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LA MADRE DEL TRUENO
"Y se escuchó su oración de
arrepentimiento. Y todo el pleroma del invisible Espíritu virginal
intercedió en su favor. Y el espíritu invisible asintió y después de
haber hecho esta señal, el Espíritu Santo derramado sobre ella todo el pleroma.
De hecho, su pareja no había acudido a ella antes, pero luego se acercó a
ella que venía del pleroma para enmendar su deficiencia. Y ella no fue
llevada a su propio reino (eón), sino por encima de su hijo, por lo que está en
el noveno eón, hasta que ella enmiende su deficiencia."
NH II, 1 - El Libro de los Secretos de Juan, 14,2
- 14,9
El Poder venido desde lo alto (Barbeló /
Prounikos), mostró su belleza a los Arcontes que crearon el mundo y le condujo
a un deseo furioso consigo misma, y es por eso que había sido enviada, a robar,
a causa de ella, de hecho, estos mismos ángeles vinieron a hacer la guerra;
ella misma no la sufrió, pero ella los trajo a matarse unos a otros por el
deseo que se les había inoculado. Así, la retención para evitar que suban al
cielo, fue que tenían relaciones sexuales con ella, cada uno con una apariencia
corporal femenina o de mujer, mientras que ella pasaba por diversos cuerpos
femeninos a diversos cuerpos de naturaleza humana, bestial u otros, de manera
que a través de sus propias acciones, mataba y era asesinada, haciendo reducir
su número por el derramamiento de sangre y, a continuación, concentrando su
poder, ella podía volver a subir a cielo [[1]]".
San Epifanio, Herejía 21,2, 5-6
Girkù-Tila Nuréa / Min-ME-Imin
1 - El gran exilio
Así
Barbélu, nuestra madre, que quedó en manos de los Kingu rojos y sus dóciles
trabajadores. A su pesar, la Madre se colocó a la cabeza del microcosmos
organizado y jerárquico que era el reino de Suhia. En una ceremonia
pomposa oculta en una cueva oscura, el cetro real Gírkù denominado Ugur - a la
medida de la capacidad de un rayo - le fue adjudicado oficialmente bajo la
mirada cautelosa de una parte de la asamblea. La perplejidad provino de la divina asistencia de las Ama'argi [[2]], una
línea de hembras enigmáticas salidas de la tierra matricial de Dubkù (la
Tierra). Matriarcas de los mundos subterráneos, vivían en paz en las
entrañas del planeta en el corazón del Abzu (mundo subterráneo).
Las
Ama'argi se presentaron a Barbélu para definirse a sí mismas como descendientes
directas de Pistés, la que las trajo al mundo gracias a la Triple Energía
(partenogénesis) de los Musidim, poco antes que Suhia la interceptara y la
eliminara. Las Ama'argi no conocieron a su madre el tiempo
suficiente como para reconocerla en Barbélu. Una doble maternidad,
probablemente incluso su extensión kármica. Cada una de ellas se presentó a la
Madre de los Orígenes con un bordado en oro blanco, acompañadas por el sonido
regular de una gran campana de timbre penetrante. El pacto fue así sellado.
A pesar de su terrible leyenda, Barbélu debía permanecer como una
soberana sumisa ante las fuerzas presentes.
Madre
sabía de los incesantes exiliados voluntarios imaginados por los Kingu rojos.
Ella tuvo que cambiar regularmente su emplazamiento para escapar de la
amenaza de los soldados pálidos de su hijo de la insensatez. A pesar de
varios intentos, Barbélu nunca fue capaz de volver a ver a sus hijos o de
retomar contacto con sus Abgal. Su corazón de madre sangraba y su consternación
infinita resultó en un dolor insoportable. Sólo tenía la inmensidad del
cielo como apoyo silencioso al cual dirigía sus súplicas. Ante la
repetida insistencia de sus peticiones, finalmente le dieron acceso a las
puertas secretas de Aria (Antártida) y del laboratorio de Suhia que albergaba
un telescopio dirigido hacia el Angal (el Gran Cielo). Fascinada por esta
actividad, la Madre dedicó su tiempo escudriñando lo infinitamente grande. La
visión de sus queridas estrellas lejanas le trajo la tranquilidad cuando mas la
necesitaba. Diferentes partes del cielo fijaron rápidamente su atención.
Varios elementos celestes se estiraban mientras que otros parecían
reflejarse en más imágenes... ¿Qué había sucedido desde la época del
origen? Nadie sabía la respuesta, ni siquiera Usama cuya erudición era la
admiración de todos. Barbélu prosiguió sin descanso sus investigaciones.
Ella escrutó la inmensidad galáctica parte por parte.
Comprendió que en algunos lugares, por razones aún desconocidas, la luz
de las estrellas se reflejaba y se estiraba para formar imágenes fantasmas [[3]]. Para
comprender este fenómeno inusual, cálculos científicos acompañaban a todas
estas observaciones. Ella trató en vano de construir una teoría que
pudiera resolver este enigma que resistía a su sagacidad.
El
tiempo pasó con la imagen de un día de tormenta que envolvió el cielo y se
extendió a la nada. Varias familias galácticas desconocidas se
presentaron a los Kingu rojos de la Casa Madre para pedirles que detuvieran la
agitación del Angal (El Gran Cielo / La Gran Elevación). Sin comprender de lo
que estaban hablando, los dragones convocaron a los extranjeros a retirarse.
Cuando se informó del incidente a Barbélu, ella sospecho de los Babbar de
Ía’aldabaut o bien los Kingalam provocando los espejismos observados en las
profundidades cósmicas. Ella le ordenó a sus dragones que le presentaran a los
desconocidos si se manifestaban nuevamente.
Los Gina'abul se habían multiplicado en gran
medida sobre el suelo de Dubkù a través de la pareja original, Mus'sagtar y
Emesir. La Madre salía en ocasiones bajo vigilancia para observarlos.
Nunca reconoció a sus primeros hijos, todos ellos parecían iguales!
No era posible acercarse a ellos por debajo de una cierta distancia, le
llevaron algunos ejemplares para su análisis y posterior interrogatorio.
Nadie podía explicar a la soberana, donde se encontraban los niños
originales.
En esa
época, los Babbar de Ía’aldabaut organizaban secuestros salvajes para
recolectar un máximo de especímenes Gina'abul y Husmus (reptiles salvajes). En
el reino de Barbélu, nadie sabía dónde mantenían a los prisioneros, o incluso a
los animales. Cuando los secuestros se multiplicaron, la Madre tuvo que
tomar la dolorosa decisión de realizar una evacuación de emergencia de los
niños a las antiguas colonias Musidim, mucho más allá de la Casa Madre.
Así, los Kingu rojos se dirigieron hacia el corazón de los mundos
inferiores, entre las Ama'argi de Pistés para negociar la recuperación de
decenas de naves que pertenecieron a las Agarin de las Sombras. La
operación se realizó gracias a la intervención inesperada de los seres
silenciosos escondidos detrás de paredes Mara de metal denso. Estos individuos
hicieron posible la partida de los Gina'Abul con la condición no negociable de
que varios grupos de Babbar, de naturaleza no beligerante, acompañaran a los
fugitivos. Ellos mismos querían huir de su creador Ía'aldabaut y del mundo del
caos. Los Kingu rojos se reunieron con Barbélu en su escondite solitario y le
informaron del acuerdo. La Madre estaba prisionera de las emanaciones
materiales de este mundo cuyas reglas se le escapaban por completo. Sin
embargo, ella recordó el extraño comportamiento de algunos de los Babbar, que
se volvieron contra sus propios hermanos para salvarla del pisoteo.
Protegerían a su descendencia frente a los peligros que acompañan
inevitablemente a un viaje así.
La
expansión natural y pacífica de los niños de la Madre de los Orígenes se había
efectuado progresivamente sobre la tierra central de Dunnu, sin ninguna rivalidad.
Tras el anuncio de una gran reunión, cada clan se reagrupó varios días cerca de
la ciudad de metal de Suhia. Allí, unas cincuenta naves brillantes se
posaron sobre una gran superficie seca. Siempre lejos por razones de
seguridad, la Madre asistió a la gran partida entre las nubes de arena agitadas
por el gran movimiento de los motores. Sobrellevando el dolor, mientras
observaba la escena sin decir palabra. La soberana hizo el sacrificio de
mantenerse hasta el final para contemplar en silencio las luces que se elevaban
hacia el cielo. Apenas los Gina'abul fueron arrancados de su mundo
original, el clan Barbélu tuvo conocimiento de la destrucción de la base
secreta atacada por los belicosos Babbar. La Casa-Madre nuevamente
representaba un mundo mucho más oscuro que el de antes. La Santa Barbélu
se aferró a su sueño de restaurar la Luz de antaño, pero este sueño agitado por
la ira y el caos transformo esta esperanza en una pesadilla. También se dio
cuenta de que su fuerza natural, ahora llena de oscuridad, había desaparecido
en las emanaciones de este nuevo día. Privada de una parte de su fuerza,
la madre se lamentó y lloró toda el agua que su cuerpo aún poseía. Con el
espíritu inquieto, rezó una y otra vez. Una luz vacilante en el fondo
alimentaba débilmente la esperanza de un cambio que la liberaría.
Inmóvil
en su cámara donde la luz no se filtraba, la Madre de los Orígenes llegaba a lo
profundo de su aflicción. Fue entonces cuando dos seres silenciosos se
deslizaron hacia ella como quimeras. ¿Cómo habían logrado frustrar la
custodia de los dragones? Uno de ellos entró en la oscuridad y le
acarició su mano palmeada. La afligida Barbélu, convertida en la Madre
del caos de las formas, levantó la mirada para ver con los ojos húmedos a sus
dos Abgal primigenios. Uno de ellos dijo: "Madre, vemos tu inmenso
dolor. Muchas veces nos has llamado a tu lado, pero nosotros luchamos
contra la magia de nuestro hermano Ía'aldabaut. En tu dolor, le has suplicado a
La Fuente y nosotros te hemos oído. No podemos tolerar más esta
situación. Vamos a permanecer a tu lado hasta que se escuche tu oración”.
Los gemelos habían repelido los demonios de piel pálida todo el tiempo
que duró la expansión Gina'abul en la tierra de Dunnu. Esta vez, estaban
mágicamente determinados a transformar el dolor de su progenitora en una Luz
Liberadora. Por lo tanto, la Madre dejó la sobreprotegida torre de metal
por sus dragones. Se ocultó en el Abzu subterráneo junto a las hembras Ama'argi.
Para mistificar su angustia, Barbélu comenzó a estudiar el cielo profundo en
busca de una explicación racional a las imágenes fantasmas producidas por los
lentes galácticos...
2 - La Era de Nimra
En las
época oscura de Nimra, la raza Gina'abul exiliada de Dubkù (Tierra) se componía
principalmente de los Babbar, de Mus'sagtar [[4]], de
los anfibios Abgal y de la hembra Emesir [[5]]. Todos
vivían en paz entre las constelaciones de Usu (del Dragón), la de Urbar'ra (Lira)
y la de Gagsisá (Sirio). Los Babbar pacíficos de la Casa Madre tomaron la
realeza Gina'abul en sus manos, ellos se autoproclamaron Kingu-Babbar y
derrocaron la autoridad de algunos Kingu rojos exiliados con los hijos de la
Madre de los Orígenes. Los Kingu-Babbar cohabitaban con la familia Abgal y
todos vivían en paz con sus respectivas hembras. Cada uno de ellos portaba una
descendencia, ella misma predestinada a perpetuar su propio linaje.
Tal no
era el caso para las familias en Urbar'ra (Lira), separados en machos
Mus'sagtar por un lado, y las hembras Emesir, por el otro. Esta separación dio
lugar a largos desacuerdos entre los dos sexos con respecto a los poderes de
las hembras heredados de su Madre Barbélu. Las Emesir practicaban la
meditación, adivinación y las ciencias ocultas desde el exilio. Su
temperamento se formó gracias a su conocimiento de los Misterios en torno a los
aspectos oscuros de la Luz. Ellas fueron uno con Gissu (la Sombra). Sus
facultades tomaron impulso a lo largo de las eras como al punto de crear una
ruptura social e ideológica que los hombres no podían alcanzar. Ellos mismos
portaban en su corazón una forma de sabiduría, menos hermética, menos secreta,
que las mujeres consideraban como "artificial". La gran
separación se llevó a cabo en armonía y los machos se retiraron a tres soles de
distancia en el sistema estelar de Madariba.
Desde
esa época, salvo excepciones, Mus'sagtar y Emesir no se reunían más que una vez
cada Muanna (año) en el planeta Muslum. Este mundo pertenecía a las hembras, y
servía de santuario sagrado durante la gran ceremonia nocturna de Nunusaka [[6]]. Cada
hembra debía conocer, al menos dos veces en su larga existencia, el coito
sagrado para transmitir la vida. Tal era la costumbre ancestral, firme e
inalterable. Sin embargo, muchos Mus'sagtar practicaban los secretos de
la Luz Pura y poco a poco renunciaron a los misterios de la unión carnal. Esta
doctrina les llego por parte de los Kingu Babbar. Ellos mismos sufrieron
su sistema separatista que dividió gradualmente ambos sexos de su linaje real.
A su vez, los Mus'sagtar consumían la planta Ulàl cuyos efectos les
aportaban el éxtasis y transformaban el intelecto. Esta planta, proporcionada
por los Kingu Babbar, era como una droga que embotaba sus sentidos, haciéndolos
esclavos y dependientes. Los Mus'sagtar descuidaron poco a poco su
cultura y sus rituales, para entregarse en cuerpo y alma a la planta Ulàl. Cada
Muanna (año), el número de machos Mus'sagtar elegidos descendió inexorablemente
poniendo en peligro la sostenibilidad del linaje Gina'abul de Urbar'ra (Lira).
Pero la
costumbre ancestral del coito sagrado persistió aún en la época de la alianza
comercial instalada en el sistema estelar de Muru en Sitadalu (Orión). Narra,
la soberana de las Emesir, auspiciaba de maestra de ceremonias. Durante
la noche del gran reencuentro de Nunusaka, el corazón de la elegida Emesir
latió con una profunda alegría. Cada una tenía que encontrar un macho dispuesto
a fertilizarla en el espacio de una noche. En el seno del gran templo del
Espíritu Virginal de Barbélu, las hembras Gina'abul tuvieron que encontrar a su
macho a la luz de sus cristales Gírkù. Los Mus'sagtar se extendieron en una
meditación silenciosa mientras que el frotar de las sandalias sonaban sobre la
piedra alisada del tiempo. Los cristales escanearon en la penumbra a los
futuros procreadores y lo señalaban cambiando de color ante el macho compatible
con la hembra dispuesta a producir huevos. Exclamaciones de alegría y
risas resonaban, saludando a cada descubierto que pudiera garantizar la
continuidad del linaje de los Gina'abul de Urbar'ra (Lira). Una vez designados,
la hembra llevaba a su macho a la gran cuenca y lo conducía hacia los pasajes
subterráneos con la única luz del cristal Gírkù. Las bases masivas del gran
templo se hundían el corazón del monte Kidul. En sus profundidades se
desplegaba una red gigantesca, cuya forma se parecía a la de un árbol sagrado.
En estos lugares oscuros y húmedos, cientos de nichos esperaban a los
amantes listos para unirse lejos de los ojos profanos. El coito debía
prolongarse el mayor tiempo posible. La duración determinaba el número de
huevos a fertilizar. Por lo tanto Mus'sagtar y Emesir se unieron una
noche para perpetuar su linaje.
*
* *
Después
de un sueño de duración indefinible, el universo se alejó gradualmente de su
singularidad primordial. Mucho antes de la formación de la confederación
Kadistu (Planificadores), las más grandes familias galácticas de nuestro
Universo entraron en conflicto instaurando una era de caos comúnmente
denominada como la Era de Nimra [[7]]. Nadie
sabe, entre las familias galácticas, por qué medio los Nundar de Apin
(Andrómeda) provocaron esta calamidad. El primer motivo fue probablemente la
detección de imágenes fantasma que se propagaban por el Universo. Sin
embargo, los Gina'abul de Usu (del Dragón), de Urbar'ra (Lira) y de Gagsisá
(Sirio) se mantuvieron alejados de las zonas en discordia. Los Gina'abul sabían
sin embargo que los Nundar recibieron en secreto, de una de sus familias, una
tecnología que nunca habrían tenido...
Nosotros,
Gina'abul, pueblos pacíficos y autónomos, estábamos tratando de mantener
nuestra independencia de las tentaciones comerciales establecidas por el gremio
de comercio de Anriba (la Galaxia). Nuestras múltiples ciencias y técnicas
propias de nuestra dinastía nos permitieron la autogestión en un circuito
cerrado. Por lo tanto, casi no frecuentábamos a otras razas del espacio
profundo. Nosotros éramos un misterio y a menudo provocábamos miedo a
pesar de nosotros mismos.
Por su
parte, las familias galácticas diseminadas por las estrellas rompieron
fronteras estelares para crear un imperio de negocios donde todos los productos
básicos y otras materias primas podían comercializarse sin límite. Los
productos fueron vendidos o intercambiados a cambio de tecnología de punta.
Inflados de orgullo, todos deseaban beneficiarse de estos casos, pensando
en disfrutar de la credulidad de cada uno. Una intensa actividad animó
las rutas espaciales. Los bienes alimentaron una gran parte de Anriba (la
Galaxia) a través de las rutas comerciales y los túneles atemporales. Nada
parecía cambiar la trayectoria definida por la era de las ganancias y los
intercambios de todo tipo.
Un día
sin embargo, el Gremio de comerciantes se deslizó disimuladamente en la
constelación de Usu con la intención de negociar con nuestros hermanos Kingu,
ávidos de tecnología. La reputación de los Kingu Babbar era universalmente
conocido. Nuestra realeza no pudo resistir la tentación de trueque a pesar de
los consejos de sus hermanos Mus'sagtar. Los Kingú-Babbar (blancos) del
sistema estelar Rabár cayeron así en las garras de los extranjeros denominados
Nundar [[8]]. Los
Nundar de Apin (Andrómeda) trajeron grandes cantidades de cristales de color
rojo a la corona real de Usu. Estas sustancias derivadas de suelos extranjeros
le ofrecían a nuestra realeza la posibilidad de transformar radicalmente su
flota. Estos cristales, desconocidos en nuestras colonias, les permitieron
diseñar y probar otras tecnologías de punta relacionadas con la velocidad y el
transporte en el espacio. Nunca supimos lo que los Kingu Babbar aportaron
a cambio a los Nundar, pero a la luz de los acontecimientos siguientes, la
familia Gina'abul sospecho que el trueque de esos minerales desconocidos fue
por armas devastadoras de las cuales nosotros mismos no teníamos conocimiento.
Al descubrir la opulencia, los Kingu también desarrollaron un gusto por la
conquista y el poder que la riqueza induce. La amenaza de sus armas
devastadoras transferidas a manos desconocidas e incontrolables los hizo sin
duda arrepentirse, un poco más tarde, de su mercado negro...
Los
Kingú-Babbar exploraron en secreto los mundos. Su preferencia era más
bien sobre los que poseían una naturaleza salvaje o los sólo habitados por
algunas tribus crédulas y pacíficas. No hay duda de que estaban buscando
el mineral rojo que cambió su industria. Su objetivo secreto: apropiarse
de los territorios inviolables protegidos por las convenciones de Anriba sobre
la extracción de minerales sin el conocimiento de todos. En esa época, los
Kingú obtuvieron una independencia completa. En varias ocasiones, los
Mus'sagtar trataron de razonar con la realeza. Un esfuerzo inútil.
Ellos convocaron a los diferentes clanes Gina'abul que ocupaban Urbar'ra
(Lira), así como a nuestros ancestros femeninos, las Emesir, que vivían
separadas de los masculinos en una perfecta comunión.
La
sesión extraordinaria se llevó a cabo en su ciudad de Duna, la capital de mil
luces cuyos senderos bordeados de vegetación se extendía como estrellas hasta
el horizonte. Las grandes matriarcas Emesir estaban presentes en este día
de tormento. Ellas portaban sus escudos de oro, sus cristales Gírkù y sus
largas ropas de colores resplandecientes. Entre ellos, con el rostro iluminado
por un reflejo irreal del sol poniente, se puso de pie con orgullo la reina
Narra, imagen de Barbélu, Madre de todos nosotros. La larga procesión
crepuscular reunió el ensamble de los altos dignatarios Gina'abul de esa época.
Nuestros ancestros pisaron la explanada. Las hojas muertas crujían bajo
sus pies como si fueran a anunciar un mal presagio. El santuario principal,
donde tendría lugar el debate, con vistas a los jardines que exhalaban sus
exquisitos aromas. Al finalizar la presentación de cada uno de los
informantes, la asamblea constató que nadie recibió novedades de nuestros
hermanos soberanos. Todas sus comunicaciones, sus fronteras y sus Diranna
(puertas estelares) fueron condenadas. Aterrados, los hermanos y hermanas
Gina'abul comprendieron que la corona de Usu, soberana indiscutible de nuestra
raza, se había extraviado en la dominación y la riqueza.
3 – La debacle del viejo mundo
Durante
este tiempo, el comercio galáctico, totalmente sin restricciones, creció sin
ninguna regla que permitiera hacer cumplir la justicia y la lealtad. Las
Naciones afiliadas al Gremio mercante permitieron circular, a través de los
Diranna (puertas estelares), miles de millones de objetos tales como víveres,
provisiones, minerales, armas, etc., para ser procesados o reacondicionados
antes del envío final a sus adquirentes. Estas prácticas se realizaban con una
total falta de control de las fronteras estelares. Los negocios tomaron
impulso a lo largo de la Vía Láctea, era impensable aprobar leyes que podrían
comprometer el éxito del comercio. Toda esta agitación creó brechas
significativas entre los comerciantes y los compradores de los mundos que
llevaban a cabo los negocios. Las ambiciones egoístas de las
grandes familias galácticas, sin embargo avisados, crearon gradualmente reglas
donde la ganancia exponencial prevalecía sobre el comercio justo. La idea
de una gran unidad extragaláctica se basó sólo en un truco por la ventaja de
las ganancias y los impuestos. Mundos enteros prohibidos por el gremio de
comerciantes fueron dejados atrás. Los Nundar de Apin (Andrómeda) tomaron
parte. Desesperados, vinieron a nosotros con la esperanza de conseguir ayuda
material a cambio de sus cristales de fuego. Nuestra familia estaba dividida a
propósito de esto y se llevaron a cabo múltiples asambleas para darles una
respuesta clara. Muchas asambleas invariablemente terminaban en un gran tumulto.
Finalmente nos decidimos a aceptar el tratado sólo con una condición: los
Nundar debían revelar lo que habían obtenido de la realeza Kingu. Por
desgracia, los Nundar se negaron a cumplir con esta condición y tuvieron que
partir sin la ayuda que esperaban. Este episodio nos llevó a vigilarlos en
secreto. Observamos una intensa actividad en las diferentes colonias
Nundar diseminadas en Apin (Andrómeda). Trabajando día y noche, sus fábricas
subterráneas fogueaban para enviar pesados convoyes a través de Anriba (la
Galaxia). Esta intensa actividad debió alertar a las autoridades
galácticas, pero estas tenían mucho por hacer para asegurar el orden que
garantice la sostenibilidad del mundo del comercio...
Los
celos y la desconfianza colectiva ganaron la Vía Láctea. Una gran parte
de Anriba se convirtió en el escenario de un juego basado en el poder de
expansión, donde sólo los más ingeniosos y los menos leales hicieron fortuna.
El comercio inmoral lentamente fue destruyendo nuestro Universo. La
dominación engendró conflictos esporádicos y muerte a su paso. En una
escalada sin sentido, las oposiciones crearon sus soldados mientras que los
cielos caóticos se llenaron con su número. Todos temían la chispa que
engullía los mundos. Cada sistema estelar y firmamento formaron
fortalezas inexpugnables donde el comercio imponía nuevas leyes cada vez más
difíciles de cumplir. Sin la capacidad de mantenerse a sí mismas, muchas
civilizaciones colapsaron bajo las deudas, incluyendo los Nundar. Sin embargo,
ellos no cambiarían sus cristales rojos que contenían la poderosa energía
compactada, reservando su uso exclusivo a los Kingu-Babbar y a ellos mismos.
Mundos
enteros agonizaban ante la total indiferencia de los poderosos obsesionados en
la carrera por las ganancias, la forma de la patología resultante por el temor
a perder sus privilegios. Sintiéndose amenazados, se refugiaron en el
aislamiento y la contemplación. Los Nundar trataron de alertar a la
opinión pública. Visitaron los grandes parlamentarios que se asentaban en el
sistema estelar de Muru en Sitadalu (Orión). En este período nefasto, el astro
Muru irradiaba con su luminosidad los mármoles blancos relucientes de la
prestigiosa capital de los Kaldirig [[9]]. Ella
recibió a los ricos de la sede del gremio de comerciantes en medio de suntuosos
parques adornados con estatuas y fuentes. El conjunto se elevaba sobre
los cimientos de una antigua prisión, en otra época reconocida por su
disciplina de hierro. Fue destruida luego de la rebelión roja.
Sobre el
mural de la puerta principal de la asamblea, un mapa detallaba la ubicación de
los afiliados al gremio de comerciantes del cual, nosotros los Gina'abul, no
formábamos parte. Durante su visita a los Kaldirig, los Nundar examinaron
cuidadosamente el mapa antes de entrar en el edificio. En el corazón de la gran
sala, presentaron su solicitud, formulada en una demanda de crédito
excepcional. En un tono arrogante, el gremio de comerciantes dijo que no podía
financiar tales fondos sociales. Los comerciantes debían pagar sus deudas
si querían obtener nuevos productos! Los Nundar acusaron el golpe.
Su sumisión aparente pareció calmar la situación, pero el fuego ardía bajo las
cenizas. Después de esta afrenta, convencidos de que debían portar la
espada de la justicia, ellos encarnaron la abertura por la cual caería el
flagelo de venganza. Luego de este evento, el gremio de comerciantes y
las autoridades galácticas registraron numerosas idas y vueltas de los Nundar
en el sistema estelar de Muru, pero nadie midió plenamente las consecuencias.
Poco
después, una luz incandescente apareció en la constelación Sitadalu (Orión). En
un silencio ensordecedor, el sol Muru se desintegró para abrazar el vacío
glacial. La raza de los Kaldirig murió en un instante. De esta explosión, los
Nundar de Apin (Andrómeda) recuperaron la energía termonuclear mediante un
proceso misterioso que nadie conocía. Los Gina'abul comprendieron que esto no
fue un colapso gravitacional natural del corazón de la estrella de Muru, sino
una explosión artificial causada intencionalmente. La potencia liberada por la
onda de choque liberó una energía equivalente a varios millares de soles en una
fracción de tiempo. Los Nundar capturaron no sólo una potencia nuclear
fenomenal, sino también el hierro universal que componía la estructura de todos
los planetas. El metal celeste se recogió en el espacio y se utilizó como un
arma terriblemente destructiva que golpeó como una avalancha de hierro y fuego
radiante a los mundos comerciales. Para completar la reacción
cataclísmica, máquinas de guerra desconocidas descendieron del espacio en
ardientes columnas de llamas rojas para destruir los sistemas planetarios fieles
al Gremio.
Las
pesadas máquinas voladoras con formas monstruosas se precipitaron con
precisión hacia las ciudades más grandes. El cielo, el aire, la tierra y
el agua se encendieron. Un apocalipsis vengativo cayó para reparar el
ultraje impuesto a las minorías. Completando la destrucción, los mundos
incendiados desencadenaron la convulsión del suelo que, por reacción, despertó
a los volcanes. Las eyecciones del suelo y los ríos de lava fundida
devastaron las ciudades. La sorpresa fue completa. Lo repentino del
ataque desorganizó las estructuras defensivas afiliadas a los mundos afiliados
al Gremio que fueron rápidamente separados del resto de Anriba (la galaxia).
Las flotas de máquinas gigantescas navegaron por las naciones en busca de
supervivientes. Impotentes, huyendo del horror y el calor, los pocos
supervivientes vagaban por las calles en busca de refugio y alimento.
Programados para exterminar toda la vida, la maquinaria implacable de los
Nundar, monstruos pensantes con detectores de movimiento, perseguían sin
descanso cualquier huella de vida. Perseguidos sin descanso, incluso en las
zonas más remotas, los buques mercantes sufrieron la misma suerte que las
estaciones orbitales que gravitaban sobre los mundos afiliados al Gremio
comercial: fueron sistemáticamente destruidos.
El plan
diabólico de los Nundar marcó para siempre a Anriba (La Galaxia). Su violencia
cambió drásticamente las configuraciones estelares y nuestros mapas del cielo.
En menos de cuatro de nuestros Iti (meses), mundo tras mundo, el
orgulloso Gremio comercial de la antigua nobleza se redujo al nivel más bajo de
la existencia. En su miserable decadencia, con las pocas fuerzas que mantenían,
los pocos supervivientes luchaban entre sí por los alimentos o las herramientas
rudimentarias.
*
* *
Luego de
la conmoción y el derramamiento de sangre, las primeras defensas se organizaron
de alguna manera. Un estruendo de revuelta levantó las filas de las más
grandes familias galácticas aún en pie. Una insidiosa propaganda falsamente
unificadora, se extendió para salvar el poco honor que les quedaba.
Contrariamente a nuestra realeza Kingu en búsqueda de prestigio,
nosotros, los Gina'abul, permanecimos inmóviles frente a la venganza de los
Nundar y al espectáculo del colapso del viejo mundo. A pesar de mantenerse
alejados de los negocios del Gremio comercial, los Kingú-Babbar propusieron sus
servicios a las más grandes familias galácticas. Ellos afirmaron poseer
un arma capaz de demoler completamente la dominación Nundar, era la una única
solución, según su argumento, para restablecer la paz y la reorganización de la
sociedad galáctica. Esta oferta inesperada de un pueblo tan discreto, solitario
y que no se inmiscuía jamás, provocó asombro. Se impuso una decisión
rápida. Totalmente desesperados, los sobrevivientes de los mundos del
antigua Gremio de comercio acudieron desde todos lados. Los mundos que se
salvaron de los ataques de los Nundar, totalmente abrumados, ya no podían hacer
frente al caótico éxodo masivo.
La nueva
coalición galáctica designó a los anfibios Abgal de Gagsisá (Sirio), conocidos
por su sabiduría, para que actúen como intermediarios. Su pertenencia a nuestra
familia Gina'abul les permitió fácilmente acercarse a los Kingú-Babbar, pero
ellos no querían tratar con seres de Gagsisá. Sabíamos que nuestra realeza
temía su inteligencia suprema y su filosofía sutil. ¿No eran llamados los
Abgal "los proveedores de conocimiento" por la mayoría de los seres
en nuestro universo? Muy lejanos al sistema de pensamiento de nuestra
realeza e incluso al del resto de los Gina'abul, los Abgal siempre han
protegido su independencia incluso con respecto a la corona Gina'abul. Los
Kingu exigieron en su lugar tratar con nuestros primos Sukkal que viven en
Urbar'ra (la constelación de Lira), cerca de las Gina'abul hembras Emesir y de
los machos Mus'sagtar. Estos últimos no formaban parte del antiguo Gremio de
comerciantes, no tenían ningún interés en esta misión. Durante la
vigencia de estas consultas cruzadas, los Nundar no desistieron de su postura y
continuaron con sus ataques. Tenían que actuar con rapidez.
En el
desorden general, un evento inesperado causó confusión entre los estados de la
Confederación: nuestra reina Narra, soberana de las hembras Gina'abul de
Urbar'ra (Lira), quería participar en la mediación para obtener la verdad sobre
las verdaderas intenciones de Kingu-Babbar. Narra no tenía ninguna confianza en
nuestra realeza, a los que consideraba peligrosos y altamente manipuladores.
Durante
la gran reconciliación, como se esperaba, Narra se hizo de un lugar en lo alto
del estrado. Al llegar su turno, ella habló. Al momento en que se
puso de pie, un estallido similar a un trueno se extendió entre los gruesos
muros del palacio. Narra cambió ligeramente su rostro ante los ojos
aturdidos de la Asamblea. Su aspecto se tornó insoportable a la vista.
Como por arte de magia, ella tomó la apariencia de Barbélu, la Madre de
los Orígenes. La Madre del Trueno habló a través de la soberana de
Urbar'ra (Lira). Apenas conteniendo la ira en su voz, las vibraciones
penetrantes hicieron estremecer la espina dorsal de cada dignatario en la
habitación. Bajo el efecto de su sentencia, las columnas y el edificio se
sacudió hasta sus cimientos: "¡Ustedes, Kingu-Babbar! Ustedes han
obtenido la tecnología Kingalàm cuyo poder divide el universo. Ustedes han
colocado esta tecnología en manos de los Nundar de Apin (Andrómeda) con el fin
de obtener sus poderosos minerales. Ustedes han olvidado que nuestros
antepasados trajeron la muerte a su paso y que todos nosotros, Musidim y
Gina'abul, llevamos esa carga. Estas explosiones solares no sólo generaron las
fallas o rutas estelares, sino también generaron Bùrannas (agujeros negros)
cuya presencia curva el espacio-tiempo y produce barreras holográficas. Nuestro
universo está salpicado de estas irregularidades. Ustedes,
Kingu-Babbar, en su inconsecuencia, han liberado al demonio maligno de la caja
para hacer sus negocio sin tener que preocuparse por los riesgos que esto
representaba para nuestro Universo".
Ante
esto, el delegado Kingu-Babbar se puso de pie reclamando con un aire de
provocación que todo esto era parte de un engaño. Ante la gran sospecha
de que provocaron las palabras de nuestra Madre Divina, el reclamó su derecho
fundamental a la presunción de inocencia y pidió a todos los Gina'abul
proporcionar una prueba de estas falsas acusaciones. Bombardeados con
pensamientos contradictorios, la Asamblea se rompió en una confusión total.
La gran soberana Narra parecía aturdida, sin energía, moviéndose con
lentitud sin aceptar ninguna ayuda de sus hijas. Se sintió abrumada y
profundamente preocupada por este repentino vínculo con la Madre de los
Orígenes.
Tras la
Asamblea tormentosa, las más grandes familias galácticas se unieron para formar
la unidad planificadora llamada Kadistu [[10]]. Esta
nueva organización reagrupó las razas más antiguas presentes en nuestro
Universo. Los Kadistu sostendrían el papel de supervisores para
garantizar la seguridad de las diferentes comunidades galácticas.
4 - La creación de los Usumgal y las Amasutum
En la
misma época, en el corazón de la constelación de Usu (Dragón), los Kingú-Babbar
crearon el linaje de los Usumgal [[11]] como
trabajadores de la cepa real Gina'abul. La corona de Usu exigió a los
trabajadores a cavar profundamente en las minas para la extracción de minerales
y metales esenciales para sus industrias. En consecuencia, los ilustres
Kingu-Babbar imaginaron a sus trabajadores con proporciones colosales. Ellos
necesitaban una mano de obra sólida, fuerte y muy resistente. A pesar de
que sus trabajadores no necesitan de hembras para multiplicarse, los
concibieron con el dote masculino de un Gés (pene). En aquellos primeros días,
los Kingu practicaban la reproducción de formas vivientes gracias al poder de
los grandes cristales Uzumüa [[12]] que
contienen el poder de la procreación artificial. De este modo
multiplicaron extraordinariamente y a voluntad todos los seres inferiores
destinados para la carga.
En la
opulencia de su entorno y sus edificios cuyas cimas se ligaban con las nubes,
los gobernantes de Rabar extendieron sus esclavos hacia todas sus colonias sin
preocuparse de la administración que implicaba tal masa de trabajadores. Sólo
unos pocos miles de dragones de gran estatura, junto a los antiguos Kingu rojos
de Suhia [[13]], se
comprometieron a supervisar a los mineros. Así, la corona de Usu producía
minas y ciudades subterráneas para albergar los diferentes cuerpos de
trabajadores relacionados con esta industria monstruosa. Voluntaria o
involuntariamente, todos los planetas conocidos por contener los minerales y
los metales deseados fueron explotados por los Kingu, a pesar de las convenciones
planificadoras establecidas al comienzo de la edad de Dimmati [[14]].
Sin
descanso, sobre todo con medios rudimentarios, los desafortunados Usumgal
excavaron profundamente el suelo de los planetas a los que eran afectados.
Las condiciones extremas e inhumanas generaban riesgos significativos
para la salud. La Liga minera de la corona de Usu alertó varias veces los
gobernantes de Rabar. En vano. Las extracciones fueron intensificándose,
en lugar de disminuir, para asegurar su lujoso nivel de vida. En las
profundas galerías y los abismos sin fondo, los obreros trabajaban sin descanso
bajo coacción. A pesar de su estatura colosal, ellos soportaban su
desgracia sin decir una palabra. ¿No habían sido creados y programados en
este único objetivo?
A continuación,
se produjo una terrible epidemia. Una nueva enfermedad infecciosa,
altamente contagiosa, contaminó una a una las minas reales, en particular las
de Kùsig (oro). Las malas condiciones de trabajo y la falta de alimentos habían
contribuido al agravamiento de la infección y a su expansión. El germen
oscuro se extendió como un reguero de pólvora. Los trabajadores
contaminados se asfixiaban inexorablemente. Se los aisló de las áreas de
trabajo cada vez más profundas, lejos de la vista de los soberanos y de la
vigilancia de los planificadores. El abismo se convirtió en su nuevo
hogar. Durante el curso de los siguientes Limamu (milenios), organizaron
sus lugares de confinamiento los cuales tomaron gradualmente aspectos
residenciales. Los carceleros reales descendían cada vez menos. Mientras
la producción continuaba y los metales y cristales salían a la superficie,
nadie se preocupaba por nada...
En medio
de este conglomerado de servidumbre urbana con columnas y arcos
desproporcionados, numerosos clanes Usumgal estaban muriendo en agonía mientras
que otros aprendieron a respirar con el aliento de la vida - por medio de esta
fuerza Universal que llamamos Niama. Tres clanes de las minas de Turnam
experimentaron el dominio de la fuerza universal a través de sus hermanos
llamados Abgal. Los Abgal de Gagsisá (Sirio) se les aparecieron al navegar por
la espuma del tiempo para finalmente sumergirse en los vastos océanos y grandes
ríos subterráneos; en secreto, estos podrían iniciarlos sin el conocimiento de
los diferentes Kingu. Mientras que sus hermanos se agotaban y caían uno a uno
en el polvo, los tres clanes Usumgal aprendieron en secreto a controlar este
poder. Totalmente absortos en su único objetivo de sobrevivir, los tres
grupos de hombres no podían ayudarlos. Tal fue el destino de estos tres
clanes de Turnam que sin embargo no conocían ni la perfección ni la felicidad.
Gracias al arte oculto, ellos cumplieron su destino en silencio absoluto, lejos
de la indescriptible luz. Los tres clanes de la remisión crearon una
matriz universal utilizando un gran cuarzo verde de Usu (dragón) que sacaron
del abismo insondable. Los Abgal trataron de disuadirlos de utilizar los
minerales-creadores Uzumua, pero el deseo de superar a sus maestros ocultó su
razón. Los pocos guardianes de la sabiduría Abgal se retiraron
decepcionados frente a este deseo de poder generado por un sinnúmero de
trabajadores, impregnados con la exaltante energía.
Fue así
como los Usumgal de Turnam concibieron su propia imagen inversa usando el
pensamiento creativo mezclado con la fuente del abismo sin fondo. Cada miembro
de los tres clanes de remisión se presentó frente al augusto mineral Uzumua y
puso su semilla rebelde en ella. De esta monstruosidad derivó el primer
pensamiento virginal, el espíritu perfecto, porque querían llevar con ellos el
espíritu de Barbélu - la Reverenda Madre de los Orígenes - que reunía todos los
poderes. Una forma femenina emergió de la fértil matriz, despojada del
caos de los orígenes e impregnada del líquido tonificante. La comunidad Usumgal,
totalmente cautivada por su creación, la mimaban y adoraban en secreto.
¿Era una abominación? ¿Era una maravilla indescriptible? Nadie
sabía cómo la Santa Tigeme (sirviente de la vida) los superó en poder,
intelecto y belleza. A pesar de que era una mujer en todo punto, Santa Tigeme
contenía la chispa de luz inefable de la Triple Energía. Ella portaba el
Espíritu virginal, a saber, el poder masculino que puede auto-fecundarse, sin
recurrir a un intercambio carnal. Como la primer manifestación Gina'abul de la
Triple Energía (Triple Poder), dama Tigeme se convirtió en su reina en el mayor
secreto. Ellos debieron ocultar su presencia, sin interrumpir el trabajo.
En que se convertiría? Que les aportaría la santa Tigeme ahora que
su destino quedaba sellado para la eternidad?
Un día,
llegó el momento donde la demanda global de materia prima superó la
productividad de todos los sectores Kingu. Por lo tanto, la corona de Usu
no podría llegar a transportar periódicamente los alimentos necesarios para los
trabajadores y para sus ciudades subterráneas ubicadas en el corazón de los
profundos estratos. En las profundidades de los mundos sujetos, la ira
retumbó; una rebelión fue organizada en las minas de Turnam. Para alertar a la
autoridad de Rabar y poner fin a su maltrato, los Usumgal redujeron la tasa de
producción. Las represalias no se hicieron esperar, los Kingu rojos fuertemente
armados se aventuraron en su dominio de miseria para tratar de restablecer la
inflexible disciplina. La Dama Tigeme salió de su escondite y se inició
la revuelta. Su estatura y su dominio del Niama sembraron el terror. Para
desesperación de la corona de Usu, el poder Usumgal se debió a su disciplina de
hierro. Los grandes cristales de cuarzo azul, tallados secretamente en las
cavernas fecundas, servían de emisores-receptores provocando ondas de
levantamiento para despegar más allá de las fronteras y los mundos de la
constelación de Usu (dragón). Los sobrevivientes del germen oscuro se
levantaron. La revuelta se hizo más fuerte. Ella ganó todas las
minas mientras las efusivas voces brotaban de la oscuridad elevándose por
encima de las barreras minerales. La insurrección golpeó con asombro el
tranquilo y organizado mundo de los Kingu. Los Usumgal rompieron sus
cadenas y mataron a sus guardias de tez roja. Luego se desplegaron sobre
la superficie de los mundos respirables, descubriendo una tecnología que no
conocían, pero que no les permanecería ajena por mucho tiempo. La
creación de la anterior se vio sacudida por la creciente amenaza. La luz
pura capturada por la autoridad de Rabar fue desviada en beneficio de los
rebeldes y de su soberano que dirigió los gigantescos paneles brillantes hacia
las estrellas para capturar la energía transformadora.
Usando
gestos furiosos, la Dama Tigeme exaltó a los Usumgal para estimular el apetito
de venganza! En ese momento, una parte de la raza Gina'abul se hundió en el
caos de la guerra y la destrucción. Los mineros, en su multitud, no se
preocupaban por las enormes pérdidas que sufrieron para recuperar todo tipo de
minerales y materias primas. Su objetivo no era conquistar la
constelación de Usu (dragón), sino destruir la mayor cantidad de Kingus y de
infraestructuras para luego dirigirse hacia las antiguas colonias Musidim.
En ambos
lados, no se pudieron contar la enorme cantidad de pérdidas. Los Usumgal
tomaron muchos prisioneros entre los Kingu para convertirlos en siervos.
Sin embargo algunos Kingu-Babbar lograron escapar
desmaterializándose del KI (3D) [[15]]
gracias a pequeños objetos esféricos que los más altos funcionarios llevaban en
secreto con ellos. Pronto, el grupo Abba, uno de los tres clanes Usumgal
poseedores del control de la energía vital llamada Niama, se hizo cargo sobre
todos los demás. Su líder, un tal Enzubi-Abzu [[16]],
personaje despreciable, reclamó a la reina un nuevo linaje en vista de
conquistar los antiguos dominios Musidim. Tigeme se encontraba investida en una
misión y sabía que estaba en deuda con los Usumgal a los que ella les debía la
vida. Fue así como la gran Tigeme, voluntariamente se recluso en los barrios
antiguos de la ciudad minera de Turnam, y procreó ella misma a los varones con
quien luego ella se acoplaría para dar a luz a nuevas chispas de luz separadas
en varias generaciones de varones. De estas uniones nacieron cientos de
guerreros Usumgal que se duplicaron a continuación con el augusto mineral
Uzumua. Para crear las nuevas hembras Gina'abul que Tigeme necesitaría,
la soberana se retiró a las minas para auto fecundarse a través del poder de la
Triple Energía. En el silencio y en el mayor de los secretos, produjo sus
primeras hijas prometiendo un destino brillante. Ella bautizó a su santa
progenie con el nombre de Amasutum: "las madres lagarto". Salidas de
la matriz del mundo subterráneo, las Amasutum nacieron en la desolación y la
miseria engendrada por la guerra. Fueron programadas como apoyo
inquebrantable de su soberana cuyo destino designado era el de obedecer los
caprichos de los Usumgal. Ellas decidieron cambiar el nombre de su
creadora a Tiamata (Madre de la Vida), estimando que su nombre original, Tigeme
(sirvienta de la vida), degradaba su divina función en una simple sirviente de
los Usumgal.
Rodeada
de su nueva generación de hembras, y bajo la presión constante de los nuevos
conquistadores de Usu (dragón), Tiamata eligió a su pareja de entre todos los Usumgal.
Su elección recayó inevitablemente en el más valiente de ellos, a saber
Enzubi-Abzu.
La boda
real se materializó en una impresionante ceremonia celebrada en las ruinas de
la ciudad de Turnam, entre columnatas ricas en mármol, Kùsig (oro) y tapices
brillantes, algunos de los cuales conservaban los estigmas calcinados causados
por los incendios durante los combates. Los Usumgal y las Amasutum se reunieron
al pie de las altas columnatas y ventanas animadas con miles de luces. Desde la
noche profunda, una emisión de antorchas y cristales iluminaron la escena.
Avanzando bajo un sonido lento, monótono de tambores desafinados, Madre
Tiamata, seguida de su futuro amante, aparecía completamente cubierta con velos
oscuros. En el corazón de esta patética escena, la mirada decepcionada de la
reina vagó sobre la multitud congelada en un silencio conmovedor. A
partir de ese momento ella supo que debería luchar salvajemente para superar la
trampa funesta en la que estaba atrapada. Silenciosamente, sus velos
fueron retirados y su rostro se ofreció a la multitud. Con un gesto
teatral, Enzubi-Abzu dio la señal de iniciar las festividades. Una música
salvaje apoyada en la percusión, flautas y cuernos surgió
inmediatamente. En la bebida y la desgracia, los Usumgal tomaron a las
mujeres Amasutum, mientras que la fiesta orgiástica duró todo el tiempo que
duró el acoplamiento real. Cuando los soberanos alcanzaron el coito
sagrado, la festividad decadente se interrumpió, dejando lugar a los
preparativos para el gran viaje a las estrellas.
Los Usumgal
decidieron abandonar la constelación de Usu (dragón) para dirigirse a Urbar'ra
(Lira), donde reinaba la soberana Narra. Las bodegas de las naves de la corona
Gina'abul se llenaron con víveres, con equipamiento de todo tipo y muchos
prisioneros Kingu. La flota despegó en un ballet aéreo bañado en luces
funestas. Los guerreros de las sombras y sus mujeres oscuras siguieron
los túneles atemporales que cruzan el gran flujo galáctico conectando a
millones de soles. Las nebulosas se inclinaron a su paso a medida que sus
naves devoraban el tiempo navegando el infinito. Ellos dejaron una marca
indeleble en la historia de nuestro Universo, pero adoptaron un camino que sólo
trajo el sufrimiento y la destrucción. En su camino, nada ni nadie sobrevivió
excepto unas pocas poblaciones fantasmas listas para aferrarse a la vida y a
sufrir en silencio en el nombre de una nueva religión que encendió Anriba
(nuestra galaxia). Madre Barbélu, nuestra santa progenitora, entregada a
la tristeza, lloró en silencio por todo el daño causado por sus hijos en el
corazón de las regiones superiores.
Entonces
la gran Nuréa fue creada para [...] en el centro del firmamento. . [...]
En medio de su terrible flota, la soberana Tiamata oyó una voz interior durante
sus muchas meditaciones. [...] para perseguir esta intrusión [... ]
La voz acogedora le ofreció un camino más corto hacia Urbar'ra (Lira) [...]
seguir este camino celestial [...] sabía que era la voz de Barbélu, la Madre de
los Orígenes [ ...] Los Usumgal se estrellaron entonces contra el muro
holográfico y sus imágenes fantasmas [...] tremendo desastre [...] para ser
absorbidos en el terrible Bùranna (agujero negro) [...] la desolación de la
flota. Llegaron a Urbar'ra (Lira), los sobrevivientes comenzaron a disparar [...]
sembraron la soledad por la segregación [...] a causa de los dragones Musgir
[...] Los Usumgal se asociaron con los dragones furiosos [...] para abandonar a
sus hembras a su suerte [...] La Gran Guerra, la terrible guerra encendió
[... ] Nuréa, ante su madre, [...] la santa Tiamata debió poner una y otra
vez a fin de generar nuevas hembras combativas. [... ] Nuréa rogó a
su madre detener el desove, pero la gran progenitora - imagen de la Madre de
los Orígenes - con los muslos doloridos, continuó trabajando en el dolor para
conjurar el mal [...] la Gran Guerra y sus [...] desolación..."
[imagen
35]. Los Mus'sagtar y Emesir en su reunión anual para perpetuar la
dinastía de Urbar'ra (Lira). © Frantz Lasvignes / Anton Parks.
[imagen 36]. En el espacio, si la luz se
encuentra visualmente en la presencia de un cuerpo masivo, ella es desviada
necesariamente por el cuerpo que oficia de lente. Su trayectoria se
multiplica dando lugar entonces a las "lentes gravitacionales" como
es el caso en esta fotografía. Racimo Abell 2218. El telescopio
espacial Hubble - NASA.
[imagen
38]. Humanoides, de tipo reptilianos, festejando en una escena en un
pilar-estela de Pozo Moro (España). Necrópolis ibérica datada en el 500 antes
de Cristo.
[1]
[118]
Aline Pourkier, "El heresiology Epífanes en Salamina" publicación
Beauchesne, 1992, p.308.
[2] [119].
AMA-AR-GI4, término sumerio que evoca a "libertad".
Su estricta descomposición se traduce como "Madre(s) que contiene(n)
la luz."
[3] [120]. Algunos de estos fenómenos son visibles
en nuestro cielo con telescopios de gran alcance. Estos efectos se denominan
"lentes gravitacionales" o "espejismo
topológicos." Pueden ocurrir en presencia de grupos de galaxias o agujeros
negros.
[4] [121].
Recordatorio: MUS-SAG4-TAR, en sumerio: "reptil (es) con
corazón que suena". Antiguo cepa reptiliana macho descendientes de
Mus'sagtar, hijo original de Barbélu.
[5] [122]. Recordatorio: EME2-SIR,
literalmente "Serpientes enfermeras". Antigua cepa
reptiliana hembra descendientes de la Emesir original, hija de Barbélu.
Ellas forman la primera cepa femenina de los Gina'abul.
[7] [124]. Recordatorio: "Agitación de la Gran
Altura (Gran Cielo)", la edad del gran comercio y la guerra galáctica.
[9] [126]. KAL-DIRIG, literalmente "Notables y
estimados", raza extraterrestre de la constelación de Iku (Pegaso).
[10] [127].
Recordatorio: KAD4-IS7-TU (literalmente "los
antiguos ensambladores de la vida") en sumerio antiguo.
[12] [129]. Recordatorio: UZU-MU-A, lit.
"Cuando la carne crece", término utilizado para designar a una
matriz artificial.
[13] [130].
Recordatorio: los Kingu rojos que acompañaron la misión de rescate de los
Gina'abul a sus nuevos sitios celestiales se convirtieron fatalmente en los
subordinados de los Kingu-Babbar. Los Kingu rojos se multiplican gracias
a las viejas matrices artificiales llamadas Uzumua.
[14] [131].
DIMMA-TI "nueva vida". La edad de la razón instaurada después
de la guerra galáctica donde muchas razas de nuestro universo estaban en
conflicto.
[16] [133].
EN-ZU-BT AB-ZU literalmente "Señor que toma conocimiento del mundo
subterráneo" en sumerio antiguo.
muy intenso e interesante , como siempre mil gracias por compartir
ResponderBorrarGRACIAS!!! GRACIAS!!!! GRACIAS Y MIL GRACIAS!!!
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