepción.
En ese
momento, la Madre liberó su mente y se concentró en el lugar de nacimiento
donde dejó a Ía'aldabaut y el cruce del río que lleva a su anfitrión. Suhia
captó las imágenes y mentalmente llamó a uno de sus dragones rojos.
Cuando llegó, le hizo reverencia y se presentó delante de ella.
Después de un par de Udtar (segundos), expresó en voz alta un simple:
"Muy buen ama" antes de desaparecer.
- ¿Ellos
hablan?, - le preguntó Barbélu.
- Claro
que sí. No son Adám (animales) [[1]]. Ellos
poseen una gran inteligencia y son grandes guerreros.
- ¿Qué
nombre les has dado?
- Kingú
[[2]]. Los
que gobiernan sobre las regiones. Tus otros hijos, que has dejado a
orillas de la laguna, también se me aparecieron. Di la orden de traerlos
aquí. Estarán a salvo con nosotros.
- Dudo
que los encuentren, saben cómo ocultarse en el bosque. - respondió con orgullo
Barbélu. Debo traerlos de vuelta rápida.
-
Tenemos muchas cosas que hacer juntas, los míos los encontraran. Dudo que
tus hijos ya sepan bajar la temperatura de sus cuerpos. Los encontraremos
fácilmente. No te alarmes, no les harán daño. Un destino fructífero
les espera.
- Que no
se les hará daño, ¿tengo tu palabra?
- Por
supuesto, ¡no somos salvajes!
Barbélu
se dio la vuelta por un momento y se resignó a regañadientes. Su deseo de
conocer los secretos de la legendaria piloto de los Musidim tenía prioridad
sobre sus ansiedades.
- Bueno,
entonces me debes la verdad. ¿Qué te ocurrió, qué pasó contigo? En
la época que vengo, no sabíamos nada acerca de tus intenciones y asignaciones.
Las opiniones estaban muy divididos sobre ti. ¿Por qué pusiste en
marcha el proyecto NUMUN? ¿Por qué has engendrado a las Matriarcas
Oscuras y luego las abandonaste?
En ese
momento, un Kingu verde se puso delante de Suhia para servirle una bebida
extraña. "Es hora, madre", dijo solemnemente. La antigua
Agarin de la Sombra tragó la mezcla de una sola vez y apoyó la copa de cristal
puro con una mano temblorosa.
- ¿Todo
va bien?, - le preguntó Barbélu.
- Todo
está bien, está bien... Ni siquiera sé por dónde empezar... Todo eso
es tan lejano para mí también. Mis intenciones son honestas, siempre lo
han sido. Tengo la sensación de haber creado, a pesar de mí misma, un trastorno
en el continuo espacio-tiempo, además de los ya existentes. Como bien intuyes,
la misión Zianna en la que yo participaba salió mal. Aterrizamos aquí en
Dubkù, pero en un Dubkù lejos en el futuro. Sé que nuestro Dubkù será
nombrado Uras (Tierra), por otros engendros, en un futuro más lejano y que será
presa de locos envidiosos. Para responder a tu pregunta, debo recordarte que
las Diranna pertenecientes a la Sombra Ga'anzir [[3]] son
inestables, cruzarlas sigue siendo muy peligroso. Este lugar del universo,
nacido de nuestra locura, no podía estabilizarse. Tras el estallido de los
primeros soles, deberíamos haber dejado este lugar en paz y llegar a conocer Kingalam.
En lugar de ello, nuestro miedo aumentó y nuestros antepasados crearon
grietas irreversibles. Los Kingalam no son los que tú piensas. Por
lo general son pacíficos.
- Yo lo
sospechaba. - arrojó Barbélu. Traté de hablar con las diversas
autoridades, pero nadie me escuchó. Debí haber insistido.
- No
habría cambiado nada; los Musidim son demasiados orgullosos para aceptar el
error. Se presentan como Forjadores de Vida, pero yo afirmo, a través de
mis reflexiones personales y múltiples incursiones en el tiempo, ¡que se sirven
de la vida! Retomare el curso de mi historia. La Misión Zianna se
extravió en el espacio-tiempo lo que dio lugar a un salto hacia el futuro de
millones de Muanna como el tuyo hoy en día. Pero aún más. A nuestra
llegada, Mulmus presentaba un aspecto muy diferente al que conocíamos: un
proyecto de vida se desarrolló y gigantescos Husmus (reptiles silvestres)
colonizaron todas las tierras emergentes. Nosotros fuimos cazados como
Adám (animales) por depredadores mucho más peligrosos que los Husmus: seres de
piel blanca como los Kingalam. Se llaman Kingu Babbar (blanco), la cepa Real de
los Gina'abul.
-
Gina'abul es el nombre que he dado a mis hijos. - cortó Barbélu.
- Sí, lo
sé. En este futuro, los tuyos serán dominados por los Kingú Babbar.
Estos últimos adoptarán el nombre Kingu cuando tomen el control de mis
hijos, los Kingu verdes y rojos. El linaje de los Kingu Babbar se
derivará de tu procreación que llamaste Ía'aldabaut.
- Yo no
te di su nombre, ni siquiera lo he mencionado una vez en mi cabeza desde que
nos encontramos. ¿Cómo lo has?...
-
Comprendes por qué tenemos que eliminar a Ía'aldabaut rápidamente. - la
interrumpió Suhia. En las dos ocasiones anteriores que te encontramos,
intentabas dar a luz a Ía'aldabaut; supongo que el nacimiento de los Gina'abul
intervendría más tarde. Nos las arreglamos para interceptarte y eliminarte
junto con Ía'aldabaut. Ahora sabes por qué. Esta vez, el proceso no
parece el mismo por una razón que se me escapa por completo. No hemos
sido capaces de encontrarte con la rapidez suficiente, y has tenido tiempo para
dar vida a tus Gina'abul. ¡Es de creer que la historia que he visto en el
futuro no se puede cambiar!
- ¿Te
has topado con tu pareja durante los viajes en el tiempo?
- No, y
creo saber por qué, voy a explicártelo cuando llegue el momento. Los
miembros de la Misión Zianna se mataron entre sí. Este imprevisto sembró
la discordia entre nosotros y no estábamos de acuerdo sobre el camino que
debíamos tomar ante esta adversidad. He vivido el terrible momento en que
todos nuestros valores se esfumaron para cumplir el deseo último, el de dominar
a los demás. En resumen, la sed de poder asoló nuestras filas. Los
últimos supervivientes de mi misión fueron perseguidos y asesinados por los
Kingu Babbar. Estos utilizan armas formidables difíciles de describir;
escondidas en sus manos. Tan pronto como disparan contra un ser vivo,
este se desploma, derribado por un ataque al corazón. Me las arreglé para
escapar momentáneamente. Una oleada de Kingu me persiguió por el inmenso
bosque como una nube negra, empujada por fuertes vientos. Mi fuerza
residía en mi experiencia sobre supervivencia en ambientes hostiles. Me
las arreglé para bajar la temperatura de mi cuerpo. Salté de árbol en
árbol, sin embargo, la fatiga me hizo tropezar muchas veces.
Inevitablemente, acabé cayendo. Cuando volví en mí, mis
piernas me dolían, mi pierna derecha estaba rota. Los Kingalam estaban a mí
alrededor; fueron ellos los que se hicieron cargo de mí. Estábamos tan
condicionados por la malevolencia de los Kingalam que quede totalmente
paralizada por el miedo. Me puse naturalmente a la defensiva. Ellos
se comunicaron de inmediato.
- Yo
también lo sentí así, - añadió Barbélu - a pesar de su agresión contra
nosotros, sin duda exacerbada por su incapacidad para comunicarse.
- Sí,
eso es un problema para ellos. Ellos usan una especie de máscara para
cambiar su dialecto y que sea comprensible para nuestros oídos. He vivido
unas semanas con ellos, el tiempo necesario para reponerme. Hemos sido
capaces de comunicarnos largamente. Después de mi estancia en una de sus
naves nodrizas, me proporcionaron una máquina voladora para volver a Mulmus
indicándome cómo encontrar mi tiempo usando sus instrumentos. Sin
embargo, a mi regreso, mi viaje de unos Iti (meses) se habían convertido en
40.000 Muanna (años) de Hui (Marte) para nuestros semejantes.
- ¿Tu
viviste con los Kingalam y te proporcionaron una de sus naves? Eso es poco
probable - exclamó Barbélu. ¿Cómo lograste pasar a través de las pruebas
de los Musidim? Tu incapacidad para pilotear esta nave extraña fue
ampliamente demostrada.
Suhia
quedó pensativa un momento.
- Los Kingalam
me dieron para tomar unas pastillas justo antes de mi regreso a la Casa-Madre.
Estas pastillas me hicieron perder la memoria durante varios meses (Iti), el
tiempo suficiente para pasar los diferentes controles Musidim y restaurar la
confianza de mis semejantes. El recuerdo volvió a mí lentamente, y con él,
pude controlar el dispositivo Kingalam y tome dirección hacia el futuro.
-
Entonces, ¿por qué tantos enigmas?, no me estás diciendo todo. - protestó
Barbélu.
- Es eso
verdad. A mi regreso, me di cuenta de lo mucho que estaba involucrada en
el destino de nuestro sistema solar y en particularmente en el de Dubkù
(Tierra). Es por eso que he "imaginado" el proyecto NUMUN. Los Kingalam
me revelaron que yo era la diseñadora. También me dieron a conocer que yo
crearía a las Matriarcas, que proporcionarían un mejor equilibrio frente a la
realeza de la Casa-Madre. Mi destino era traer vida al mundo del caos con
el fin de que todas estas formas de vida capten mi energía para instalar una
nueva ilusión que renueve la deficiencia anterior. Así que he cumplido mi
destino lanzando el proyecto NUMUN y dando a luz a las Matriarcas Oscuras.
Entonces, ya nada me ataba a ese "pasado" con el cual ya no
sentía ninguna afinidad. Fue entonces cuando decidí comenzar esta "realidad".
-
Confiaste ciegamente en los Kingalam? - preguntó Barbélu. ¿No te has
preguntado alguna vez si no te habían manipulado?
- Sabes,
su participación en nuestra historia es más compleja de lo que piensas y voy a
revelarte su secreto. Los Kingalam son los Musidim provenientes del
futuro. Son los descendientes de nuestros pilotos desaparecidos entre el
Valle de las Tormentas y la zona susceptible de Sipazianna (Orión). Sus
viajes a través de las distorsiones temporales irradiadas por la Sombra Ga'anzir
deterioraron seriamente su fisonomía infligiéndoles mutaciones irreversibles.
Por desgracia, no respiran como nosotros, no hablan nuestro idioma; deben
utilizar dispositivos para evitar la asfixia y traducir su dialecto, el cual
también ha mutado. Ellos querían advertirnos sobre el uso de estos pasajes.
Ante la imposibilidad de acercarse a nosotros y de cambiar pacíficamente el
pasado, se volvieron más agresivos con la intención de ser escuchados. Ellos
encontraron un aliado en mí. Me hablaron de la futura madre del hijo del
caos. Se acordó que yo te eliminaría si te presentabas ante mí...
Abrumada por esta novela vertiginosa, Barbélu tuvo que sentarse un
momento. La vida se le apareció como un caos sin límites donde la esperanza de
conectar a la Fuente de todas las cosas se revelaba en última instancia
imposible. Los Musidim habían creado una vida en la vida, un momento en
el tiempo, una ilusión fuera de las leyes universales generalmente aceptadas
por sus propias doctrinas. Habían ideado una trampa diabólica en la cual
encarnaban tanto los escritores como los principales actores en un drama
construido en varios actos. Pistés, Suhia y Barbélu parecían personificar
a las principales actrices del acto central limitado en una porción de Sueños.
¿Era necesario ahora a despertar, pero tenían ellas la capacidad, la
voluntad o incluso el poder?
- ¿Qué podemos hacer en nuestro nivel?, cuestionó Barbélu totalmente
abatida.
Por mi parte, ¡hace mucho tiempo que improviso! Los huevos que tú
has descubierto y para los cuales he aportado una atención especial pertenecen
a Husmus (reptiles salvajes). Yo acelero su crecimiento aquí y serán
transportados por aire para llegar a la mayor cantidad de regiones posibles.
Esta diseminación organizada y acelerada intenta preservar las futuras
especies agresivas que los Kingu producirán y esparcirán sobre Dubkù (Tierra).
Mis Husmus son mayormente herbívoros, de tipo mamíferos, generalmente
pacíficos. Yo vi las especies carnívoras de los Kingu; estas poseen
dientes afilados para desgarrar la carne, no para romper plantas o masticar
insectos. Están equipados con garras afiladas y placas óseas en la
espalda de gran alcance, a menudo exageradas. Forman una amplia línea de
depredadores listos para dominar Dubkù y devorar a los placidos Husmus.
- ¿No hay manera de cambiar esto si tus dragones rojos interceptan a
Ía'aldabaut?
- No soy optimista. Todo lo que pude ver, o incluso escuchar de la
boca de los Kingalam nos lleva de vuelta a este instante, el que tú y yo
vivimos en este momento.
- ¿Es que no hay manera de cambiar este terrible futuro cambiando el
pasado?
- No podemos pretender remontar el tiempo para cambiar el destino de los
Forjadores de Vida y de sus descendientes, como los Kingalam no lo hacen.
Yo misma me encontré con un muro infranqueable: cada vez que me atrevo a
cambiar algo, como eliminarte por ejemplo, las formas deI caos entran en escena
para reequilibrar el vacío que intento crear. Nuestra acción es muy limitada.
- En la Escuela de Conocimiento, se lo llama "la simetría de
inversión del tiempo" - dijo Barbélu. Este fenómeno se explica por el
hecho de que los acontecimientos van de un punto a otro y es posible realizar
el seguimiento en una dirección como en la otra desplegando el continuo
espacio-tiempo.
- Siguiendo esa lógica, sé que nos será posible rastrear la cadena de
causas que dispersan la luz en la manifestación.
- ¿Qué quieres decir?
- Existe un fenómeno clave que interfiere con nuestro pasado y por lo
tanto con el futuro. Bloquea toda la luz en la Casa Madre y parece
alimentar a tus hijos de caos. Mientras no se corrija este error, los
Kingú-Babbar, la descendencia de Ía'aldabaut, intentaran copiar las estructuras
abisales de un mundo invertido, llamado el caos de las formas, en vez de
construir un mundo de luz.
- Sé más precisa, te lo ruego.- le pidió Barbélu.
- Yo sé dónde se encuentra el Rey Éa'am y su máquina Zida.
- ¿Nuestro Rey Éa'am? - gritó la antigua erudita del Palacio de Jade.
¿Dónde se encuentra? ¿Esta con su esposa Pistés? ¿Los ha
visto?
Barbélu recordaba perfectamente su entrevista con las Matriarcas Oscuras
y su fe en su origen real. ¿Por qué habría desaparecido la antigua reina? ¿Por
qué encarnó ella en un modesta sirviente de su estela? La Madre se puso
nerviosa y su excitación creó un malestar sobre Suhia.
- No sé dónde se encuentra la Reina Pistés. Todo el mundo recuerda que
los soberanos se separaron en algún momento y que viajaban solos, sin duda en
busca de reunirse. Mis Kingu rojos encontraron la huella del rey Éa'am en
la región de Temenlum [[4]], donde nuestros gobernantes partieron en su máquina hace ya mucho
tiempo.
- ¿Su huella? ¿Quieres decir que ya no está allí?
- Te llevaré allí, podrás verla por ti mismo. La cúpula de mortero,
cubierta con tierra, no fue suficiente para proteger el sitio; está devastado
hoy día. Haremos el viaje juntas.
En ese momento, los niños de Barbélu aparecieron, flanqueado por los
dragones de Suhia. Tal, la mascota, no los acompañaba, había huido hacia
la selva ante la vista de los terribles humanoides. La Madre vibró al
ritmo precipitado de su corazón, ella abrió los brazos para recibir a los jóvenes
Gina'Abul y tranquilizarlos. Suhia le propuso a Barbélu partir cuando el sol
alcanzara el cenit; esto le daría tiempo para pasar unos momentos con sus
hijos. Barbélu deseaba que los jóvenes Gina'Abul pudieran descansar.
Demasiado excitados por el reencuentro y el descubrimiento de tanto lujo en
estas habitaciones subterráneas, no podían dormir.
En la habitación tapizada con alfombra sin ningún tipo de abertura
exterior, Barbélu y sus niños se abandonaron totalmente a su felicidad, lejos
de los peligros del gran bosque. En esa mañana, cuando el aire caliente,
generado artificialmente para incubar los huevos, ya empieza a penetrar en
todos los compartimentos del monstruo de acero, la Madre se cuestionó. ¿Existirían
aun los Musidim en la Casa-Madre o bien la especie se había extinto? Muchas
preguntas quedaron sin respuesta. Suhia ocultó cosas. Tendría que estar
en guardia. Ella tenía en cuenta que antes de este "presente"
único en sus ojos, la antigua Agarin le había quitado la vida varias veces.
[1] [98]. A-DAM, literalmente
"Bestias", "animales", "ovejas" en
sumerio. De esta palabra deriva ciertamente el Adam bíblico.
[2] [99].
KIN-GÚ, literalmente "Ordenar la tierra" o "el orden
regional" en sumerio. Encontramos esta palabra en la raíz de la palabra
inglesa King (rey).
[3]
[100]. Ahora que el lector ha entendido que el
sistema planetario de los Musidim no es otro que nuestro sistema solar, se
puede especificar lo siguiente: nuestro sistema solar pertenece al brazo
galáctico de Orión, también llamado brazo local. La astrofísica moderna plantea
la hipótesis de que nuestro sistema solar se habría producido por explosiones
emitidas dentro de la nebulosa de Orión (la Sombra Ga'anzir). La fusión
turbulenta de flujo de los materiales básicos extraídos de esta densa nube,
estableció el nacimiento de nuevas estrellas, que se habrían extendido a lo
largo del brazo galáctico para dar nacimiento a nuestro sistema solar. Esto
quiere decir que seríamos procedentes, de alguna manera, de las explosiones de
varios soles. Sabemos que los elementos expulsados en tales fenómenos son calentados
a millones de grados y generan poderosas emisiones de rayos X y firmas
energéticas. Estas corrientes de flujo de luz o plasma se conectan entre sí por
los mundos a través de las Diranna (puertas estelares) para crear caminos
cósmicos que conectan unos astros con otros. La nebulosa de Orión (Sombra
Ga'anzir) es una nube de plasma constantemente inestable que se calienta a
millones de grados. Esta nebulosa está en resonancia con nuestro sistema solar,
especialmente con Júpiter y su gran mancha (el Valle de las Tempestades) que
sigue cambiando de tamaño con el tiempo. Recuerde, se indica en una nota
anterior .que Júpiter tiene prácticamente la misma revolución anual que el
ciclo de manchas solares. El ciclo de Júpiter es de 11,86 años terrestres
contra un promedio de 11,2 años para el ciclo de actividad solar. Además,
también sabemos que la posición y el ángulo de Júpiter (Dapinu para los
Musidim) juegan un papel importante y determinan el ciclo de manchas solares.
Todos estos elementos científicos dan un significado adicional a las palabras
proporcionadas por Barbélu antes en la historia y ahora por Suhia.
[4]
[101]. TE-ME-EN-LUM (TEMENLUM), lit.
"Fundación de abundancia" en sumerio. Una región del actual Egipto,
Dendera según mi interpretación.
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