sábado, 19 de marzo de 2016

T0 PII C3 LOS MUSIDIM

3

LOS MUSIDIM

"No es apropiado [concebir a Dios] como se concibe a los dioses en términos similares.  De hecho, es más que un dios porque nadie está por encima de él, porque nadie lo domina.  [No existe] nada menor a él, [ya que todo] existe en él mismo.  [Él es eterno] ya que no necesita [nada], ya que es la perfección completa.  [Nada] no [que] no haya podido llevarse a cabo por [él mismo].  Él es [al contrario] totalmente perfecto en todos los tiempos de la luz".
NH II, 1 - El Libro secreto de Juan, 2,33 - 3,7




Gírkù-Tila Nuréa / Dili-ME-Es

El ritual continuó mientras A'a transmitía su relato sobre la historia de nuestros orígenes:
"Más allá de los viejos ciclos, más allá del tiempo cuantificable, la dinastía de los Creadores de Vida, Musidim [[1]], vivían pacíficamente en la periferia de Anriba (nuestra galaxia), en la Casa Madre, el sistema estelar de Mulmus [[2]].
Sería inútil intentar la audaz realización de una genealogía.
Sus orígenes lejanos no encuentran eco en nuestros archivos.  Sin embargo, sabemos que sus primeros antepasados ​​se estrellaron en Mulmus, precisamente sobre el astro Hul, durante una misión de reconocimiento. Ellos provenían, al parecer, de otra Vía Láctea.  Los pocos sobrevivientes y sus descendientes tuvieron que empezar de cero y volver a aprender todo pacientemente con la esperanza de volver a volar.  Los antepasados ​​Musidim apenas tuvieron tiempo de pasar un poco de su conocimiento a sus hijos a causa de un virus desconocido que les diezmó a todos uno por uno.  Por suerte, los descendientes de la dinastía de los Forjadores de Vida se salvaron de la extinción completa a pesar de la alta mortalidad en los recién nacidos, sobre todo al principio de su asentamiento en este mundo extraño.  Su metabolismo mutó y se adaptó gradualmente al nuevo entorno.  Una vez instalados en el astro Hul, los jóvenes Musidim centraron sus esfuerzos en el desarrollo de la fuerza aérea con el objetivo de avanzar tan pronto como sea posible de un planeta a otro en el sistema de Mulmus.
De cepa reptiliana, los Musidim disponían de la regeneración de sus tejidos celulares y, por lo tanto, disfrutaban de una gran longevidad.  Esta cuasi-inmortalidad constituyó una ventaja decisiva para su viaje espacial por las numerosas pruebas realizadas para tratar de superar, en primera instancia, la velocidad del sonido y luego la de la luz.  Sus exploraciones tomaron un nuevo giro cuando volvieron a descubrir la existencia de estas famosas puertas estelares Dirannas [[3]] que sus antepasados ​​utilizaron mucho antes que ellos. A continuación, elaboraron mapas de estas aberturas naturales dispersas en la superficie de cada planeta que daban acceso a esta gigantesca red de túneles de luz que unen los mundos en el espacio infinito.
Durante mucho tiempo, los Musidim imaginaron ser los únicos humanoides que vivían en esta zona de la galaxia hasta que sus viajes por los vórtices de luz los hicieron encontrarse con diferentes tipos de seres más o menos evolucionadas.  Con su superioridad tecnológica, los Musidim se propusieron entregar algunos de sus conocimientos.  A cambio, ellos negociaron la garantía de mantener un ojo vigilante hasta cierto punto sobre sus vecinos y discípulos galácticos.  La sed de viajes y el proselitismo los convirtieron en mensajeros de la palabra.  En todas partes donde viajaban, exigían un total abandono cultural para llevarles alegría y civilización.  Seguramente querían reemplazar a la Fuente de todas las cosas, el primer impulso de todos los que vinimos a este Universo.

*
*         *

El sistema Mulmus, la Casa Madre de los Forjadores de Vida, se componía de ocho astros principales que eran los siguientes:
El primer planeta, el más cercano al Sol, se llamaba Bi'bu [[4]].  A pesar de su pequeño tamaño, el alto calor generaba en sus suelos metales muy densos poco comunes y excepcionales cristales. Los Musidim explotaban los diferentes minerales con su industria de alta tecnología como el método de absorción de materiales pesados por la luz.  No había ninguna atmosfera envolviendo a Bi'bu, con la excepción de una pequeña capa de impactos de meteoritos.
Luego se encontraba Dubkù [[5]], el planeta sagrado donde los Musidim enseñaron a sus hijos las artes universales. Este planeta consistía en un solo continente, muy grande, rodeado por un vasto océano salpicado de arrecifes y bancos de arena.  Dubkù tenía algunas escuelas famosas donde se inculcaban el concepto de la Fuente.  Todo el mundo tenía derecho a entrar en la Escuela de la Fuente, sin distinción de sexo, con la sola condición de tener una edad mayor a 10 Muanna de Hui y de haber seguido previamente una formación exitosa en la Escuela de Ciencias.  Allí no había ninguna ciudad, sólo algunas agrupaciones de casas luminosas.  Este remanso de paz, donde cada Forjador de Vida podía relajarse lejos de las preocupaciones materiales, ofrecía en la Casa Madre un nivel de experiencia excepcional y de una gran elevación de la conciencia, posibilitando surcar el espacio. Este idílico lugar poco a poco perdió la compostura de los primeros días de la Matriarca Suhia luego de la decisión de introducir a miles de especies vivientes para crear un vivero excepcional en Anriba.  También se introdujeron seres de estatura colosal para supervisar la reserva natural.  A partir de sus propios genes, los Musidim reunieron a estos especímenes que denominaron "guardianes".  La reputación de este lugar excepcional pronto llego a toda la Casa Madre.  El pueblo de los Musidim se reunía regularmente en este lugar para observar la vida silvestre, lo que resulto en la proliferación de los convoyes aéreos hasta el punto en que la sostenibilidad de la Escuela de la Fuente quedo en peligro.
A continuación, se encontraba el tercer planeta llamado Hul [[6]], un extenso depósito de agua donde los Musidim estudiaron la vida bajo el agua y las especies de anfibias de todo tipo. Su nombre deriva de los complejos experimentos marinos llevados a cabo en este mundo.  Los Forjadores de Vida perdieron el control de algunos de ellos, obligándolos a construir auténticas barreras hidráulicas a través de la energía electromagnética generada por sus columnas Ze'èd [[7]]. En las costas, los Musidim construyeron majestuosas ciudades de metal y vidrio protegidas por hileras de Ze'éd capaces de elevar las aguas. En Mulmus, el tiempo se medía en un valor equivalente al planeta Hui que era el más cercano al satélite soberano.  La vida se mantenía de manera artificial.
A una gran distancia, aún más distante que el sol, descubrimos al gran satélite llamado Kastu [[8]]. Su tamaño superaba con creces al planeta Hui.  Kastu giraba a gran velocidad sobre sí mismo, de ahí que su nombre se traduce como "el pájaro corredor".  A diferencia de los diversos satélites que se movían alrededor de los grandes planetas de la Casa Madre que continuamente giraban sobre sus planetas orbitales, el astro Kastu giraba sobre sí mismo y ofrecía días y noches como Hui o Dubkù.  El tiempo se medía en Danna (horas) de Hui, debido a su rotación bastante similar.  Kastu formó el mundo soberano de los Musidim. El Pueblo de Vida producía una atmósfera artificial indispensable para su supervivencia. En virtud de esta bóveda de oxígeno, se plantó un frondoso bosque salpicado de templos, de pueblos o simples ciudades de piedras y cristales que se extendían más allá de la vista en la inmensidad del follaje, donde a menudo ascendían melodías ejecutadas por flautas y ritmos marcados por finas percusiones. A pesar de que era un satélite, los Musidim consideraban a Kastu como una joya pura.  Sublime maravilla, ese cuerpo representaba todo lo que su arte y tecnología podían expresar al más alto nivel, razón por la cual la realeza se estableció allí.
Justo a su lado, se encuentra un planeta masivo y frío, alrededor del cual evolucionó Kastu.  Carente de atmósfera, los Forjadores de Vida instalaron enormes bases en su seno para extraer sus riquezas. Su nombre era Muldar [[9]], el Astro Superior, el punto central del sistema solar de los Forjadores de Vida. Sobre Muldar, los Musidim excavaron vastos subterráneos para obtener la materia prima para su industria avanzada.  Aquí es donde fabricaron sus vehículos voladores gracias a los metales y cristales del suelo de Bi'bu.  Los Forjadores de Vida clasificaban y fundían sus metales en grandes cubas.  Durante la fusión, algunos metales se combinaban con otros para producir aleaciones complejas utilizadas principalmente en la fabricación de maquinaria y equipos sofisticados.  Ocasionalmente, eran teñidas con los polvos de Kùsig (oro). 
Primera barrera de protección del conocimiento de los Musidim, el gigante Dapinu [[10]] ocupaba la siguiente posición en el espacio. Este poseía una atmósfera de gas como Muldar pero su diámetro era aún mayor.  Detrás de la primera capa de gas aparecía una segunda formación líquida.  Los Forjadores de Vida tuvieron que cavar profundamente en sus entrañas para llegar a la roca fría y excavar galerías y enormes subterráneos.  Allí, en el silencio y la frialdad de los elementos, instalaron sus bases militares con todas las comodidades.  Las guarniciones de soldados que vivían allí estaban por enrolamiento.  Listos para intervenir contra cualquier amenaza externa, estos guerreros eran la protección de la civilización Musidim.
Más distante aún en el espacio, se encontraba Kahamanu [[11]], el planeta de hielo y cristales líquidos. La etimología de su nombre se traduce en "la puerta de muchos compañeros de la época".   Fue el punto de partida en el que los Musidim practicaron su viaje atemporal a muchos destinos.  Cada año de Kahamanu, en el mismo período, las tormentas se levantaban en el astro amarillo.  Arrastrando muchas series de tormentas severas al sur del ecuador.  Los Forjadores de Vida observaron que esta agitación sobrenatural engendraba fallas temporales que aprovecharon para realizar sus desplazamientos a lo largo de las valle de las tormentas.  Las series de explosiones presentes en este valle aumentaban y disminuía cíclicamente su zona turbulencia con el tiempo. Los Musidim debían elegir los ciclos de gran agitación para acceder a las fallas más profundas.  Sabiendo que estas grietas temporales estaban conectadas a otros sitios cósmicos inestables, la sabiduría dictaba a los Musidim nunca realizar la navegación utilizando estas fallas, pero hicieron caso omiso a pesar de las experiencias catastróficas vividas por sus antepasados.   Desde las primeras pruebas, enemigos formidables aparecieron en todas las colonias Musidim persiguiendo a los colonos sistemáticamente para exterminarlos...
Más allá de Kahamanu, se descubrieron dos planetas muy similares llamados Bar-Dili y Bar-Min [[12]]. Dos gigantes de hielo que los Forjadores de Vida nunca frecuentaban jamás.  Se asociaban a Bar-Dili y a Bar-Min con las almas y las mentes de muchos viajeros del tiempo Musidim que no encontraron el camino de regreso a la Madre-Patria.  Más allá de estos dos mundos circulan otros cuerpos celestes agrupados en la periferia durante la formación del sistema estelar de Musidim.
Cada vez más sofisticados, cada vez más rápidos, cada vez más lejos, la frecuencia de los viajes interestelares se aceleró.  En ningún momento los Forjadores de Vida aspiraron a retornar a la patria de sus antepasados. El camino de su mundo de origen les era desconocido pero no tenían ninguna ambición de regresar.  Mulmus representó siempre su morada amada.  No la cambiarían por nada del mundo.
Aunque la utilización de Dirannas (puertas estelares) hizo posible los viajes lejanos acortando drásticamente las distancias debido a la curvatura del Universo, los Forjadores de Vida experimentaron con la fusión de soles para crear fallas multidimensionales.  Los antiguos Musidim realizaron múltiples experimentos sobre la materia y las ondas en varias ubicaciones celestiales de Anriba (nuestra galaxia). A partir de las primeras pruebas, tuvieron que enfrentarse a adversarios formidables que surgieron de la eternidad.  A pesar de los incesantes viajes por todo el Angal (Gran Elevación) para escapar de ellos, los Musidim eran confrontados sistemáticamente a su eterno enemigo Kingalam [[13]] que los esperaban en una emboscada, listo para cazarlos...
Con el fin de proteger y preservar su descendencia, los Musidim desarrollaron formas cada vez más sofisticadas para escudriñar el abismo galáctico y tratar de escapar de ese enemigo al cual no le conocían ni la fisonomía, ni el lenguaje extraño que a veces captaban utilizando sus antenas. Tampoco conocían la naturaleza de sus naves reducidas a meros puntos brillantes en sus pantallas.  El misterio que rodeaba a este terrible depredador reforzaba el miedo visceral que despertaba profundamente en sus subconscientes.  Su nombre fue pasando de generación en generación y esta palabra era suficiente para crear una eterna aprehensión: "la Orden de gran alcance".
Noche y día, los Forjadores de Vida escudriñaban la inmensidad abisal, salpicada de innumerables luces, en busca de peligro.  De sus observaciones astronómicas resultaron ecuaciones formidables.  Con el tiempo descubrieron que sus oponentes utilizaban las mismas rutas galácticas que ellos a través del espacio y el tiempo.  Mientras que algunas parecían comenzar en la constelación Sipazianna (Orión), en la zona de la Sombra de Ga'anzir [[14]], muchas otras llegaban hasta las puertas de su sistema estelar, sobre el planeta Kahamanu y su valle de tempestades. Fue en ese lugar caótico que un objeto inesperado apareció un día, hace mucho tiempo... Un joven erudito, responsable de los archivos de Kastu lo redescubrió por buscar en la biblioteca real sobre el planeta soberano".
 [Imagen 2]. Situación del sistema estelar Musidim en la época de nuestra distante era del Pérmico, hace más de 260 millones de años terrestres.





[1] [51]. MUS-IDIM, literalmente  "Serpiente(s) potente(s) o distinguida(s)".  Nos encontramos con este término en la antigua sumeria para nombrar a la soberanía divina.  Este término se utilizaba como título divino para todos los gobernantes de Sumeria, probablemente para marcar su relación con esta antigua cepa reptiliana.
[2]  [52]. MUL-MUS, literalmente  "Los planetas de la Serpiente"
[3] [53]. DIR-ANNA, literalmente  "Puerta del Cielo" en sumerio. Este término también se puede traducir como "viaje espacial" o "ir al cielo".
[4]  [54]. BI-BU4: "violar la luz" en la antigua Sumeria.
[5] [55]. DUB-KU, literalmente  "Extensión de la santidad".
[6]  [56]. HUL, literalmente  "Hostil".
[7]  [57]. ZE-ÉD, "el aliento", que se encuentra en Egipto bajo el nombre de Djed.  Detallé el uso del electromagnetismo y los pilares Djed de los antiguos egipcios en mi ensayo de El Testamento de la Virgen y La Última Marcha de los Dioses (2013).
[8] [58]. KAS-TU, literalmente  "El corredor de aves". En Sumerio.
[9] [59]. MUL-DAR4, literalmente  "Astro Elevado"
[10] [60]. DA-PI-NU11: "La protección de la luz del conocimiento."
[11] [61]. KA-HA-MAN-U4, "la puerta (o ruptura) de los muchos compañeros de la época".
[12]  [62]. BAR-Dili y BAR-MIN, respectivamente "mente-espíritu uno y dos."
[13]  [63].  KIN-GA-LÁM: "Orden poderosa" en sumerio.  Muy antigua familia galáctica belicosa.
[14]  [64]. GA-AN-ZIR o GA-AN-ZÍR, literalmente "Aniquilar la leche celeste" o "negar la leche celestial". Este término significa "oscuridad" y "mundo inferior" en sumerio.  También significa "el infierno".

No hay comentarios.:

Publicar un comentario