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LOS MUSIDIM
"No es apropiado [concebir a Dios] como
se concibe a los dioses en términos similares. De hecho, es más que un
dios porque nadie está por encima de él, porque nadie lo domina. [No
existe] nada menor a él, [ya que todo] existe en él mismo. [Él es eterno]
ya que no necesita [nada], ya que es la perfección completa. [Nada] no
[que] no haya podido llevarse a cabo por [él mismo]. Él es [al contrario]
totalmente perfecto en todos los tiempos de la luz".
NH II, 1 - El Libro secreto de Juan, 2,33 -
3,7
Gírkù-Tila
Nuréa / Dili-ME-Es
El ritual continuó mientras A'a transmitía su
relato sobre la historia de nuestros orígenes:
"Más allá de los viejos ciclos, más allá
del tiempo cuantificable, la dinastía de los Creadores de Vida, Musidim [[1]], vivían pacíficamente en la periferia de
Anriba (nuestra galaxia), en la Casa Madre, el sistema estelar de Mulmus [[2]].
Sería
inútil intentar la audaz realización de una genealogía.
Sus
orígenes lejanos no encuentran eco en nuestros archivos. Sin embargo,
sabemos que sus primeros antepasados se estrellaron en Mulmus, precisamente
sobre el astro Hul, durante una misión de reconocimiento. Ellos provenían,
al parecer, de otra Vía Láctea. Los pocos sobrevivientes y sus
descendientes tuvieron que empezar de cero y volver a aprender todo
pacientemente con la esperanza de volver a volar. Los antepasados
Musidim apenas tuvieron tiempo de pasar un poco de su conocimiento a sus
hijos a causa de un virus desconocido que les diezmó a todos uno por uno.
Por suerte, los descendientes de la dinastía de los Forjadores de Vida se
salvaron de la extinción completa a pesar de la alta mortalidad en los recién
nacidos, sobre todo al principio de su asentamiento en este mundo extraño.
Su metabolismo mutó y se adaptó gradualmente al nuevo entorno. Una
vez instalados en el astro Hul, los jóvenes Musidim centraron sus esfuerzos en
el desarrollo de la fuerza aérea con el objetivo de avanzar tan pronto como sea
posible de un planeta a otro en el sistema de Mulmus.
De cepa
reptiliana, los Musidim disponían de la regeneración de sus tejidos celulares
y, por lo tanto, disfrutaban de una gran longevidad. Esta
cuasi-inmortalidad constituyó una ventaja decisiva para su viaje espacial por
las numerosas pruebas realizadas para tratar de superar, en primera instancia,
la velocidad del sonido y luego la de la luz. Sus exploraciones tomaron
un nuevo giro cuando volvieron a descubrir la existencia de estas famosas
puertas estelares Dirannas [[3]] que sus
antepasados utilizaron mucho antes que ellos. A continuación, elaboraron
mapas de estas aberturas naturales dispersas en la superficie de cada planeta
que daban acceso a esta gigantesca red de túneles de luz que unen los mundos en
el espacio infinito.
Durante
mucho tiempo, los Musidim imaginaron ser los únicos humanoides que vivían en
esta zona de la galaxia hasta que sus viajes por los vórtices de luz los
hicieron encontrarse con diferentes tipos de seres más o menos evolucionadas.
Con su superioridad tecnológica, los Musidim se propusieron entregar
algunos de sus conocimientos. A cambio, ellos negociaron la garantía de
mantener un ojo vigilante hasta cierto punto sobre sus vecinos y discípulos
galácticos. La sed de viajes y el proselitismo los convirtieron en
mensajeros de la palabra. En todas partes donde viajaban, exigían un
total abandono cultural para llevarles alegría y civilización.
Seguramente querían reemplazar a la Fuente de todas las cosas, el primer
impulso de todos los que vinimos a este Universo.
*
* *
El sistema
Mulmus, la Casa Madre de los Forjadores de Vida, se componía de ocho astros
principales que eran los siguientes:
El primer
planeta, el más cercano al Sol, se llamaba Bi'bu [[4]]. A
pesar de su pequeño tamaño, el alto calor generaba en sus suelos metales muy
densos poco comunes y excepcionales cristales. Los Musidim explotaban los
diferentes minerales con su industria de alta tecnología como el método de
absorción de materiales pesados por la luz. No había ninguna atmosfera
envolviendo a Bi'bu, con la excepción de una pequeña capa de impactos de
meteoritos.
Luego se
encontraba Dubkù [[5]], el
planeta sagrado donde los Musidim enseñaron a sus hijos las artes universales.
Este planeta consistía en un solo continente, muy grande, rodeado por un vasto
océano salpicado de arrecifes y bancos de arena. Dubkù tenía algunas
escuelas famosas donde se inculcaban el concepto de la Fuente. Todo el
mundo tenía derecho a entrar en la Escuela de la Fuente, sin distinción de
sexo, con la sola condición de tener una edad mayor a 10 Muanna de Hui y de
haber seguido previamente una formación exitosa en la Escuela de Ciencias.
Allí no había ninguna ciudad, sólo algunas agrupaciones de casas
luminosas. Este remanso de paz, donde cada Forjador de Vida podía
relajarse lejos de las preocupaciones materiales, ofrecía en la Casa Madre un
nivel de experiencia excepcional y de una gran elevación de la conciencia,
posibilitando surcar el espacio. Este idílico lugar poco a poco perdió la
compostura de los primeros días de la Matriarca Suhia luego de la decisión de
introducir a miles de especies vivientes para crear un vivero excepcional en
Anriba. También se introdujeron seres de estatura colosal para supervisar
la reserva natural. A partir de sus propios genes, los Musidim reunieron
a estos especímenes que denominaron "guardianes". La reputación
de este lugar excepcional pronto llego a toda la Casa Madre. El pueblo de
los Musidim se reunía regularmente en este lugar para observar la vida
silvestre, lo que resulto en la proliferación de los convoyes aéreos hasta el
punto en que la sostenibilidad de la Escuela de la Fuente quedo en peligro.
A continuación,
se encontraba el tercer planeta llamado Hul [[6]], un
extenso depósito de agua donde los Musidim estudiaron la vida bajo el agua y
las especies de anfibias de todo tipo. Su nombre deriva de los complejos
experimentos marinos llevados a cabo en este mundo. Los Forjadores de
Vida perdieron el control de algunos de ellos, obligándolos a construir auténticas
barreras hidráulicas a través de la energía electromagnética generada por sus
columnas Ze'èd [[7]]. En las
costas, los Musidim construyeron majestuosas ciudades de metal y vidrio
protegidas por hileras de Ze'éd capaces de elevar las aguas. En Mulmus, el
tiempo se medía en un valor equivalente al planeta Hui que era el más cercano
al satélite soberano. La vida se mantenía de manera artificial.
A una gran
distancia, aún más distante que el sol, descubrimos al gran satélite llamado
Kastu [[8]]. Su
tamaño superaba con creces al planeta Hui. Kastu giraba a gran velocidad
sobre sí mismo, de ahí que su nombre se traduce como "el pájaro
corredor". A diferencia de los diversos satélites que se movían
alrededor de los grandes planetas de la Casa Madre que continuamente giraban
sobre sus planetas orbitales, el astro Kastu giraba sobre sí mismo y ofrecía
días y noches como Hui o Dubkù. El tiempo se medía en Danna (horas) de
Hui, debido a su rotación bastante similar. Kastu formó el mundo soberano
de los Musidim. El Pueblo de Vida producía una atmósfera artificial indispensable
para su supervivencia. En virtud de esta bóveda de oxígeno, se plantó un
frondoso bosque salpicado de templos, de pueblos o simples ciudades de piedras
y cristales que se extendían más allá de la vista en la inmensidad del follaje,
donde a menudo ascendían melodías ejecutadas por flautas y ritmos marcados por
finas percusiones. A pesar de que era un satélite, los Musidim consideraban a
Kastu como una joya pura. Sublime maravilla, ese cuerpo representaba todo
lo que su arte y tecnología podían expresar al más alto nivel, razón por la
cual la realeza se estableció allí.
Justo a su lado, se
encuentra un planeta masivo y frío, alrededor del cual evolucionó Kastu. Carente de atmósfera, los Forjadores de Vida
instalaron enormes bases en su seno para extraer sus riquezas. Su nombre era
Muldar [[9]],
el Astro Superior, el punto central del sistema solar de los Forjadores de
Vida. Sobre Muldar, los Musidim excavaron vastos subterráneos para obtener la
materia prima para su industria avanzada.
Aquí es donde fabricaron sus vehículos voladores gracias a los metales y
cristales del suelo de Bi'bu. Los
Forjadores de Vida clasificaban y fundían sus metales en grandes cubas. Durante la fusión, algunos metales se
combinaban con otros para producir aleaciones complejas utilizadas principalmente
en la fabricación de maquinaria y equipos sofisticados. Ocasionalmente, eran teñidas con los polvos
de Kùsig (oro).
Primera barrera de
protección del conocimiento de los Musidim, el gigante Dapinu [[10]]
ocupaba la siguiente posición en el espacio. Este poseía una atmósfera de gas
como Muldar pero su diámetro era aún mayor.
Detrás de la primera capa de gas aparecía una segunda formación
líquida. Los Forjadores de Vida tuvieron
que cavar profundamente en sus entrañas para llegar a la roca fría y excavar
galerías y enormes subterráneos. Allí,
en el silencio y la frialdad de los elementos, instalaron sus bases militares
con todas las comodidades. Las
guarniciones de soldados que vivían allí estaban por enrolamiento. Listos para intervenir contra cualquier
amenaza externa, estos guerreros eran la protección de la civilización Musidim.
Más distante aún en
el espacio, se encontraba Kahamanu [[11]],
el planeta de hielo y cristales líquidos. La etimología de su nombre se traduce
en "la puerta de muchos compañeros de la época". Fue el punto de partida en el que los
Musidim practicaron su viaje atemporal a muchos destinos. Cada año de Kahamanu, en el mismo período,
las tormentas se levantaban en el astro amarillo. Arrastrando muchas series de tormentas
severas al sur del ecuador. Los
Forjadores de Vida observaron que esta agitación sobrenatural engendraba fallas
temporales que aprovecharon para realizar sus desplazamientos a lo largo de las
valle de las tormentas. Las series de
explosiones presentes en este valle aumentaban y disminuía cíclicamente su zona
turbulencia con el tiempo. Los Musidim debían elegir los ciclos de gran
agitación para acceder a las fallas más profundas. Sabiendo que estas grietas temporales estaban
conectadas a otros sitios cósmicos inestables, la sabiduría dictaba a los
Musidim nunca realizar la navegación utilizando estas fallas, pero hicieron
caso omiso a pesar de las experiencias catastróficas vividas por sus
antepasados. Desde las primeras
pruebas, enemigos formidables aparecieron en todas las colonias Musidim
persiguiendo a los colonos sistemáticamente para exterminarlos...
Más allá de
Kahamanu, se descubrieron dos planetas muy similares llamados Bar-Dili y
Bar-Min [[12]].
Dos gigantes de hielo que los Forjadores de Vida nunca frecuentaban jamás. Se asociaban a Bar-Dili y a Bar-Min con las
almas y las mentes de muchos viajeros del tiempo Musidim que no encontraron el
camino de regreso a la Madre-Patria. Más
allá de estos dos mundos circulan otros cuerpos celestes agrupados en la
periferia durante la formación del sistema estelar de Musidim.
Cada vez más
sofisticados, cada vez más rápidos, cada vez más lejos, la frecuencia de los
viajes interestelares se aceleró. En
ningún momento los Forjadores de Vida aspiraron a retornar a la patria de sus
antepasados. El camino de su mundo de origen les era desconocido pero no tenían
ninguna ambición de regresar. Mulmus
representó siempre su morada amada. No
la cambiarían por nada del mundo.
Aunque la utilización
de Dirannas (puertas estelares) hizo posible los viajes lejanos acortando
drásticamente las distancias debido a la curvatura del Universo, los Forjadores
de Vida experimentaron con la fusión de soles para crear fallas
multidimensionales. Los antiguos Musidim
realizaron múltiples experimentos sobre la materia y las ondas en varias
ubicaciones celestiales de Anriba (nuestra galaxia). A partir de las primeras
pruebas, tuvieron que enfrentarse a adversarios formidables que surgieron de la
eternidad. A pesar de los incesantes
viajes por todo el Angal (Gran Elevación) para escapar de ellos, los Musidim
eran confrontados sistemáticamente a su eterno enemigo Kingalam [[13]]
que los esperaban en una emboscada, listo para cazarlos...
Con el fin de
proteger y preservar su descendencia, los Musidim desarrollaron formas cada vez
más sofisticadas para escudriñar el abismo galáctico y tratar de escapar de ese
enemigo al cual no le conocían ni la fisonomía, ni el lenguaje extraño que a
veces captaban utilizando sus antenas. Tampoco conocían la naturaleza de sus
naves reducidas a meros puntos brillantes en sus pantallas. El misterio que rodeaba a este terrible
depredador reforzaba el miedo visceral que despertaba profundamente en sus
subconscientes. Su nombre fue pasando de
generación en generación y esta palabra era suficiente para crear una eterna
aprehensión: "la Orden de gran alcance".
Noche y día, los
Forjadores de Vida escudriñaban la inmensidad abisal, salpicada de innumerables
luces, en busca de peligro. De sus
observaciones astronómicas resultaron ecuaciones formidables. Con el tiempo descubrieron que sus oponentes
utilizaban las mismas rutas galácticas que ellos a través del espacio y el
tiempo. Mientras que algunas parecían
comenzar en la constelación Sipazianna (Orión), en la zona de la Sombra de
Ga'anzir [[14]],
muchas otras llegaban hasta las puertas de su sistema estelar, sobre el planeta
Kahamanu y su valle de tempestades. Fue en ese lugar caótico que un objeto
inesperado apareció un día, hace mucho tiempo... Un joven erudito, responsable
de los archivos de Kastu lo redescubrió por buscar en la biblioteca real sobre
el planeta soberano".
[Imagen 2]. Situación del sistema estelar
Musidim en la época de nuestra distante era del Pérmico, hace más de 260
millones de años terrestres.
[1]
[51].
MUS-IDIM, literalmente "Serpiente(s) potente(s) o
distinguida(s)". Nos encontramos con este término en la antigua
sumeria para nombrar a la soberanía divina. Este término se utilizaba
como título divino para todos los gobernantes de Sumeria, probablemente para
marcar su relación con esta antigua cepa reptiliana.
[3]
[53].
DIR-ANNA, literalmente "Puerta del Cielo" en sumerio. Este
término también se puede traducir como "viaje espacial" o "ir al
cielo".
[7]
[57]. ZE-ÉD, "el aliento", que se
encuentra en Egipto bajo el nombre de Djed. Detallé el uso del
electromagnetismo y los pilares Djed de los antiguos egipcios en mi ensayo de
El Testamento de la Virgen y La Última Marcha de los Dioses (2013).
[8]
[58]. KAS-TU, literalmente "El
corredor de aves". En Sumerio.
[9]
[59]. MUL-DAR4, literalmente "Astro
Elevado"
[10]
[60]. DA-PI-NU11: "La protección de la luz del conocimiento."
[11]
[61]. KA-HA-MAN-U4, "la puerta (o ruptura) de los muchos compañeros de la
época".
[12]
[62]. BAR-Dili y BAR-MIN, respectivamente
"mente-espíritu uno y dos."
[13]
[63].
KIN-GA-LÁM: "Orden poderosa" en sumerio. Muy antigua familia galáctica belicosa.
[14]
[64]. GA-AN-ZIR o GA-AN-ZÍR,
literalmente "Aniquilar la leche celeste" o "negar la leche
celestial". Este término significa "oscuridad" y "mundo
inferior" en sumerio. También
significa "el infierno".
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