2da PARTE
FUNDAMENTOS
Yo soy Nuréa, hija legítima de nuestra matriarca
Tiamata y Embajadora en nombre de la Corona de Margid'da (Osa Mayor).Yo re
transcribo en este cristal acontecimientos históricos relacionados con nuestros
orígenes y los enlaces que nos unen al sistema de Ti-ama-te (el Sistema Solar).
Sólo el conocimiento fragmentario en nuestro poder, es lo suficientemente
específico como para justificar su inclusión en este mineral y de transmitirlo
eventualmente a quien corresponda. Algunos provienen de nuestros archivos, mientras
que muchos otros son el resultado de una experiencia que se me impuso y cuyo
contenido trastornó mi vida, así que mi educación la he adquirido con
dificultad en la Escuela de Conocimientos de Nalulkára [[1]]. Estos nuevos datos cambiaron todo lo que
creíamos conocer sobre nuestros antepasados y nuestros orígenes. Un grupo de
anfibios Abgal y yo somos los únicos que lo sabemos. Si
las Coronas de Urbar'ra (Lyra), de Margid'da (Osa Mayor) y de Mulmul (las
Pléyades) se encontraran con esta información oculta desde el principio de los
tiempos, una guerra sin precedentes tendría lugar en Anriba [[2]] (nuestra galaxia).
Suscribo estos datos en mi cristal Gírkù sin saber
si voy a guardarlos o a ocultarlos. Confieso no saber qué hacer en este
momento. Que todos los seres despiertos que lean esta
información puedan comprender el poder de Kingalam y el de sus hijos, y la
amenaza presente en Anriba.
*
* *
Nosotros formamos una raza independiente con múltiples y variados
diseños. Son numerosos aquellos que, por parte de nuestro extenso linaje,
se manifiestan como familias belicosas que buscan poder y territorio.
Nuestras rutas militares se extienden a lo largo de la Vía Láctea
conocida, hasta los límites de los túneles atemporales y del cinturón
galáctico. Las orgías destructivas asientan nuestra dominación y nuestra
reputación desde tiempos inmemoriales. Nuestra violencia legendaria es
temida en una vasta extensión de Anriba (nuestra galaxia). Ningún texto
conocido puede reportar nuestra historia completa ya que esta marcada de
devastación y de amnesia relacionada con la destrucción de todo tipo de
especies de las cuales somos en gran parte responsables.
Los senderos oscuros que conducen a diversas fuentes de
minerales y menas cruzan sistemáticamente nuestras rutas comerciales.
Todas nuestras cartas siderales señalan estos puntos estratégicos que
garantizan nuestra supervivencia. Nuestra tecnología requiere una enorme
cantidad de estas sustancias del suelo. Sin ellas, nosotros ya no
existiríamos, sin ellas, agonizamos. Para obtenerlos y explotarlos,
sometemos a muchos mundos así como a sus naciones. No dudamos en usar la
fuerza pero nuestros chantajes diplomáticos constituyen la mejor arma de
disuasión. Elevamos el engaño a un nivel de arte donde ninguna faceta se
nos escapa desde la edad de Nimra. [[3]] Cuando el lenguaje diplomático no tiene éxito, ponemos en marcha
la máquina de guerra generalmente programada luego de un brote epidémico, de un
atentado, o de amenazas externas fabricadas por nosotros mismos, y donde
pretendemos contener los efectos por la fuerza en nombre de la Paz. Sin
embargo, sólo el caos subsiste luego de nuestra presencia y nuestras múltiples
extracciones mineras.
Aunque fuimos atravesados por múltiples tensiones y nos desgarramos en
ellas, constituimos una sociedad intocable. Las diferentes familias de
nuestro linaje no comparten los mismos deseos o simplemente difieren en la
manera de conseguir el poder y la seguridad desde la edad de Nimra. Un punto en
común que tenemos sin embargo cada uno de nuestros linajes: ejercitamos una
dominación oculta en todas nuestras conquistas mediante el establecimiento de
bases subterráneas interconectadas a través de una red de comunicaciones utilizando
energía radiante y ondas telúricas. Algunos de nosotros, especialmente
las mujeres de nuestro linaje, tienen la capacidad de dominar los elementos.
Este arte, asociado a los minerales, permite el funcionamiento de
nuestras industrias, nuestras armas y nuestras naves. Sin vergüenza,
pisoteamos regularmente las legislaciones planificadoras para asegurar nuestros
proyectos de conquista y saqueo en nombre de nuestra supervivencia. Somos
la pesadilla de este Universo y las víctimas de la Sombra Ga'anzír. En tiempos
remotos, nuestros antepasados y nosotros mismos vivíamos en paz.
Nosotros somos los Gina'abul.
1
INDIGNACIÓN
"Los arcontes se acercaron para
satisfacer sus deseos de engañar. Su jefe supremo dijo, 'Tu madre Eva
vino a nosotros.' Pero Nuréa se volvió hacia ellos y les dijo:
"Ustedes son los Arcontes de la oscuridad, ustedes están malditos. Ustedes
no conocen a mi madre. Es su co-semejante que ustedes han conocido. En
cuanto a mí, no es de ustedes lo que busco, sino del mundo celestial del que
vine."
NH II, 4 - La Hipóstasis de los Arcontes, 92,19 - 92,27
Gírkù-Tila Nuréa /
Dili-ME-Dili
Acostada en una piedra lisa como un bloque de metal, mirando a una
estrecha abertura cortada en uno de los muros, observé la tenue luz que
penetraba con moderación dentro de mi celda. A lo lejos, las tenebrosas
colinas grisáceas de puntas afiladas, eran una silueta sobre el cielo oscuro.
El techo dejaba filtrarse una sustancia líquida a la humedad alarmante.
El revestimiento se agrietaba inexorablemente y las placas fueron cayendo
bajo el peso de la atracción. La habitación pequeña no me aportaba ninguna
comodidad. Su grueso manto de silencio contrastaba con el eco desordenado
presente en mi cabeza. Yo había roto una de las reglas de oro de Ti-ama-te (el
sistema solar), el de influir en la vida sin permiso. Golpeada, golpeada hasta
que la sangre me había abandonado en la humillación total por muchos Udh
(días). Estaba desnuda, rota y temblorosa. Mis ojos se mantuvieron
secos en cara al deshonor. Sólo me fue dejada la fuerza suficiente para
arrastrarme por esta piedra en forma de litera. Además del dolor
punzante, el temor paralizaba todo mi cuerpo afligido. La sanción que
resultaría de mi transgresión podría ser aún más grave. Temía un retorno
inmediato a Anduruna, cerca de mi madre y yo sabía que la muerte me esperaba en
caso de retornar nuevamente a nuestro reino soberano. Itud (la Luna) era, a mi
conocimiento, una nación neutral en donde las sentencias pueden dar lugar a
condenas fuera de las convenciones planificadoras. Que decadencia para la única
diplomática del linaje de los Gina'abul admitida a sentarse en las asambleas de
los planificadores.
Dos obreros Miminu con caras desagradables finalmente me arrancaron de
mi prisión. El horrible vacío de sus ojos me dio la sensación de que nada
se desarrollaría según los acuerdos en vigor. De un golpe con su barra de
metal, me obligaron a levantarme y a seguirlos. Yo les reclamé mi ropa,
pero uno de ellos respondió "NO!" Mediante la Kinsag
(telepatía). Mi mirada insistente no cambió nada, estaba a su merced.
Ellos me controlaban física y psíquicamente.
Totalmente congelada, mi marcha lenta y laboriosa nos obligó a reducir
la velocidad muchas veces. Cruzamos las galerías oscuras para acabar en
la oscuridad total. Las voces salidas de la nada de repente gritaron
"Dejen entrar a la acusada". Entonces me empujaron bruscamente
a través de una gran puerta de metal. Me encontré delante de un consejo
encapuchado esperando pacientemente por mí en altos nichos. No había nada
que me permitiera adivinar sus identidades. Un frío helado se impuso en
la gran sala de contornos indistintos. Mi desnudez parecía abrigarlos.
Quise gritar para expresar mi desaprobación y notificarles que mi estatus
no les permitía tal conducta, pero me fue imposible articular una palabra.
Me reprocharon por haber liberado a los trabajadores en Salbatanu
(Marte). Yo respondí penosamente que esos trabajadores, extraídos de la semilla
de Uras (Tierra), estaban trabajando en condiciones inaceptables y que no
merecían tal tratamiento en una zona de planificadores. La corte me
recordó que los Kingu-Babbar eran los únicos maestros de sus trabajadores.
Me recordaron mi papel de embajadora y de mera observadora en nombre de
la Reina Tiamata. La Junta me juzgó y luego decidió enviarme inmediatamente a
Uras para volver a la instancia Planificadora, los únicos que podían decidir mi
destino. En ese momento, me sentí salvo, sin embargo sentía un profundo
sentimiento de culpa. Debería justificarme nuevamente ante los
planificadores Kadistu [[4]] e involucrarme en discusiones interminables...
Apenas finalizada la sentencia, un Kingu Rojo, un guerrero dragón que
pertenece a nuestra estirpe real, me tomó del cuello y me colocó las esposas.
¿Qué hacía dicho individuo en Itud (la Luna)? Dos de sus congéneres
estaban detrás de él. Me tomaron de los brazos y sin miramientos me
acompañaron a las galerías oscuras, mientras el eco metálico de la pesada
puerta de la corte cerrándose detrás de mí repercutió en los interminables
pasillos.
En esa época, yo trabajaba al Servicio de información de nuestra reina
Tiamata, en calidad oficial de diplomática jurada. Mi papel era el de observar,
analizar y reportar a los Kadistu, las relaciones comerciales mantenidas entre
los planetas y los estados del sistema. A veces negociaba en nombre de las
diversas facciones establecidas en Ti-ama-te (el sistema solar). Hablo varios
idiomas luego de mi tiempo en la Academia de Setra'an Gagsisá-ES (Sirio 3). Yo
converso generalmente en Emesa, pero practico fluidamente el Emenita, el Ganetran,
el Sukkal, el Amelien, el lenguaje de los Urmah y diversos modismos utilizados
en Ti-ama-te. Los Kingu de Salbatanu (Marte) no habían previsto que una
diplomática oficial libere a los trabajadores de sus plantaciones. Los
Kingu-Babbar acechaban detrás de los textos legales grabados en delgadas
láminas de cristal como dragones entumecidos con el propósito de preservar sus
privilegios traicionando los acuerdos concedidos por el Foro Planificador.
Mis jueces eran Kingu? En ese caso, tendría que probarlo e informar
de ello a la Autoridad Planificadora.
Mi mente se balanceaba entre la alegría de recuperar a Uras (la Tierra)
y la tristeza de no poder decirle a mi hijo que me esperaba pacientemente en
Mulge-Tab. Me tranquilizaba saber que me sería posible contactarlo más tarde
con la llegada de los Kadistu.
Mis torturadores me llevaron en la oscuridad a través de pasajes
tortuosos. Apelé a toda mi voluntad para mantener la cabeza erguida y
tratar de seguir el ritmo a pesar de los dolores que sentía por todo el cuerpo.
Sin embargo, muchas veces, fui presa de un dolor abdominal terrible y
tuve que apoyarme contra las paredes viscosas. ¿Me habrían herido o tal
vez drogado? Yo no tenía ningún recuerdo específico de mi secuestro.
Todo mi cuerpo estaba temblando. Formas extrañas surgían de la
suciedad en lugares oscuros con múltiples ecos. Nos tomó tiempo llegar a
un pasaje en el que una luz refrescante finalmente apareció. Llegamos
pronto a una plataforma en la que estaban estacionadas una multitud de máquinas
voladoras en espera de la señal para despegar. Me empujaron sin contemplaciones
hacia una de ellas. Un ser encapuchado me estaba esperando junto al
piloto; luego habló en un tono confiado:
- Entra, hija de Tiamata.
Me resbalé con torpeza en el dispositivo de forma ovoide. Mis
facultades parecían recuperarse poco a poco; mi rostro estaba caliente y mis
ojos empezaron a llorar.
- Lo que se está cometiendo es un desacato hacia el Foro Planificador!
¿Qué le han hecho a mi cuerpo?
- Nada desagradable.
- Quien quiera que sea, tendrá que dar cuentas de esto!
- No sea tan presuntuosa, joven embajadora. Su ignorancia sobre
Ti-ama-te (el sistema solar) nos aflige grandemente. Usted debe saber que el
trabajo aquí es la esclavitud y no un rango encubierto en la nobleza del
sacrificio. Su papel con los Kadistu no es más que un móvil estratégico
para su madre, para todos los Gina'abul y la Autoridad Planificadora.
- No conoces a mi madre! Tiamata no les debe nada, ella es la hija
de Barbélu a la que ustedes ven con el mayor desprecio.
El desconocido me arrojó mis sandalias y mi ropa, y agregó: "Tiene
una cita con su destino. Hágale honor”.
Nuestra nave partió de las tierras subterráneas de Itud (la Luna) y se
dirigió a gran velocidad hacia el planeta azul, en dirección a una región
crepuscular. No utilizamos el túnel atemporal, el viaje se realizó en el modo
de espacio-tiempo ordinario. Nuestra unidad entró en la atmósfera
para sumergirse en una niebla errática y luego dirigirse súbitamente hacia la
superficie brillante de un vasto océano. Con la vista perdida, pude ver
las olas subir y bajar en una masa espesa. Un viento furioso soplaba en
ráfagas violentas incesantes desgarrando las crestas de las olas. A
continuación, pasamos a través de una capa de nubes grises amenazantes.
En el horizonte, el sol desaparecía detrás de las montañas heladas con
reflejos azules: nuestro destino.
Le pregunté disimuladamente a mi guardián si la cita se llevaría a cabo
en esta región. No me contesto, dejándome en la total incertidumbre.
En el interior de sus largas mangas oscuras, sus flexibles dedos
protegidos con guantes, se deslizaron a lo largo de una esfera de metal
extraña, un Gurkur [[5]] cuyo uso permite cambiar de dimensión. Nuestra nave se descendió
rápidamente, rozando los hielos de un país desértico, para luego avanzar hacia
una serie de acantilados, con pendientes pronunciadas detrás de la cuales
surgió un glaciar gigantesco. Una vez allí, la esclusa del dispositivo se
abrió de repente. Entonces sentí que mi cuerpo caía hacia atrás, como
impulsado por una fuerza desconocida que me impulsó bruscamente hacia el suelo
duro y helado de esta región inhóspita. El dispositivo se cerró silenciosamente
a la velocidad del rayo.
Aturdida, con los ojos fijos en el cielo, me encontré acostada e inmóvil
en el frío cortante, en medio de un silencio opresivo apenas perturbado por una
ligera brisa. Vi la nave reluciente mezclarse con las estrellas brumosas
para luego desaparecer. La violencia de la caída había agravado mi
condición. Cada respiración causaba un dolor insoportable. Me
diagnostique mi estado: varias costillas estaban rotas. ¿Dónde estaban
los Kadistu (planificadores)? Eventualmente me encontrarían. El tiempo
pasaba inexorablemente y tuve que remitirme a lo obvio: nadie vendría a mi
encuentro. Era una trampa, un atentado contra mi vida! Bajo estas
condiciones extremas, esto sería un gran peso. Sin dudas tenía que encontrar un
refugio, como una cueva, para calentarme y restaurarme. El cielo se cargó
de repente. La nieve comenzó a caer en copos gruesos y apretados.
En un instante, mis finas ropas, totalmente inadecuadas para esta región,
absorbieron la humedad y el frío penetrante se profundizó. Todo mi cuerpo
estaba temblando, mientras que la fiebre me venció. Vi una pequeña
corriente de agua justo adelante. Los árboles se alzaban en la niebla en
la orilla opuesta. Al no encontrar una cueva, tenía la esperanza de encontrar
un refugio temporal en las grandes ramas de las plantas.
Con mi cuerpo agonizando, el proyecto de cruzar el río parecía
insensato. Tan repentinamente como había llegado, la nieve dejó de caer
en el momento en que tomé la decisión de atravesar el hilo de agua con reflejos
brillantes. La luz de Itud (la Luna) se reflejó furtivamente, a merced de
los vientos de altura que amasan las nubes. Con la desaparición del sol, la
temperatura cayó bruscamente. El frío provocó que me rechinaran los
dientes. Me tomó un tiempo infinito y un esfuerzo sostenido cruzar la
barrera a medio congelar que cortaba como cuchillas afiladas. Las huellas
indelebles de mi sangre se mezclaban con la nieve, dejando una huella imborrable
por varias Danna (horas). Mi calvario devino interminable. Al alcanzar
las coníferas, tuve que romper varias ramas usando piedras angulares para
hacerme un refugio de protección. Agucé de alguna manera una pequeña
tienda de campaña, sostenida por unos guijarros que se encontraban cerca del
río. Arranqué febrilmente las correas empapadas de mis sandalias con los
dientes para fijar la altura de mi refugio. A continuación extendí ramas
gruesas sobre la tierra mojada. Después de frotar mis pies congelados,
entré en la precaria vivienda, con las piernas hacia delante para finalmente
dejarme caer dentro de ella. Un dolor de estómago persistente se hizo
gradualmente más fuerte, yo estaba experimentando un dolor insoportable.
*
* *
Pensamientos incoherentes
pasaban por mi cabeza. Caí en un estado semi-comatoso hasta que fui
despertada del letargo por un sonido estridente. Ya no me encontraba en mi
refugio improvisado, sino afuera. Mi cuerpo, totalmente envuelto en pieles
toscamente ensambladas con cordones, se calentó gradualmente y parecía cobrar
vida. Una enorme figura me había arrastrado al descubierto. Esta
sopló, frente a mí, en una especie de flauta arcaica tallada en un hueso
pequeño de animal. Presa del pánico, por un reflejo incontrolado, traté
de huir. Estoico, el coloso velludo me hizo un gesto de apaciguamiento.
Entendí que se trataba de un Uru [[6]], forma arcaica de los ilustres representantes de este planeta llamados
Namlú'u [[7]]. Los pocos que Uru aún presentes en las montañas son sus antepasados.
Antes de convertirse en los Namlú'u de cuerpos etéricos multidimensionales, los
guardianes de Uras tenían un cuerpo denso y voluminoso como este. Los archivos
mencionan su presencia desde antes de la Era de Nimra; su origen se pierde en
la noche de los tiempos, y nadie se acuerda quien los creó. Algunos grupos
Kadistu lucharon para preservar a los pocos sobrevivientes. Nunca había
visto tal espécimen. Yo conocía todos los detalles de su conducta porque
los había consultado y estudiado en nuestros archivos etnológicos de Gagsisa-Es
(Sirio 3) y de Mulge-Tab. Hoy en día, los Uru y los Namlú'u asumen la función
de guardianes del planeta. Se conectan sutilmente a través del pensamiento.
Los primeros vigilan las montañas y las excavaciones que conducen al Abzu
(el mundo subterráneo). Los segundos observan todo el planeta. Esta
actividad les obliga a rendir cuentas periódicamente a los planificadores
Kadistu con quienes están en contacto.
Alces cruzaron el pequeño río en la distancia, hacia el gran glaciar del
cual provenía un viento cortante. Al verme de nuevo a la vida, el Uru
gruñó dos veces para avisarme que iba a entrar en mi mente: "Están
viniendo", dijo por Kinsag (telepatía). La fiebre aun ardía dentro de mí.
El ser me presento una infusión con una especie de cuchara de madera. Sus ojos
redondos y oscuros como la noche me miraban esbozando una sonrisa en su rostro
cubierto de espeso pelaje marrón. "Me salvaste la vida", le
dije, agradecida. El Uru puso una mano su estómago y saltó. Un incómodo
silencio siguió. Me di cuenta de la seriedad de mi condición, probablemente
de orden orgánico y en relación con mi dolor abdominal.
Traté de levantarme, pero mis piernas se negaron a moverse. En ese
momento, como traídos por los vientos, un grupo de Namlú'u apareció de repente
en nuestra dimensión. Eran cinco en total. Cada uno media aproximadamente
un GI y medio (4,50 m) de altura. Uno de ellos se dirigió a mí usando la
telepatía Kinsag:
- Eres la embajadora, la hija de Tiamata.
Esta visión se me apareció como un encanto, debido a mi asombro no pude
soplar ni una palabra. Una bondad y una belleza indescriptiblemente
sobrenaturales emanaban de estos seres envueltos en una película etérea
nacarada de color violeta-rosa. Un Namlú'u me puso suavemente en una
especie de bolsa de lámina translúcida; Yo sabía que ella me protegería en el
viaje que íbamos a emprender. El Uru nos dio un saludo amistoso con la mano y
me llevaron de inmediato hacia las esferas más altas, donde un destino
desconocido me esperaba. Los Namlu'u circulaban de manera interdimensional a
través de campos Turzalag (partículas de taquiones) cuya composición forma la
estructura principal de la materia de los vórtices atemporales. Nuestra
travesía, casi instantánea, se llevó a cabo de manera similar a nuestros viajes
a través de los corredores del tiempo y el espacio, a menudo formado por el
colapso de estrellas.
*
* *
Existen numerosos mundos, cantidades de cielo,
detrás de la cortina de los acontecimientos. Los Namlú'u se desplazan a
voluntad. Me llevaron a uno de estos mundos celestiales con reflejos fascinantes
perteneciente a lo que generalmente llamamos ANGAL (Gran Cielo). Cuando
desperté, me quedé tumbada un momento en silencio, simplemente consciente del
placer de abrir los ojos para contemplar una realidad acogedora diferente, y de
disfrutar de este momento de felicidad después de tantas vicisitudes. En
este lugar de una pureza indescriptible, las instalaciones eran extremadamente
precisas y colores armoniosos suscribían a la idea de perfección. Nada en
este entorno había sido dejado al azar. Estaba viviendo un momento
privilegiado, lo sentí en lo más profundo de mi conciencia. Aún acostada
en mi bolsa translúcida, descubrí un espacio infinito en los confines del
horizonte. Más allá del pensamiento, más allá incluso del miedo al gran
vacío, pude distinguir en la distancia los relucientes muros que cubrían un
palacio de cristal. Esta fortaleza emanaba un sonido extraño, confuso,
como una risa o tal vez sollozos. ¿Sueño o realidad? En este mundo
intenso lleno de luz pura, ¿será posible crear tu propio universo personal sin
ningún tipo de apego material y sin sentimientos exacerbados, como los que
conocemos y experimentamos en el Kl (3° dimensión)? ¿O bien yo estaba
evolucionando en el tiempo "imaginario" de las fluctuaciones de
densidad del campo escalar en uno de los muchos apéndices del Gran Universo?
Ninguna respuesta vino a iluminar mis preguntas. ¿Nuestro
conocimiento se apoyaría en la segunda opción, pero quien se aventuraría a
afirmarlo?
Medí plenamente la característica excepcional, extraña y única de mi
situación. Me acostumbré a esa felicidad voluptuosa cuando un Namlú'u se
me acercó para cubrirme con una luz cegadora. En ese momento, fui proyectada
hacia el KI de Uras (Tierra) en un sitio extremadamente denso, donde toda la
materia parecía chocar y calentarse. Gotas de agua llenas de sol fueron
esparcidas al viento como pequeñas salpicaduras de fuego. Oí temblar la
tierra a través de mi protección diáfana, los cinco Namlú'u me acompañaron en
todo momento. Estaban mirando por encima de mí. Estábamos cerca de un
volcán activo y esperando algo. Uno de los guardias de Uras acercó a su
cara translúcida para decirme con el pensamiento: "Tú necesitas cuidado,
te llevaremos hasta los Kadistu (planificadores). Solo ellos pueden
ayudarte".
Un muro de luz intenso dividió el cielo. Una nave espacial ovoide
descendió majestuosamente sobre la tierra cerca de un río de lava fundida.
Una silueta apareció en la luz brillante y me cargó sin problemas.
Fui llevada en andas por el Kadistu, más precisamente por un grupo que
pertenece a mi familia galáctica, la de los Abgal.
[1] [37]. Planeta madre de los Gina'abul en el sistema estelar de Anduruna,
el corazón de la constelación de Margid'da (Osa Mayor).
[3] [39].
NIM-RA, literalmente "Agitación de Gran Altura", la era del
gran comercio y la guerra galáctica donde muchas razas en nuestro universo
entraron en conflicto (véase el penúltimo capítulo de este libro).
[4]
[40]. Organización planificadora que agrupa a las razas más antiguas
presentes en nuestro Universo. Tomado del término sumerio KAD4-IS7-TU,
literalmente "Los antiguos montadores de vida".
[5] [41]. Objeto esférico Gina'abul que brinda la oportunidad de trasladarse
en las primeras tres dimensiones.
[7]
[43] NAM-LU-U18 lit’. "los
seres humanos inmensos". Este es uno de los términos utilizados por los
sumerios y deidades antiguas para nombrar a la humanidad primordial. Este
nombre fue utilizado mucho más tarde para nombrar a los sumerios que se
consideraban los primeros en haber sido creados por los "dioses".
Gracias por tanto🙏🏽🌀
ResponderBorrarBueos dias, ante todo quisiera agradecer el trabajo que se estan tomando de traducir y compartir estos libros con nosotros.
ResponderBorrarAhora mi pregunta (tal vez sea una estupidez) el nuevo libro: empieza desde la parte dos o me perdi la primera y no la puedo encontrar?
Desde ya muchas gracias y disculpen mi onfucion
Enrique
Hola Enrique, te respondo a tu pregunta. La parte I es una introduccion similar a la que se encuentra en la parte I de El Secreto de las Estrellas Oscuras (Tomo 1 de las Crónicas), en la parte II comienza la narración. Eso es todo.
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